Elements (Libro Uno) ~ EDITANDO

Capítulo 7 ~ Ya es hora (5)

(P.o.V. Lanna)

Luego de la división de SP, busco el número cinco.

— El cinco soy yo, Lanna...— La voz de Adam a mis espaldas. Oh genial, el señor abandono.— Hey, no seas tan dura conmigo, te pedí disculpas.

<<Si, la primera vez, y lo volviste a hacer.>>

— Vamos, perdóname, por favor...

<<Lo pensaré... Así que eres mi Centinela...>>

— Así es, y eso significa que eres la próxima líder de oscuridad.

— ¿Qué?— Adam se ríe, casi que puedo distinguir el brillo de su sonrisa en la oscuridad del cuartel. No hay mucha luz ya que la mayoría no la necesita, o no la prefiere, pero los novatos aún no manejamos la vista oscura que nos permite movernos con libertad cuando no hay nada de iluminación. Por tal razón algunos de los pasillos cuentan con una luz muy tenue cada aproximadamente quince metros. Alumbran un poco menos de lo suficiente, pero se puede ver.

Camino con Adam a través de los pasillos, luego de sellar nuestro pacto centinela, hasta llegar al comienzo de un pasillo sin luces. No se ve nada.

— Yo te guío.— Adam agarra mi mano y mi primer instinto es soltarme.

— Lo siento.

— Vamos, relájate, es sólo para guiarte.— Acepto que me agarre la mano y nos adentramos en la fría oscuridad. Luego de un rato sin haber visto nada de luz Adam se frena. El frío me recorre la espalda.

— Tienes frío, ten.— Me pone sobre los hombros una gruesa manta negra, para variar. Es suficientemente gruesa como para abrigar, pero no lo suficiente como para volverse pesada.— Bien, llegamos.

<< ¿A dónde?>> Siento el calor de la piel de Adam acercarse a mí. Instintivamente me corro y mi espalda entra en contacto con la fría pared, tan fría que atraviesa el grueso de la manta. La mano de Adam roza mi brazo casi sin querer. Mi corazón se acelera y se me encienden todas las alarmas de beso. Adam escucha mis pensamientos y desiste. Acto seguido abre la puerta detrás de mí.

— Llegamos a un cuarto con ventanas.— La luz surge por el marco de la puerta y me mando dentro de tal habitación sin dudarlo, lejos de Adam. El sólo pensar que pude sentir su respiración junto a mí mejilla me da escalofríos, y demonios, puede oír lo que pienso.