WILLIANNY MERAN
✨𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐮𝐧𝐢𝐜𝐚. ✨
✨𝐃𝐞 𝐯𝐚𝐜𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐛𝐫𝐮𝐣𝐢𝐥𝐥𝐢𝐳𝐚𝐬 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐨𝐯𝐚.✨
𝑵𝒂𝒓𝒓𝒂𝒅𝒐𝒓 𝒐𝒎𝒏𝒊𝒔𝒄𝒊𝒆𝒏𝒕𝒆.
La hermosa familia se encontraba descendiendo de las camionetas blindadas pertenecientes al Boss de la mafia rusa. El despiadado hombre, de dos metros, sanguinario como ninguno y el hombre mas sádico de la historia del bajo mundo sostenía en sus brazos a sus hijas, las gemelas Emile e Ilena. Su mujer, la Koroleva abrazaba a su princesa rubia, de quince años, mientras se dirigían a la zona premium del resort a donde habían llegado.
Ni siquiera tenían que detenerse en la recepción, ya que la familia mas poderosa de Rusia había sido esperada con la mejor atención de parte del personal.
Los Boyevikis cargaban con el equipaje de los Romanov James, una maleta negra de Ilenko, una dorada de Emma, una rosada con coronas doradas perteneciente a Amelie, y dos últimas, con diamantes rosas de las pequeñas. El león caminaba detrás de su madre, quien diría que un animal salvaje estaría en el mejor hotel de aquella isla en donde se encontraban.
–¡Oh my God! –Se emocionó Emile, de ojos verdosos con motas avellanas iguales a las de su padre. La pequeña de rizos azabache movía sus manitas pálidas mientras recorría el camino del paradisiaco lugar rodeado de palmeras, el cielo azul celeste y el sol resplandeciente que brillaba con sus ojos.
–¡Papi! –La bruja de cabello oscuro, Ilena, la mas calmada, de ojos idénticos a los de su mami, repartía besos en la mejilla de Ilenko, quien no escondía la media sonrisa al sentirse mimado por dos criaturas que salieron con las mismas expresiones verbales de Emma. Y es que las gemelas imitaban las frases mas repetitivas de la Koroleva. –¡Wow, esto es muy crazy!
Ilena, de cinco años al igual que su hermana, evaluaba el lugar turístico en donde estaban. Abrió su boca formando sorprendida cuando vio la gigantesca piscina de agua turquesa. Ella es la más analítica, cualidad que había heredado de su padre, mientras que Emile irradiaba esa energía inagotable de parte de quien ya sabemos.
–¡Papi! –Emile pataleaba desesperada mientras abría y cerraba sus manos, ansiosa por palpar sus pies de agua. –Queremos ir… –Dice señalando la piscina.
–Ya empezaron. –Musitó su hermana mayor rodando los ojos, quien se tiraba algunas selfies mientras su padre tensaba la mandíbula.
–Después de almorzar, cariño. –Emma la toma dejando un beso en su mejilla y la niña formó un puchero escondiendo su rostro en el cuello de su madre.
–Dile, papi, que queremos bañarnos en la piscina. –Ilena tomó el rostro de Ilenko, tocando sus mejillas.
–¡Si! –La otra bruja jugaba con las hebras de su madre mientras el león acariciaba las piernas de la princesa de Gehena. –¡Queremos ser sirenas!
El ruso no sabía que decir. Su mujer lo amenazaba con los ojos mientras que sus hijas no paraban de suplicar. Era una situación muy difícil. El hombre a pesar de los años no dejaba de verse imponente, su melena creció, su miraba refleja la misma peligrosidad que lo caracteriza, su cuerpo esculpido empapaba cada día el canal de su mujer quien suspiró derrotada cuando Ilenko abrió la boca para hablar.
–Esta bien. –Respondió. –Llevemos a las brujas a la piscina.
–Este es el último capricho. –Las regañó Emma.
