SETENTA Y TRES

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El corazón de Daphne latía tan fuerte que amenazaba con salírsele del pecho. ¿Cómo había podido creer que Lucas sentía algo por ella?

Menuda idiota.

«Daphne no es para mí», le había dicho a Nick. «No es la mujer con la que quiero compartir mi vida».

Y joder como dolía.

Ella se había hecho tantas ilusiones con él después del fin de semana que pasaron juntos en la cabaña de sus abuelos... que ahora no sabía ni cómo empezar a gestionarlo. Él no la quería. No importaba lo mucho que se había preocupado por ella, o las ganas con las que la había besado, porque no habían significado lo mismo para él que para ella.

Y le pasaba por idiota. Por ilusa. Porque él se lo había dicho en incontables ocasiones.

En realidad, lo que más le había dolido no había sido escuchar que no estaba enamorado de ella, sino todo lo demás. Según Lucas, ella era caótica y ridícula... una mujer que no estaba a su altura. Con la que no veía un futuro. Y, todo, porque no tenía una estúpida carrera bajo el brazo, ni vestía conforme a su idea de elegancia. ¿Qué importaba que llevara vaqueros desgastados y sudaderas de colores chillones?

Para ella nada, para él parecía que mucho.

Su enfado se acrecentó cuando escuchó que Lucas le decía a Nick que no estaba de acuerdo con que ella fuera perfecta para él. Tanto así, que se levantó y se marchó de allí, negándose a escuchar más.

Mientras escuchaba la conversación, Daphne se había tomado tres chupitos, o quizá cuatro, de un licor fuerte y amargo. Y ahora iba lo suficiente borracha como para desinhibirse sin vergüenza.

Sin duda, iba a ser la locura más grande jamás hecha por Daphne Arenas.

Y se la iba a dedicar a Lucas De la Vega.

Para demostrarle que sus palabras eran ciertas, que ella no era más que una ridícula que no tenía nada en común con él.

Total, qué más daba, si después del festival se largaría a Torreluna y no volvería a verlo jamás. Ni a él, ni a ninguna de todas aquellas personas que aplaudían con entusiasmo antes de su espectáculo. Esta vez, era seguro.

Salió al escenario moviéndose con toda su artillería pesada. Iba borracha, pero no tanto como para no poder bailar. O hablar. Cogió el micrófono que tenía Rossany en la mano y carraspeando para aclararse la voz, impostándola para que no sonara a la suya, dijo:

—Buenas noches a todos —los espectadores vitorearon y ella sonrió—. Quiero dedicarle mi último baile a alguien muy especial —lo buscó con la mirada—. A alguien a quien le gusto mucho, pero no lo suficiente. —Y apuntándolo solamente a él, añadió—: Esto es para ti, Lucas De la Vega. Para que te avergüences todavía más de mí.

La música comenzó a sonar y Daphne se dejó llevar por la música, maldiciendo a Lucas y a todo lo que tuviera que ver con él.

Sobre todo, a su estúpido corazón por haberse enamorado de él.

***


Lucas parpadeó sorprendido por las palabras de Pandora.

¿Había escuchado la conversación que acababa de tener con Nick? No había otra razón para que dijera lo que había dicho. Pero no tenía mucho sentido tampoco ya habían estado hablando de...

Joder.

No necesitó ver lo que estaba viendo para saberlo.

Todos sus putos malos presentimientos sobre la bailarina acababan de cobrar sentido. ¿Cómo había podido ser tan estúpido? Su intuición se lo había estado gritando de mil maneras diferentes solo que él no había querido verlo.

Hasta ahora.

Cuando Pandora acababa de desabrocharse la cremallera lateral de su vestido negro y ajustado, desprendiéndose de él y quedándose en un pequeño sujetador negro de encaje y unas braguitas culotte a conjunto. No necesitó verle la cicatriz que tenía en la espalda, para saber que ese cuerpo era de Daphne.

Su enfado se convirtió en rabia.

En ira.

Y no por haberle dedicado, borracha como iba, ese ridículo baile intencionadamente sabiendo que todo el local lo conocía. Ni siquiera porque estaba bailando desnuda ante una gran cantidad de babosos. Incluido su amigo.

Sino porque se había reído en su puta cara durante tres jodidos meses.

—¡Voy a matarla! —dijo entre dientes Lucas.

—Eh Luc —terció su amigo, que no sabía que esa chica que movía las caderas seductivamente era Daphne, porque no se había quitado ni la peluca ni el antifaz—, que estoy yo pensando que me alegro de que hayas desistido con Pandora porque creo que voy a empezar a conquistarla yo.

El comentario de Nick fue suficiente para que este se levantara de la silla y se dirigiera al escenario, hecho una furia. La vio bajarse los tirantes del sujetador y Lucas se abalanzó sobre ella, cubriéndola con su chaqueta, sin importar los abucheos que la gente le estaba lanzando.

Haciendo caso omiso a las quejas y a los gritos de Tony, el dueño del local, cargó a Daphne como si fuera un saco de patatas y la sacó de allí de inmediato.

Un baile y nada más   [FINALIZADA]Where stories live. Discover now