TREINTA Y SEIS

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Iba dirección al aula donde acababa de dar una de sus clases para recoger una sudadera, cuando sintió un tirón en el brazo que la metía en los vestuarios. Daphne soltó una exclamación seguida de una maldición al ver a Lucas cerrar la puerta con pestillo.

—¿Qué haces? ¿Estás loco?

—¿Hasta cuándo piensas seguir así? —la miró con los ojos tan fríos como el metal.

—¿Así como?

—¿No es obvio? —alzó una ceja condescendiente—. Enfadada conmigo

¿Así que se había dado cuenta? Bien. Sonrió para sí misma, sintiéndose un poco mejor.

—¿Enfadada? —Se hizo la sorprendida con un gesto inocente—. ¿Por qué debería estarlo?

—¡Vete tú a saber por qué! —exclamó—. Hace días que he descubierto que seguirte la pista es imposible, Bambi.

—¿Y eso es algo bueno o malo? —fingió sopesar la pregunta.

Lucas bufó.

—¿Me lo vas a decir o piensas seguir haciéndote la misteriosa conmigo?

—No veo por qué debería importarte.

—En contra de lo que puedas creer, Daphne —torció el morro—, me gusta saber porque mis amigas están molestas conmigo.

—¿Amiga? —sus ojos se hicieron un poquito más grandes—. ¿Eso es lo que soy para ti?

Y, de verdad, que no quería sentir esa punzada de decepción en el centro de su pecho.

—¿Y te besas con todas tus amigas?

El chico de ojos negros que tenía justo delante la miró con el ceño fruncido, como si el muy idiota nunca se lo hubiera planteado por sí solo.

—¿Es por eso?

No. Claro que no.

O sí, joder, igual sí. Lo cierto era que no sabía por qué había sacado el tema. No estaba en sus planes hacerlo. Pero sí lo había pensado más de la cuenta. Sí se había preguntado la razón por la que ya la había besado tres veces y en ninguna le había dado putas explicaciones. Había preferido fingir que no había pasado nada.

—No sé, Lucas —dejó caer los hombros, bajando un poco la guardia—. Igual para ti es algo normal. Eso de besar a alguien e ignorarlo después, pero para mí no lo es.

—Joder Bambi —soltó el aire por entre sus dientes—, no creí necesario hablar del tema.

—Claro, porque aquí solo importas tú —se cruzó de brazos, enfrentándolo con una calma que hasta a ella misma la estaba sorprendiendo y que a Lucas, en cambio, empezaba a sacarlo de quicio.

—No —se llevó las manos al pelo, un poco abrumado—. Porque solo fue un beso. Los dos quisimos y lo hicimos. Pero un beso no tiene que significar nada y tú lo sabes.

No había sido un beso, habían sido tres. Y cada cual mejor que el anterior.

Pero no lo dijo. Ya le habían dolido esas palabras más de lo que era capaz de aceptar, como para, encima, mostrarse vulnerable ante la roca humana.

—Supongo que tienes razón —asintió, tragándose la desilusión.

Al menos, ahora ya lo sabía. Para él, Daphne no solo era una amiga. Nada más.

Pero, ¿qué era él para ella?

Nada, maldita sea. Un imbécil. Un capullo. Un egoísta.

—¿Quieres saber por qué estoy enfadada de verdad? —dejó que la rabia aflorara un poquito.

—¿Por qué? —se cruzó de brazos, imitando su gesto, y la miró desde arriba. Irradiaba tanta fuerza que asustaba. Y le gustaba tanto que lo odió por eso.

—Porque eres un cretino sinvergüenza sin escrúpulos —escupió, dejándolo perplejo—. ¿Pensabas que nunca me iba a enterar? Oh, pues lamento decirte que ya lo sé todo. Sé que eres tú el que estás detrás de la construcción del centro comercial, como si este pueblo necesitara otro. Y sí, sé lo que vas a decirme: que es tu trabajo. Ya, ¿y el mío qué? Cuando estuve en tu casa y te hablé de mis problemas... —su voz se entrecortó—, lo único que hiciste fue decirme que me marchara de aquí, que la academia no era un trabajo para mí... —tuvo que parar porque las lágrimas amenazaban con salir disparadas.

—Bambi...

—No, ni se te ocurra interrumpirme —le advirtió levantando el dedo índice—. No espero que hagas nada por mí, ¿sabes? No encuentro ninguna razón por la que tendrías que hacerlo. Pero joder, ¿tu madre? ¿Ni si quiera eres capaz de darte cuenta de lo mucho que le duele que su familia quiera deshacerse de lo único que tiene realmente suyo?

Daphne se regodeó al verlo desviar la vista incómodo.

—Sabía que eras frío —declaró para finalizar—, pero no esperaba que fueras tan cruel.

Aquello lo enfureció, más de lo que a ella le hubiera gustado. Un brillo afilado destelló en sus ojos negros, duros como una plancha de acero negra, y la miró como si no fuera más que una cucaracha a la que tenía toda la intención de aplastar.

—¿Ya has terminado? —Daphne asintió—. Bien, ahora me toca a mi. No sé a que viene esta escenita, pero creo que no eres nadie para pedirme explicaciones y, mucho menos, para que yo te las tenga que dar. Por si no lo sabías, soy arquitecto y no rechazo un buen proyecto.

—Si, pero... —intentó replicar aunque calló al instante.

—Y con respecto al día que estuviste en mi casa y me hablaste sobre tus problemas económicos, mi intención no fue en ningún momento echarte del pueblo. Simplemente, no vi la necesidad de explicarte nada sobre mi trabajo, porque...

—Porque yo no soy nadie, lo sé —término la frase por él.

Lucas no dijo nada en un primer momento, solo la miró. Y sus ojos conectaron durante una milésima de segundo, provocando en Daphne unas ganas inmensas de enviar su cabreo a la mierda y pedirle que volviera a besarla de nuevo. Sin reproches. Sin explicaciones. Solo necesitaba volver a sentir lo que le hacían sentir sus labios.

No obstante, Lucas acabó asintiendo.

Y su corazón, idiota, gimoteó un poquito.

—Así que te pido por favor —añadió él, con la voz una o dos tonos más ronca, más profunda—, que nunca más vuelvas a meterte en mis asuntos. Y muchísimo menos en mi familia.

Daphne hizo de tripas corazón y cabeceó un par de veces en un asentimiento.

—Está bien, señor De la Vega —dijo agriamente—. No volveré a entrometerme en su vida.

Y se largó.

Con una sensación de desasosiego estrujándole el estómago.

Aunque antes de hacerlo percibió un deje de tristeza en sus oscuros ojos negros. Y si, Daphne, no viera esa misma tristeza en su mirada cada día no habría podido identificarla.

Pero, ¿tristeza por qué?

Si él muy idiota parecía tenerlo todo bajo control.

¿O solo era una pose? 

Un baile y nada más   [FINALIZADA]Where stories live. Discover now