CUARENTA Y CUATRO

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La iba a matar.

Era lo menos que se merecía por aparecer en Di'Angelo después de que él le dejara claro que no la quería por allí y, además, intentar fastidiarle el negocio a pesar de haberle advertido que mantuviera la boca callada con respecto a Baila Conmigo.

Pero, cómo no, Bambi siempre hacía lo que le daba la gana. ¿Es que no sabía dónde estaban los límites? Santo Dios, nunca se había cruzado con una mujer tan insoportable.

El Tony's estaba bastante tranquilo para ser sábado por la noche. No habían bailarinas encima del escenario, ni camareros sin camiseta sirviendo copas. Solamente Rosanny y un par de chicos más trabajaban sonrientes detrás de la barra.

Se sentaron en una mesa doble y pidieron cerveza para todos. Nahuel, más sofisticado, prefirió una copa de vino tinto. Lucas no había necesitado más que echar un vistazo al abogado para darse cuenta de que se había quedado impresionado con Daphne. Y, normal. Bambi era caótica pero no dejaba a nadie indiferente.

Aprovechó que, ahora mismo, seguía prestándole atención a Nahuel —porque el muy pesado no había dejado de hacerle preguntas estúpidas—, para mirarla. La música envolvía su cuerpo, relajando sus facciones y sus ojos, esos inmensos ojos caramelo que a él le fascinaban, brillaban alegres. Bambi daba sorbos a su botellín sin dejar de mover los hombros de izquierda a derecha, acompañándolos suavemente con la cabeza. Sin duda, llevaba la danza en la sangre y esa noche estaba preciosa. No importaba que la camisa en tonos verdes, demasiado grande para su tamaño, y las botas rojas militares no combinaran ni un poquito, porque en ella... quedaban extrañamente bien.

Tan extraño como ese pensamiento que lo puso de peor humor del que ya estaba.

—Hola —una voz que conocía perfectamente interrumpió la cháchara que se había formado entorno a la mesa.

Becca estaba detrás de Nick con una sonrisa en sus labios perfectamente perfilados y su melena castaña recogida en una coleta. Lucía unos pantalones negros y una americana a juego. Nada que ver con la mezcla de colores que llevaba su dolor de cabeza particular.

—¡Becca! —Venus se levantó de la silla y se acercó a saludarla como si fueran amigas de toda la vida. Como si esa misma mañana no le hubiera confesado que le parecía tan aburrida como su prima Alanna—. Qué bien que hayas venido.

Lucas frunció el ceño en dirección a su hermana.

—La he invitado yo —añadió ésta, leyendo la pregunta en su mirada—. Espero que no haya ningún problema.

Genial. Si no tenía suficiente con una, ahora se le juntaban dos en eso de hacer lo que les daba la real gana pasando por encima de él.

—Claro que no —fue Nick el que habló primero.

Él estaba ocupado intentando aniquilar a su hermana con su arma más letal: la mirada.

—Lucas, ¿por qué no me habías dicho que hoy tenías una cena importante? —dijo la recién llegada, acercándose a sus labios para rozarlos con un suave beso—. Me hubiera gustado acompañarte.

Porque no tenía pensado que se convirtiera en una maldita cena multitudinaria. Solo en una agradable cena entre colegas que hiciera sentir a Nahuel lo suficientemente a gusto para que se fuera de Torreluna con una buena opinión del pueblo y la llamada de los socios capitalistas no tardara en llegar, joder.

—A mi tampoco me habían invitado, tranquila —escuchó, entre la maraña que eran sus pensamientos, decir a Daphne.

Lucas giró la cabeza bruscamente hacia ella. La conocía demasiado bien como para saber que, fuera lo que fuera que tuviera en esa cabecita suya, no era nada bueno.

Un baile y nada más   [FINALIZADA]Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin