WILLIANNY MERAN
Parte III. 💜💛
🔥⚜️Mi perverso renacer.
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Ha pasado una semana desde que Sam descubrió lo que el innombrable personaje le había ocultado. Jamás en su vida sintió tanto dolor. Y es que el sufrimiento le vale tres pepinos el tiempo. Para ella era algo nuevo lo que había experimentado con Uriel, ya que esa conexión que brotaba de ambos cuerpos la había marcado. La noche que la doctora escapó de Sodom, pidió que la llevaran hacia el hospital donde se encontraba recuperándose su padre. Dormía con él, le pedía disculpas por ser una hija desvergonzada, y se mantenía siempre al lado de Rick, leyendo anécdotas; historias graciosas sobre sus viajes familiares y sobre lo mucho que lo adora.
Emma todavía lamenta no haberle dicho, se ha pasado toda la semana tratando de hablar con su hermana. Sam no esta enojada con la menor, pero Emma cree que sí. Sam lo único que quiere es un momento tranquilo para aclarar ideas, ya que como dice ella, “se piensa con la cabeza fría para llevar la emoción a la calma”. Sabias palabras para una criatura de corazón roto.
Los dueños de la mafia rusa se encontraban en sala iluminada por la luz del fuego. Emma estaba dentro de los brazos de su esposo, quien estaba observando por infinita vez el álbum neonatal de Amelie, quien regresó porque “extrañaba los besos de su mami y los cuentos de su papi”. La niña descansaba plenamente, mientras sus padres se respiraban pasivamente sobre el otro. Ilenko, nuevamente admirando las fotos del embarazo de su Ved ́ma, y ella sonrojada como si fuera la primera. Al estar embarazada y llena de vida, no puede evitar pensar en el dolor de su hermana porque ella sabe lo que es sufrir.
-La llamaré de nuevo-. Insistía ella al tomar su teléfono, el cual esperaba ser respondido.
-Ved ́ma, a veces es mejor darles el necesario espacio a las personas para sanar.- respondió el Boss, quien dirigió su mirada hacia la barbilla temblorosa de su mujer.-no quiero verte en mal estado.
-Solo será esta vez, te juro que me contestará. Insistía e insistía, hasta que respiró profundo al escuchar el resoplido cansado de su hermana.- Sam...yo...
-Dejaste pasar el tiempo Emma, pero no te culpo. Lo intentaste, no era tu culpa.-se adelantó Sam, quien arrastraba las palabras debido a las pequeñas lagrimas que brotaban sus iris.
-Samy, lo lamento, trate de decírtelo pero con el tema del embarazo me olvide de todo. Perdóname-le suplicaba Emma.
-Cabra loca, no tengo nada que perdonarte. Aunque estuviera mal lo que hice siempre me apoyaste, dándome esa confianza que nunca tuve conmigo misma.-le respondió Sam.
-¿Y como te sientes?-le preguntó Emma, quien se quedó a la espera de la respuesta que a su consanguínea le costaba enunciar. Solo escuchó los pequeños resoplidos que exaltaban tristeza.
-No se lo que siento Emma, si tristeza, ira o vergüenza...-dijo Sam, que tomó una pausa, culpa del llanto que la avasalló-no sé, porque me dolió Em, como una persona te puede hacer sentir tanto en tan poco. Yo me enamoré de él, es cierto. Nunca nadie me había besado como el, tocado y sentido como él. Y sé que es pronto, pero mis sentimientos...En esas dos noches me sentí como nunca en años. Y eso es lo que duele, que nos anclamos a las cosas rápido sin saber que herida nos matará lentamente.
Y sí. Sam tiene toda la razón, es increíble como en horas un ser humano puede hacerte vivir “cosas” que le llevó años a otro. Es que Uriel Romanov, de esos escasos espécimen, alto, de mirada risueña y oscura la había marcado física, y emocionalmente. Y para esos sucesos no hay tiempo que justifique una mierda.
