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Sus caballos avanzaban al mismo ritmo por el camino de tierra en una zona descampada. Había arboles a la distancia y algunos arbustos cerca, pero fuera de eso, estaban solos. El mundo era mucho más tranquilo en esas fechas, no había autos circulando por las calles, ni aviones en los cielos, tampoco tenían electricidad o tecnología, se sentía más conectada a la tierra, pero al mismo tiempo aislada. Los periódicos no informaban de la misma forma que los canales de noticias o las radios, no sabía nada sobre el mundo exterior y apenas sabía una cosa o dos sobre lo que sucedía en los Estados Unidos.

De todas formas, no era la tecnología o la electricidad lo que más extrañaba, tampoco los autos o aviones. Aparte de su familia, Olivia extrañaba el inodoro y la ducha. Dos cosas tan comunes que nunca antes se había detenido a pensar cómo sería su vida sin tenerlas. Y vaya que era distinta.

Solía bañarse todos los días y ahora intentaba poder bañarse una vez a la semana y antes ir al baño no era un problema, pero ahora aguantaba sus ganas hasta que no tuviera más remedio.

También extrañaba los tampones, había pasado un año extrañándolos y aunque ahora ya no menstruaba, sabía que volvería a extrañarlos después del parto...Sí es que tenía un después.

Su sonrisa se borró lentamente y su mirada se entristeció, no quería pensar al respecto, pero no parecía tener otra opción. Todo lo que rondaba su mente la llevaba de una forma u otra hacia su muerte o hacia la guerra. Dos escenarios que le aterraban.

¿Sí ella debía morir para que Jonathan viviera ¿lo haría? ¿Sería capaz de dar su vida por la de Jonathan? No sabía la respuesta, pero estaba segura de que sabía lo que él diría.

—¿Darías tu vida por mí, Jona?

Él se rio y la miró con el ceño fruncido.

—No la clase de pregunta que esperó recibir en medio de la nada, pero sí. ¿Por qué lo dices? ¿Por lo de esta mañana? —. Atravesó su caballo frente al de ella para detenerla y la miró—. ¿Es una forma de evitar que algo te suceda? Dime y lo haré.

Se quedó anonadada por la firmeza en su voz y determinación. Ni siquiera se lo pensaba dos veces, todas las cosas que podría hacer en su vida si no moría, todas las aventuras que podría vivir, los niños que podría tener. No entendía como él podía cerrarse tan fácilmente en la idea de morir sin temer.

—¿En serio serías capaz de morir? ¿Así sin más? ¿Qué hay de tu vida, Jona?

—No tengo vida sin ti, Olivia —. La brutalidad de sus palabras le encogió el corazón—. Antes de conocerte era un criminal y un perdedor. Sigo siendo ambas cosas, pero al menos ahora tengo un hogar y aspiro a algo mejor.

—No eres un perdedor —susurró.

—Ambos sabemos que lo soy. Ahora dime qué se te ocurrió.

—Nada, no vas a morir, Jonathan. No puedes morir.

—¿Por qué no? Puedes volver a casarte y estarás a salvo.

Retomaron la marcha y lo miró incrédula por sus palabras.

—Realmente no acabas de decir lo que acabas de decir. No pienso aceptarlo. No voy a dejarte morir, jamás me perdonaría a mí misma y además...Si tú mueres, yo también...Literalmente.

Él frunció el ceño y sus labios se curvaron.

—¿Desde cuando eres tan romántica, nena?

—No en ese sentido, tonto. ¿Mi abuela?

—Oh, cierto que soy tu bisabuelo —. Se acomodó el sombrero y chasqueó la lengua—. Lo había olvidado.

—¿Cómo puedes olvidar algo así, Jona?

Vidas cruzadas: El ciclo. #1 TERMINADA +18. BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora