OCHENTA Y DOS

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¡Por pena! ¡Sería posible!

Esa mujer era insoportable. Y él había tenido que emplear toda su fuerza de voluntad para no comérsela a besos.

¡Dios, había estado magnifica arriba del escenario!

Lucas nunca se había sentido tan orgulloso de nada en su vida como en ese instante en el que la música había finalizado y todo Torreluna se había puesto de pie para aplaudir a Daphne. En serio, su corazón había tenido serios problemas para seguir latiendo.

Y sus labios no habían podido dejar de sonreír como un puto quinceañero enamorado.

Había sido ahí, justo en ese momento, que Lucas supo que tenía que decírselo. Decirle que no quería que se fuera. Que también se había enamorado de ella. Y que, por favor, se quedara allí, en Torreluna, con él. Que empezaran algo juntos, aunque no saliera bien, aunque acabaran matándose el uno al otro, metafóricamente hablando, por supuesto, pero que lo intentaran.

Entonces ella le había dicho que se iba a París.

¡A París!

Y Lucas se había tenido que tragar sus palabras.

Porque Paris era una oportunidad imposible de rechazar. Él lo sabía. Es más, había sido él el que había insistido en que su madre llamara a esa vieja amiga de la infancia que trabajaba en una de las mejores academias de baile del mundo. Y no se arrepentía.

Daphne era jodidamente buena y su talento no podía quedarse anclado en Torreluna. Ella no debería quedarse anclada aquí como lo estaba él.

Un vacío desolador se extendió por su pecho y ni siquiera sabía por qué. Aunque, bueno, sí podía hacerse una idea. Pero, como era la primera vez que se enamoraba de alguien, no estaba muy seguro.

¡Joder, la quería!

Y la quería en cada minuto de su vida.

Entonces, ¿por qué narices estaba caminando hacia Nick y no hacia ella? ¿Por qué se estaba rindiendo así de fácil? 

Un baile y nada más   [FINALIZADA]Where stories live. Discover now