CUARENTA Y OCHO

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—Date prisa Bambi, que el agua se enfría.

La voz de Lucas hizo eco desde el otro lado de la puerta cerrada. No estaba muy segura de si estaba haciendo lo correcto pero su cuerpo parecía decidido a salir ahí fuera y compartir un jacuzzi privado con Lucas. Además, también estaba esa maldita sensación de sentirse como en casa y no querer escapar corriendo, como le ocurría siempre.

Se miró en el alargado espejo de pared que había colgado en una de ellas y se analizó. Llevaba un pequeño bañador con estampado étnico de diversos colores que se sujetaba en el cuello con un aro plateado y se abría hasta la zona del ombligo, mostrando su discreto escote. Por detrás, la tela se arremolinaba en el metal cubriendo toda la espalda y escondiendo su fea cicatriz. Tal vez si conseguía mantenerse lejos de Lucas, él no tendría porque verla esa noche. ¿Aunque realmente quería mantenerse lejos de él? Si desde que lo había visto semidesnudo no había podido pensar en otra cosa que en comérselo entero.

Un suave golpe en la puerta la sobresaltó.

—¿Todo bien?

—Sí, ya salgo.

Respiró hondo y se dijo a sí misma que todo estaba bien. Si Lucas veía su cicatriz y le provocaba la misma grima que al resto de personas, entonces no era más que un capullo redomado con el que no debería estar perdiendo el tiempo. De todas formas, estaba adelantándose a los acontecimientos.

«Deja que todo fluya», se repitió un par de veces mentalmente.

Una vez tranquila y segura de lo que iba a hacer, quitó el pestillo y salió al exterior.

Los ojos de Lucas se posaron en la piel desnuda de su pecho y su mirada se transformó. Fue testigo de cómo el deseo alteró su mirada, sus penetrantes iris negros dejaron de ser frío metal para convertirse en puro fuego caliente que le abrasaba la piel aun a centímetros de distancia.

—Bonito bañador —musitó, entreabriendo la boca.

Ella, sintiéndose poderosa, sonrió.

—Gracias —y se relamió los labios.

Daphne recorrió su cuerpo de arriba abajo y se sorprendió al descubrir que tenía un tatuaje en el muslo izquierdo. Era un halcón de enormes alas que volaba en dirección a lo que parecía ser una luna llena todavía más grande, aunque no podía verlo con detenimiento porque uno de los camales del bañador negro que llevaba puesto y que, además, le sentaba como un guante, lo cubría ligeramente.

Él enarcó una de sus cejas sin dejar de desnudarla con la mirada. Todo en el ambiente era denso y peligroso, desde la poca iluminación hasta el embriagador destello de sus ojos. Con toda su fuerza de voluntad apartó la vista de esos magníficos pectorales y se centró en el pequeño jacuzzi que ya burbujeaba, dispuesto a calentarlos todavía más.

—¿Entramos? —la tensión se palpaba en el aire y el sudor comenzaba a pegársele a la piel, abrasándola.

Al ver que Lucas no decía nada, lo rodeó y se adentró en el agua caliente con chorros relajantes. Unos segundos después, él se sentó junto a ella y le ofreció una copa del mismo vino que habían tomado durante la cena. Tuvo que haber abierto otra botella mientras ella se cambiaba.

—Es excitante —masculló él, saboreando el líquido.

—¿El qué?

Daphne podía notar el cuerpo de Lucas demasiado cerca y su mente estaba perdiendo la capacidad de pensar con claridad.

—Beber vino en un jacuzzi.

—Yo creía que en estos casos se utilizaba champán.

—También —sonrió—, pero a mi me gusta más el vino.

Un baile y nada más   [FINALIZADA]Where stories live. Discover now