CUARENTA Y TRES

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Ella fingió que su cercanía no provocaba un millón de emociones en su cuerpo y se dedicó a quitarse el plumas con capucha sin mirar a nadie. Una vez colgado en el respaldo de la silla, se sentó entre Lucas y Nick. El primero, sin hablar con ningún camarero, había cogido una silla de una mesa que no iban a necesitarla.

—Si que habéis tardado en encontrar a un camarero, si...

—Cállate Nick —espetó Lucas de muy mal humor.

—No pienso fingir que me caes bien —declaró Venus, bebiendo un trago de vino tinto.

—Tampoco quiero que lo hagas —le respondió.

Nahuel, que no entendía nada de lo que sucedía se negó a quedarse al margen y con una sonrisa estampada en su pequeña y redonda cara, le mostró la botella de vino.

—¿Una copita de vino?

—Prefiero una birra —sonrió ella, tratando de ser amable.

—Eres de las mías, eh —Nick levantó el botellín de cerveza que estaba bebiendo.

—Eso parece – sonrió intentando relajarse.

El camarero apareció y Lucas, que era un mandón de narices, pidió su cerveza antes de decidir por todos que probarían el surtido de tostas elaboración de la casa y una pizza cuatro quesos para él. ¡Qué básico era, de verdad! Venus pidió la pizza Diavola, muy en su línea. Nick una que llevaba trufa y queso brie. Nahuel imitó a Lucas. Y, Daphne, que no había merendado, pidió unos Vermicelli con gulas y la misma pizza que había pedido Nick.

Al notar lo pasmado que se había quedado el resto, exclamó:

—¡Qué! No podía decidirme por ninguna de las dos...

—Increíble —masculló Lucas.

—Maravilloso —soltó una risita absurda Nahuel.

—No puedo creer que vayas a comerte todo eso —añadió Nick, completamente atónito.

—La ansiedad, ya sabéis.

No, en realidad no sabían. Pero ella no iba a ser quién les contara.

El camarero pronto trajo las tostadas de diferentes sabores y rápidamente se vio envuelta en una tortuosa conversación entre un arquitecto y un abogado. Para su sorpresa, al modelo también parecía interesarle el tema. No pudo evitar sentirse un poco inferior al descubrir que no comprendía absolutamente nada de lo que estaban hablando, excepto que parecía ser un hecho casi firmado que la academia pasaría a convertirse en un centro comercial de alto standing después de Navidad.  

Comenzaron a hablar sobre pedir permisos para poder aumentar el tamaño del edificio cogiendo un trozo del parque que rodeaba a la academia. Por lo que pudo entender, una de las razones por las que Torreluna era el lugar seleccionado para construir era por ese enorme y precioso parque.

—¿En serio? —tragó un trozo de pan—, ¿vais a eliminar un trozo de parque para construir un centro comercial en un pueblo que ya tiene uno? —Se escuchó preguntando mientras el camarero dejaba su vermicelli en la mesa junto con la pizza de Venus—. Digo, me parece que para los pocos habitantes que ocupa este pueblo, con uno es suficiente.

Lucas la fulminó con la mirada.

—Daphne, nadie ha dicho eso...

—¿Ah no? Realmente no se mucho de construcciones...

—Por ello sería conveniente que te mantuvieras al margen —le aconsejó, interrumpiéndola—. Por si no te has dado cuenta, nadie ha pedido tu opinión.

Un baile y nada más   [FINALIZADA]Where stories live. Discover now