CUARENTA Y SEIS

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—No.

—Vamos mamá, ¿por qué no? —Lucas llevaba quince minutos tratando de razonar con su madre para que cediera a la realización del festival. Le había dicho a Daphne que lo intentaría, a pesar de que a él le parecía una estupidez—. Piénsalo, es una gran idea.

—No veo que lo sea —untó mantequilla en una tostada y la mordió—. Además, ¿desde cuando te interesa a ti la academia? —lo miró de soslayo.

Lucas tragó saliva. Era obvio que a él le traía sin cuidado la academia, o al menos así había sido hasta que conoció a Daphne.

—No es interés, es que me parece una buena idea.

—Ya —asintió su madre—. Veo que Daphne ha sabido a quien acudir. Es más lista de lo que parece.

—Oh no mamá —negó rápidamente—, no vayas por ahí. Yo no estoy haciendo esto por Daphne...

—¿Ah no? —enarcó las cejas—. Entonces, ¿por quién?

—Pues... por ti —declaró y trató de recordar todo lo que le había dicho Daphne sobre su madre—. Mamá, aunque te empeñes en esconderlo, sé lo mucho que te duele que se venda la academia. Pero también sé que lo haces porque sabes que aunque nosotros no estuviéramos interesados en la construcción del centro comercial, Baila Conmigo dejaría de existir igualmente. —Al ver que su madre no decía nada, continuó—, pero creo que estaría bien que pudieras despedirte de ella.

—¿Despedirme? —posó sus ojos verdes y cansados en él.

—Sí —cogió las manos de su madre y las cubrió con las suyas—. Decirle adiós a tu escuela. ¿Y qué mejor forma de hacerlo que bailando?

Vale, sí, había parafraseado a su peor enemiga.

—¿Quieres que yo baile? —se atragantó con las palabras y un grieta del duro corazón de Lucas se rompió.

Sintió el impulso de saltarle encima y abrazarla como cuando era pequeño, pero se resistió.

—No si no quieres —se rió suavemente—, pero puedes involucrarte en los ensayos.

—Todavía no he dicho que sí.

—Pero ya no te parece tan mala idea...

—No sé Lucas —desvió la mirada—, me parece un follón. No creo que el pueblo esté de acuerdo y que decirte de los niños...

—Por el pueblo no te preocupes que yo me encargo. Lo de los niños... —Justo en ese momento, su hermana Kala apareció por el jardín montada en el Skate iWatBoard que ganó por su disfraz de Novia Cadáver la noche de Halloween—. ¡Kala! ¿Puedes venir? —esta cambió la dirección de su monopatín y se acercó.

—¿Qué pasa?

—¿Adónde vas? —preguntó Claudia.

—A jugar al fútbol con unos amigos de clase —Kala era la pequeña de los cuatro y sin duda, la más revoltosa.

—¿Al fútbol? —su madre entornó los ojos—. ¿Es que no puedes jugar a algo... más femenino?

—Mamá —Kala se cruzó de brazos—, eso es un comentario machista. Me comporto como una chica, a la que le gusta jugar al fútbol.

—Señor —suspiró Claudia—, así nunca encontrarás novio.

—Eso también se lo dices a Alanna y ella no hace deporte, solamente lee.

—Pues sí, pero a tu prima se lo digo porque no sale de casa. Lo tuyo es diferente.

—¿Por qué? —exclamó frunciendo los labios.

Un baile y nada más   [FINALIZADA]Where stories live. Discover now