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Alcanzaron La Crosse en las siguientes tres horas y cuando circularon cabalgando por las calles, las patas de sus caballos produjeron un eco sobre la madera que retumbó por todos los corredores.

Jonathan se detuvo frente al hotel Radisson y bajó de su caballo, dejándole a Chester la tarea de atarlo a uno de los postes. No estaba seguro sí sería capaz de cumplir con lo que le había dicho a Olivia y hablar con el bastardo antes de matarlo, le hervía la sangre de solo pensar que habían atacado su tierra, donde tenía a su mujer e hijos y que, si hubieran estado dormidos o ellos no hubieran estado en la casa, se habría encontrado con que tanto sus hijos y amada esposa estaban muertos.

Ingresó al hotel que alumbraba su recepción con velas y el hombre detrás del escritorio se puso de pie un tanto alterado al ver a tres grandes hombres entrar como bestias y alzó las manos.

—Caballeros, no quiero problemas, por favor.

—Tampoco yo, señor, tan solo busco a Sheridan Westley.

—¿El empresario? Oh, no puedo d-darle su ubicación.

Chester rodeó el escritorio y empujó al hombre desde el hombro para que volviera a sentarse, le empujó la cabeza hacia atrás y puso el cañón de su revolver en su sien.

—¿Qué tal ahora?

—H-habitación 223, pe-pero no está en s...su cuarto.

—¿Dónde está?

—Creo que había ido al bar.

Chester le agradeció y siguió a Jonathan hacia la salida para volver a sus caballos y cabalgar hacia el único bar frecuentado por adinerados.

Tuvieron que gritar a varios peatones que salían del bar y volvían a sus casas para que se apartaran de sus caminos antes de que los arrollaran con los caballos. Cuando llegaron, Jonathan se tomó el tiempo de atar el caballo a un poste y le acarició la cabeza. Seguía molesto, pero las vueltas le habían permitido respirar hondo y calmarse, nadie había muerto en su casa, así que podía enfrentar a Sheridan con más calma.

El bar tenía a algunos hombres bebiendo hasta tarde, pero no demasiados en un domingo por la noche. La mayoría debía empezar a trabajar temprano en la mañana, incluyendo a Jonathan y sus dos compañeros, pero por supuesto, ellos no habían podido dormir porque alguien había ordenado un ataque a sus casas y ese alguien, no tenían dudas era Sheridan Westley.

Lo encontraron sentado en una mesa redonda jugando a las cartas y riéndose con los hombres de algo que hablaban. Tenía un vaso con whisky a su lado y se había quitado el sombrero y su chaqueta, por lo que estaba tan solo de camisa y chaleco.

Cuando Jonathan le apoyó una mano en el hombro y apretó obligándolo a inclinarse hacia un lado, la risa de Sheridan cesó y miró sobre su hombro hacia Jonathan, fue a sonreír, pero se detuvo al ver a otros dos hombres acompañándolo.

—Señor Westley, ¿podría acompañarme para charlar en privado?

—¿Charlar en privado? ¿Por qué querría hablar en privado usted, señor Morgan? ¿Ha reconsiderado mi oferta? —. Lanzó un vistazo hacia los amigos de Jonathan y se puso de pie—. Puedo ofrecerle veinte mil dólares si quiere.

—¿Podemos hablar en privado?

Sheridan no era ningún idiota, así que negó y señaló hacia una mesa vacía.

El malhumor de Jonathan volvió cuando lo siguió y tomó asiento a su lado. Sheridan pidió unos tragos para sus nuevos compañeros de mesa y Chester decidió que se quedarían con la botella y Sheridan la pagaría. Vio como Chester servía los tres vasos y Darion lo miraba directamente, casi sin parpadear y poniéndolo nervioso, cuando sintió que Jonathan destrababa su revolver por debajo de la mesa y lo apretaba contra su pierna, se tensó.

Vidas cruzadas: El ciclo. #1 TERMINADA +18. BORRADORWhere stories live. Discover now