VEINTICUATRO

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—Daphne, ¿qué haces aquí?

Rossany se adentró en el salón de actos donde ella buscaba un disfraz para la fiesta de Halloween. Le había pedido permiso a Claudia para coger alguno de los trapos viejos que habían guardados entre cajas, ya que no podía permitirse comprar uno.

—Buscando algo que me sirva para el martes —explicó mientras abría una nueva caja.

De momento lo que había encontrado era más bien poco. Entre una gran cantidad de tutús y maillots de ballet, había rescatado un traje terriblemente feo de árbol y un par de trajes de payaso con nariz y peluca incluidas.

—¿Aquí? —se extrañó—. Si esto hace años que no se ventila. De hecho, probablemente todo esto sea de cuando la directora era joven y estudiaba aquí —revolvió las telas de una de las cajas y sacó un uniforme de sirvienta—. Mira esto, ¡qué horror!

—¿O sea que la directora era bailarina? —preguntó confirmando sus sospechas. Por lo poco que la conocía podía decir de ella que era una mujer sofisticada y seria, que no se tomaba muy a pecho el trabajo en Baila Conmigo—. Algo tendré que encontrar... —y continuó inspeccionando.

—¿Qué tal esto? —le mostró una túnica negra con una cuerda en la cintura—. Es de monja. —Daphne torció el gesto. Si no encontraba nada no podría asistir, pues el único requisito de la fiesta era llevar disfraz—. Sí, lo era y al parecer, una de las mejores del país.

—¿Qué dices? Pues parece que odie su trabajo.

—Y seguramente lo odia. —La ayudó a apilar todas las cajas que ya había revisado en una de las esquinas—. Estoy casi convencida de que este no era el futuro que Claudia Castillo imaginaba, pero también creo que tiene que amar demasiado el baile para seguir haciéndose cargo de un edificio que está casi derruido y que económicamente es una ruina.

—En eso tienes razón. —Extrajo una peluca de payaso anaranjada y la dejó encima de un mueble—. ¿Crees que es por eso que tiene siempre la mirada triste?

Una túnica roja de terciopelo estaba arrugada en el fondo de la caja. La desplegó y la puso junto a la peluca.

—Puede ser, no tengo ni idea... —Su compañera estaba examinando un armario empolvado—. ¿Qué te parece? —le mostró un corto chaleco negro con botones de perla.

—No está mal —le pidió que lo guardará por si acaso podría servirle—. ¿Y tú sabes por qué no triunfó?

Sentía una sorprendente curiosidad por la directora de la academia.

Un disfraz de dálmata descolorido, una estrella dorada hecha con gomaeva y un traje de ángel con peluca y halo incluido la saludaron cuando abrió la última caja.

—En realidad no sé mucho. Ya sabes como es la gente de este pueblo... pero por lo que me ha contado Tony, parece ser que Claudia se quedó embarazada de su hijo mayor cuando se iba a presentar a la FEBD —Daphne miró a Rossany boquiabierta. La FEBD eran las siglas de la Federación Española de Baile Deportivo. La mayor competición de baile del país—. Y su representante se negó a que participara. Después se casó y se conformó con ser la directora de Baila Conmigo.

—¡Guau! —exclamó—. Pobre mujer.

Aunque no estuvieran en la misma situación, ella podía entender perfectamente a la madre de Lucas. La frustración que ella sufría por no poder realizar sus sueños, seguramente la había experimentado la directora en algún momento de su vida y esta podía calar tan hondo, que acababa convirtiéndose en resentimiento.

—Imagínate como debe de sentirse ahora que van a vender la academia. —Rossany le mostró una chaqueta escarlata de estilo chaqué sin botones, que se abría desde la cintura hasta el trasero.

Un baile y nada más   [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora