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Jonathan despertó esa misma tarde desorientado y con la almohada marcada en la cara y la mejilla babeada. Se sentó bruscamente, sin saber bien que había sucedido y notó que estaba oscureciendo en el exterior, así que tomó su reloj y cuando vio que eran cerca de las seis y cuarto de la tarde, saltó de la cama y bajó las escaleras apresurado con sus zapatos en mano.

Llegó a la cocina donde estaba Olivia rodeada por niños y niñas, preparando galletas en su nuevo horno y la cena para todas las treinta y seis bocas que había para alimentar.

Cuando ella lo miró, supo que estaba enojada.

—Perdón, Olivia...Nena, enserio lo siento. Se me fue el tiempo de las manos y...

—Ahórrate las excusas, Jonathan y solo procura no volver a embriagarte, al menos no frente a mí...No sé, ve a un bar o algo...

Asintió y se sentó en una silla para calzarse.

—¿Necesitas que te ayude en algo? ¿Puedo traer agua o limpiar la letrina?

—El señor Arendse ya se ha encargado de todo eso.

—¿El señor...? ¿Quién es él?

—El único hombre que no se embriago como todos ustedes —. Respiró para calmarse y Jonathan echó su espalda hacia atrás en la silla y la miró.

—Ya dije que lo siento, Olivia —. Ella no le respondió—. Encontraré algo para hacer, de verdad. Y perdóname por dormir todo el día, no volverá a suceder, lo prometo.

Asintió y le puso un plato con comida enfrente para que se alimentara. Había bebido demasiado y no había comido nada desde entonces. Jonathan tomó su mano para evitar que se alejara y rodeó su cintura hasta hacerla caer sentada sobre sus piernas.

—¿Me perdonas? —. Asintió, sin mirarlo—. En serio, nena, perdón. No era mi intención dejarte todo el trabajo para ti sola.

—Está bien, ya no importa, solo perdóname a mí también...El estrés y todo me tiene más irritable de lo normal y mi padre murió por culpa de un hombre ebrio, Jonathan, es un tema realmente muy sensible para m-mí.

Él le sujetó el mentón para que lo mirara y acarició su mejilla al ver que sus ojos se humedecían. 

—Perdón, nena, no pretendía recordarte eso. Te amo y ni siquiera soy de beber seguido, tu lo sabes, no volverá a suceder. ¿Me das un beso?

—No hasta que te bañes y limpies tu boca. Apestas a alcohol, cariño. 

Ella abandonó sus piernas y Jonathan suspiró y se limitó a comer y obedecerle. Fue a darse un baño al lago de la propiedad para no molestar teniendo que llenar la tina y volvió a la casa hora más tarde, fresco y limpió.

Ella seguía en la cocina con los niños.

—Me gusta tu piel —dijo Adrian jugando con la masa de las galletas frente a Jamal.

—¿Por qué? —preguntó el niño.

—Es brillante, mi piel no es brillante.

—A mí no me gusta.

—¿Por qué? —inquirió Adrian esta vez.

—Porque la gente me mira mal...Y me lastiman.

Adrian cortó su masa a la mitad para compartirle a Jamal un pedazo cuando lo vio terminar de hacer sus galletas y se acercó a él para amasar a su lado. La mesa era casi de su altura, por lo que se colgaba un poco de esta y se alzaba en la punta de sus pies para poder hacer sus galletas.

—La gente es mala, pero tu piel es bonita. Yo nunca vi piel como la tuya ¿Qué color es?

—Negro.

Vidas cruzadas: El ciclo. #1 TERMINADA +18. BORRADORWhere stories live. Discover now