VEINTIOCHO

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—Tío, sigo sin poder creérmelo.

Las burlas de Nick no habían cesado desde que le contó lo que le ocurrió después de casi follarse a Daphne. Habían pasado tres días y sus pullitas seguían estando frescas.

Todos los viernes, desde que podía recordar, salían a tomar una copa al Tony's. Lo hacían con la excusa de reunirse todos los amigos y pasar un buen rato, ya que entre semana era muy complicado coincidir. Pero, esa noche, solo estaban Lucas y Nick. Como en los viejos tiempo.

Se pidieron un par de cervezas y se sentaron en una de las mesas con la intención de ponerse al día. Nick le habló de su trabajo, de las marcas que querían trabajar con él y del casting que había hecho para una serie de Netflix, cuya respuesta seguía esperando.

Que su amigo estuviera allí era fantástico y Lucas iba a aprovechar el tiempo con él todo lo que le fuera posible. Porque su amigo salía pitando de Torreluna cuando las cosas se ponían complicadas.

—Me sigue pareciendo un chiste —pitorreó.

Lucas gruñó.

—Déjalo ya tío —zanjó el tema con un movimiento de manos—. No sé ni para que te cuento nada.

—Vamos Luc, lo que te pasó con Daphne es lo más divertido que he escuchado en mucho tiempo.

—Divertido para ti —rechistó dio un largo trago de la pinta—. Para mí fue patético.

—Bueno, tampoco te tortures y míralo por el lado positivo. Te ocurrió justo después de que ella se fuera, así que no se dio cuenta de nada.

Lucas se mesó el pelo con las manos, exasperado.

A pesar de que había intentado no darle vueltas al asunto, no había podido dejar de pensar en ello ni un segundo. Se preguntaba el porqué sin encontrar una respuesta válida ni convincente.

Daphne no era su tipo, pero por alguna razón inexplicable le gustaba una barbaridad. Tanto que se había planteado mantener una relación puramente sexual con ella. Algo así como... ser follamigos. Nada serio. Nada que le impidiese retomar su vida cuando se largara del pueblo.

Sin embargo, había algo en el placer que experimentó al tenerla semidesnuda entres sus brazos que lo asustaba sobremanera. Bambi era demasiado peligrosa y, por eso, lo mejor que podía hacer, por su paz mental, era mantenerse bien lejos de ella.

Aunque se muriese de ganas por volver a sentir sus besos.

—Eso sí, la próxima vez ten un poco más de control... —se burló de nuevo Nick, volviendo a estallar en risas.

—No va a haber una próxima vez —sentenció, golpeando la mesa con el culo del botellín.

—¿Seguro? —Nick arqueó las cejas.

—Segurísimo —se frotó el mentón—. Esa mujer no ha hecho otra cosa que causarme problemas y envolverme con sus locuras, pero ya no más.

Y lo decía en serio.

A partir de ese momento, Bambi no sería más que una recién llegada al pueblo. Sobrina de Marisa y amiga de su prima.

—A mi madre no le gusta nada —comentó Nick, mientras rascaba con la uña la etiqueta de la cerveza—. Aunque bueno, a mi madre no suele gustarle mucha gente.

—Tu madre no es la única —y le puso un poco al día de las reacciones que había tenido el pueblo con Bambi—. La gente aquí odia que una desconocida se meta en sus vidas.

—¿Lo dices por la fiesta? —Lucas asintió con un movimiento de cabeza—. Pero si todo el mundo estaba que no cagaba con esa estúpida fiesta.

—Ya, pero que Marisa, mi abuela y mi prima se pusieran del lado de Daphne, no le hizo ni puñetera gracia a tu madre y a Pamela. Y ya las conoces.

Un baile y nada más   [FINALIZADA]Where stories live. Discover now