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Subieron al carro y los mayores montaron a caballo detrás de ellos para seguirlos. Jonathan los llevó por el camino de la propiedad, a través del jardín y se alejaron lo suficiente como para gozar de intimidad y una tarde a solas en familia. Continuaron parte del trayecto caminando hasta el lago y allí extendieron las mantas y acomodaron la comida para sentarse y disfrutar del día.

Pronto comenzaría el frío cruel de invierno y ya no podrían pasar tanto tiempo en el exterior.

Por un rato se sentaron a comer y charla. Aiden estuvo jugando con los mellizos y Katherina, sus hijas charlaron y los varones del medio lanzaron piedras al lago y manifestaron sus dificultades con el nuevo estilo de vida. Les gustaba, pero no saber que hacer era estresante.

Cuando todos sus hijos estaban ocupándose en algo y solo quedaban ellos sentados sobre la manta con Aiden acostado entre sus cuerpos mordiendo un trozo de manzana, Olivia introdujo un nuevo tema de conversación.

—Entonces...Háblame un poco sobre esta vida, la sociedad alta.

Logró que él se riera por el tono que empleo en la última parte y sonrió con él.

—¿Qué quieres que te diga? —dijo y se llevó unos manises a la boca.

—Pues, para empezar ¿qué se espera de mí? Y sé honesto ¿sí? No lo endulces para hacerme sentir bien.

Hizo algo de tiempo para evadir la pregunta comiendo y haciendo cosquilla a Aiden para que riera un rato y Olivia lo notó.

—Jona, dime, no me molestaré.

Picó la nariz de Aiden robándole una carcajada y le enterró los dedos en las costillas consiguiendo que siguiera riendo y pataleando mientras rodaba entre ellos.

Aiden era idéntico a su padre, rulos dorados y alborotado y unos enormes ojos grises como lo de sus dos hermanas Marie y Katherina. Todos parecían sacar los ojos de Jonathan a excepción de Henry y Nolan que tenían ojos celestes y verdes respectivamente y sus otros hijos con ojos celestes. Ella era la única con ojos cafés en la familia y acostumbraba bromear al respecto y montar un drama que hacía reír a sus hijos.

—Sé que no te gusta, pero las reglas son básicamente las mismas que antes solo que ya no podrás escaparles tan fácilmente, no al comienzo al menos. Casi todo lo que solías hacer en la granja es inapropiado en tu nueva posición y provocara escándalo—. Notó que ella bajaba la mirada y suspiró—. Quizás fue una mala idea mudarnos.

—No, Jona —se apresuró a decir y tomó su mano—. Amo la casa y amo tener tantas personas ayudándome, por primera vez en años tengo tanto tiempo libre que ni siquiera sé cómo usarlo y aunque hay ciertas cosas que no me gustan, también las había cuando estábamos en la granja y al menos ahora nuestros hijos están a salvo. Esto que nos has dado es lo que hemos soñado desde que nos casamos.

—Pero no sirve sí a ti no te hace feliz.

—Soy feliz, solo estoy algo perdida y molesta con ciertas cosas que no tienen nada que ver contigo—. Apoyó su mano sobre la de él y sonrió—. De verdad amo la casa y me estoy acostumbrando muy bien a esto de tener sirvientes.

Se rio y empezó a asentir, era indudable que ella lo disfrutaría pues recordaba como antes solía trabajar de sol a sol en la casa, muchas veces sin sentarse por un minuto y ahora podía pasar todo su día sentada si lo decidía. Era bueno para los niños, para la salud de todos y el embarazo de Olivia.

Giró su mano para cerrarla sobre sus dedos y la atrajo hacia sus labios para besar sus nudillos, ella sonrió e incluso después de casi once años de matrimonio, se sonrojó.

Vidas cruzadas: El ciclo. #1 TERMINADA +18. BORRADORWhere stories live. Discover now