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Jonathan tenía las riendas enrolladas en una mano y llevaba al animal por el camino, con Charlie y James siguiéndolo de cerca. Como miembro de una pandilla de forasteros, estaba acostumbrado al caos, las peleas con armas y a tener su revolver cerca, casi como si fuera una extensión de su brazo. Había comprado su revólver calibre veintidós en la tienda Smith & Wesson Revolver hacía unos cuatro años. Le había costado unos buenos ciento cuarenta y cuatro dólares con cuarenta, pero había valido cada centavo, pues la cantidad de veces que su pequeño amigo de metal con doce balas le había salvado la vida (o la de alguien más) no podían ser contadas con dos manos.

—De acuerdo, caballeros, esto es lo que vamos a hacer —. Se detuvo a un lado del camino y giró su caballo para enfrentar a sus compañeros—. Quiero que ustedes dos suban a la colina y se oculten en el bosque, en una zona donde tengan una buena visión de esos muchachos. Iré a hablar con ellos y cuando les haga una señal, de ser necesario, dispararan al menos una vez como advertencia ¿comprenden?

—¿Qué planea hacer, señor Morgan?

—Charlar —. Tiró de las riendas para volver a girarse y continuar y señaló el camino para que ellos se marcharan—. Es una linda noche para charlar.

Las carpas estaban junto al río, cerca de una fogata que alumbraba el perímetro y mantenía a los animales salvajes lejos. Había un par de troncos cerca de la fogata donde sentarse y se cocinaba un poco de caldo en una olla de hierro. Vio un carro con dos caballos a lo lejos y otros cinco caballos cerca. Había suficiente transporte para al menos ocho o diez personas.

Cuando los hombres lo escucharon llegar, se pusieron de pie, dejando la comodidad junto al fuego y uno de ellos le apuntó con un rifle.

—¿Quién anda ahí?

—¡Guau! Tranquilos, caballeros —dijo y bajó de su caballo—. Lamento haberlos asustado de esa forma.

Se acercó entre las sombras hasta que la luz del fuego se posó sobre su rostro y mantuvo sus manos en alto para no verse amenazante.

En definitiva, había ocho hombres antes sentados y ahora de pie entorno al fuego que lo miraban y unos pasos al fondo, cerca de las carpas, había tres mujeres, la primera con un ojo más morado que la segunda.

—No pretendía molestarlos, es que mi caballo y yo llevamos todo el día viajando y cuando he visto el fuego, he pensado que tal vez podrían ayudar a un pobre hombre —. Se quitó el sombrero, para que su rostro no se ensombreciera y los hombres pudieran distinguir bien sus facciones—. Un poco de agua y algo de comer se los agradecería mucho.

—Esto no es caridad, muchacho, así que será mejor que sigas tu camino.

—Puedo...puedo pagarles, señores —mintió, pero se aseguró de sacar algunos billetes del interior de su pantalón y extenderlos hacia ellos.

En esos tiempos, un par de dólares podían hacer mucho por una familia e incluso un grupo de delincuentes. Él lo sabía perfectamente, dado que con Thomas y los demás, lo único que hacían era buscar nuevas formas de conseguir dinero y muy pocas involucraban seguir las leyes de la sociedad. Estaba más que familiarizado con esa clase de hombres, sin morales o valores y justamente por eso, sabía perfectamente como moverse cerca de ellos para no intimidarlos.

El mayor de los hermanos, que tenía el rifle y lo había invitado a marcharse, miró los billetes que Jonathan sostenía y le indicó a otro que se acercara a tomarlos.

—Siéntese entonces.

—Gracias, muchas gracias.

Se unió a ellos entorno al fuego y dejó el sombrero en el tronco a su lado. Solo el mayor y otros dos se sentaron frente a él, los demás permanecieron de pie, incluso lo rodearon, como si pretendieran intimidarlo y asustarlo con eso. No funcionaba de esa forma, aunque lo puso lo suficientemente alerta como para mirar sobre su hombro hacia el joven que se encontraba de pie a su espalda y forzar una sonrisa.

Vidas cruzadas: El ciclo. #1 TERMINADA +18. BORRADORWhere stories live. Discover now