CINCUENTA Y DOS

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Las noches en el Tony's Club ya no se le hacían tan cuesta arriba como al principio. La culpa que la invadía cada vez que salía al escenario parecía estar remitiendo y, aunque estaba segura de que se debía al personaje de Pandora, algo en su interior estaba cambiando. Ya no quería salir corriendo ni resguardarse en el camerino, ni tampoco sentía un nudo en el estómago cada vez que se levantaban a aplaudirle. Aun no lograba comprender qué era lo que le pasaba.

—¿Te estás acostando con mi primo, verdad?

La pregunta de Alanna la pilló tan desprevenida que Daphne se atragantó con su propia saliva, provocándole un torrente de tos que le arañó la garganta.

—¿Qué? —miró a su amiga a través del espejo del tocador.

Esta había aceptado ir esa noche al club para ayudarla y así, de alguna forma, hacer más creíble la mentira que horas antes le había dicho a Lucas.

—Que si te estás acostando con...

—Sí, te he oído —la interrumpió—. Pero, ¿por qué me preguntas eso?

—Pues porque te conozco y a él lo conozco más. Y los dos andáis bastante raros estos días, lo que no creo ni por asomo que se trate de una casualidad. —Alanna era demasiado perspicaz y, aunque sabía que en algún momento la pillaría, no esperaba que fuera tan pronto—. Y porque, además, no has dejado de comértelo con los ojos mientras bailabas.

Miró a las gafas de pasta cuadrada que ocultaban sus preciosos y rasgados ojos grises y se rindió.

—Si te digo que sí... prométeme que no irás y se lo contarás a nadie, mucho menos a tu familia.

—¡Sííí! —Exclamó contenta mientras daba saltitos de emoción.

Su sonrisa era tan sincera que acabó por contagiársela a Daphne.

—No entiendo qué te hace tanta gracia.

—Pues que sois tal para cual —le aclaró mientras comenzaba a quitarle la peluca—. Sois perfectos.

—Alanna —se rascó la cabeza—, tu primo y yo somos como el agua y el aceite. Él tiene esa estúpida obsesión por no salirse de la línea y yo vivo en un zigzag continuo.

Y era cierto.

Lucas no hacía nada sin pensar, analizaba los pros y los contras mentalmente antes de tomar una decisión y para él, la perfección lo era todo. Por el contrario, Daphne era irresponsable e insensata, hacía lo que siento y no medía sus palabras al hablar. Ella era la locura de la que constantemente huía Lucas.

—Y, sin embargo, se está acostando contigo.

—Ya, pero lo hace por...

—Ni se te ocurra decirme que lo hace porque no tiene más opciones, cuando las dos sabemos que eso no es cierto. Y te puedo asegurar que le gustas.

—¿Por qué?

—¿Por qué qué? —los ojitos de Alanna se ensancharon—. ¿Por qué le gustas?

Daphne asintió con la cabeza.

—Pues porque lo he visto salir con bastantes chicas y con ninguna es como es contigo —le aseguró la pelirroja, cuyas palabras provocaron en Daphne un revuelo interno.

—¿Y cómo es conmigo?

Comenzó a quitarse el maquillaje de la cara mientras Alanna le peinaba el pelo.

—Él mismo.

Ella, con el corazón blandito, se guardó esas palabras y su significado para analizarlo luego, en la soledad de su habitación.

—De todas formas Alanna, es más complicado que todo eso —y rápidamente le hizo un resumen sobre la extraña relación que tenían.

Le habló de lo mal que se llevaban, aunque eso ya lo sabía porque no es esforzaban en ocultarlo, y del desastre que ocasionaban cuando estaban juntos. Y, sin embargo, aun así, funcionaban. Ellos... encajaban de alguna manera.

La pelirroja escuchó atentamente, interrumpiendo solamente para decirle:

—Daphne... ¿y no crees que deberías decirle la verdad? Ya sabes, que Pandora y tú sois la misma persona.

La mirada de Daphne recorrió la habitación sintiéndose acorralada.

—Sí, puede ser... —musitó.

—Créeme, será mejor que se entere por ti y no por otra persona.

Todas las noches de Pandora, Lucas estaba allí. Se sentaba en una mesa del fondo y se pedía una cerveza. A veces estaba solo, otras con Nick o, como esa noche, que había venido con Venus también. Daphne había comenzado a sentirse mal consigo misma por esconderle algo tan importante al hombre del que estaba enamorada, a pesar de que él no sintiera lo mismo por ella.

Llevaba toda la semana planteándose si contarle o no la verdad a Lucas, pero algo la echaba para atrás. No podía. No solo porque acabaría decepcionándolo, sino porque conllevaría confesarle algo más profundo, más intrínseco y todavía no estaba preparada para ello. Así que prefería pensar que como lo de ambos era algo pasajero, no tenía porqué hacerlo.

—Lucas me odiará —se deshizo de las plumas rojas que había utilizado esa noche.

—Lo hará más si se entera por otra persona que no eres tú – le aseguró Alanna.

—¿Es eso lo que crees? —Su amiga asintió y Daphne torció el gesto—. Lo que yo creo, en cambio, es que será su excusa perfecta para alejarse de mí. No soy lo que él espera de la "mujer de su vida".

—Oh Daph, no digas tonterías por Dios, ni que mi primo solo te quisiera para pasar el rato. —La pelirroja lo dijo en tono sarcástico pero Daphne la miró, asegurándole que eso era exactamente lo que quería Lucas de ella—. No, no, te digo yo que no.

—¿Y cómo estas tan segura?

—Créeme, lo estoy.

No obstante, Daphne no lo estaba en absoluto. ¿Acaso su maravilloso y cobarde primito no se había encargado de repetírselo una y otra vez?

Se calzó las Dr. Martens y se arremangó las mangas de la camisa de felpa que llevaba. Con la mochila en la espalda se deslizó con cuidado por la puerta del camerino para que nadie la viera salir y de ese modo se desvelara su identidad.

Echó rápidamente una ojeada hacia la mesa donde Lucas charlaba animosamente con su hermana y su mejor amigo y descubrió a Venus mirando directamente hacia ella.

Mierda, mierda y mierda.

Sin pensarlo dos veces, y rezando en silencio para que no la siguiera, salió de allí por patas, con Alanna pisándole los talones

Un baile y nada más   [FINALIZADA]Where stories live. Discover now