SETENTA Y SEIS

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—¿Adónde crees que vas? —la voz de Lucas interrumpió su camino.

Daphne se había despertado con un dolor de cabeza terrible y un sabor de boca asqueroso. Cuando recordó el papelón que había hecho la noche anterior en el Tony's deseó desaparecer de Torreluna. Pero, sobre todo, salir de casa de Lucas sin que la viera.

Al no verlo en la cama, no pensó que estaría esperándola sentado en uno de los sillones del salón. Había sido demasiado positiva, pensó. Lucas jamás dejaría pasar una oportunidad como esa para acorralarla y enfrentarla.

—A mi casa —aventuró ella, rezando para que él la dejara marchar.

—Me parece que tú y yo tenemos una conversación pendiente, ¿no te parece?

—Eh... Lucas, verás —tragó saliva—, me duele mucho la cabeza. No creo... que sea buena idea hablar hoy —lo miró, suplicante.

Él ya la estaba esperando. No sonreía, no se movía, no hacía otra cosa que clavar sus dos ojos negros intensamente en ella.

—A parte de mentirosa, cobarde —masculló, con un tono de voz que parecía hielo—. Qué decepción.

Daphne dio un respingo.

—Muy bien, hablemos —decidió, cruzándose de brazos—. ¿Qué quieres saber? ¿Por qué te mentí? No creo que necesite darte explicaciones.

Pero no era verdad. Porque si, de todas las personas de su alrededor, había alguien que se mereciese más esas explicaciones era, sin duda alguna, Lucas. Aun así, a ella le costaba dar su brazo a torcer.

—¿No? Yo creo que sí. Sobre todo, después de las veces que he intentado saber quién eras. ¿Te lo pasaste bien? —al ver como Daphne fruncía el ceño, añadió—: riéndote de mí, digo.

—Oh, por favor Lucas, no seas tan flipado. Pandora no tenía nada que ver contigo. Solo era un personaje que creé para poder bailar.

—¿Para poder bailar? —la interrumpió él, poniéndose de pie—. ¿No se suponía que tú no podías subir a un escenario? ¿O es que también me mentiste en eso?

La pregunta cayó como un jarro de agua fría sobre Daphne. Lucas estaba poniendo en duda todos sus miedos, después de lo mucho que le había costado a ella confiar en él. Abrirse en canal y contárselo todo.

Su corazón se agrietó.

—¿Cómo puedes pensar siquiera que te mentí en algo así? —y su voz se rompió. Tuvo que parpadear varias veces seguidas para evitar las lágrimas.

Lucas titubeó. Lo vio en el cambio de postura, en la forma en que sus ojos ya no brillaban con furia o la forma en la que, inconscientemente, se había acercado a ella. Sin embargo, no reculó.

No se disculpó.

Porque si a ella le costaba dar su brazo a torcer, a Lucas le era imposible. Y más cuando estaba enfadado.

—No es la primera vez que lo haces —asestó él, devolviéndole el golpe—, así que ya no sé que esperarme de ti. Dime, Daphne, ¿alguna vez piensas en los demás? —Sus ojos negros de Lucas se cerraron con desprecio. Un desprecio que agrietó un poco más su corazón. ¿Si le pedía que la abrazara con fuerza, lo haría? No, probablemente no—. ¿Alguna vez eres consecuente con tus actos?

—Claro que sí, joder —le respondió, un poco alterada.

—¡Y una mierda! —vociferó Lucas, saltando como un resorte—. Me rayas el coche, das por el culo con la venta de la academia hasta el punto de meterle a mi madre en la cabeza cosas absurdas —se puso a enumerar con los dedos—, engañas a todo el pueblo disfrazándote de Pandora, me engañas a mí... Arrasas con todo lo que tienes a tu alrededor y te importa un bledo, ¿verdad? ¡Eres una egoísta!

Un baile y nada más   [FINALIZADA]Where stories live. Discover now