49. Hecho

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Clarke que estaba sentada sobre el frío suelo bajo una destartalada ventana tenía su rubia cabellera apoyada hacia atrás en la pared mientras se abrazaba las rodillas con las manos contemplando a Lexa dormir profundamente en silencio desde hacia bastante rato tumbada sobre el viejo diván.

Por más que quisiese era incapaz de apartar sus ojos de ella. Lexa era sumamente hermosa, la mirase como la mirase. Su belleza era algo extendido que todos entendían como parte de ella, pero había una belleza mucho más allá que la que se veía a simple vista.

Poseerla, implicaba una clase de resistencia que solo alguien como Lexa tenía. Alguien tan llena de valor y fuerza resultaba casi tan misteriosa como atractiva para cierta clase de personas, incluida Clarke entre ellas.

No entendía ni pretendía entender la forma en la que había sido criada Lexa, pero no era difícil imaginar la clase de cosas que había debido enfrentar en su corta existencia. Una entereza y una fortaleza así no era pura fachada, formaba parte de ella. De su personalidad, de su esencia.

Conocerla de la forma en la que Clarke había comenzado a conocerla era todo un privilegio que no se había ganado fácilmente.

No sabía cuántas horas llevaría la Comandante de la Sangre sin dormir pero por su cansado rostro especulaba que muchas, muchas horas. Habían sido ajetreados días para todos, se figuraba cuan cansado y agotador había resultado para ella especialmente teniendo que soportar tanta presión por parte de Azgeda.

Y Roan...

Lo que él le había hecho aunque ella no hubiese mencionado nada al respecto, convertía eso en algo aún más deplorable para Lexa. No había podido evitar echar un vistazo a su malherido cuerpo mientras curaba sus heridas, y la indignación y la impotencia no habían hecho más que acrecentarse en su interior hacia el Príncipe de Azgeda.

Un débil sonido proveniente del pasillo casi imperceptible en cualquier otro momento para ella hizo que Clarke volviese la cabeza hacia la puerta. Su rostro cambió al ver una sombra pasar por delante de la puerta y echando un último vistazo a Lexa se puso en pie y se dirigió a la puerta.

Fuera de pie, en la penumbra del pasillo Ontari se mantenía muy quieta.

Clarke que endureció su mirada nada más verla fue a decir algo pero Ontari alzó el dedo parandola en seco antes de señalar a la puerta. Ella tampoco quería despertar a Lexa.

Eso desconcertó a Clarke sobremanera antes de tomar bruscamente a Ontari del brazo, y alejarla por el pasillo todo lo posible de donde se encontraba Lexa. En cuanto la soltó bruscamente cerca de las puertas del ascensor ya lejos de la habitación, Ontari se la quedo viendo.

—Estoy aquí por ti, no por ella —declaró sus intenciones ella.

Clarke que se preparó mentalmente para lo que posiblemente vendría a continuación no retrocedió ni un ápice de su sitio. Si iba a matarla mejor que fuese lejos del alcance de Lexa, aunque le plantaría cara con todo lo que tuviera.

—Sabrán que has sido tú —dijo Clarke arqueando una ceja—. Y no creo que durases mucho con la piel puesta si te atrevieras.

Ontari que se la quedó viendo largamente en silencio, hizo un débil gesto.

—No estoy aquí para eso —dijo ella costándole un mundo reconocerlo—. Estoy aquí porque necesito tu ayuda.

Clarke que se sonrió irónicamente creyendo que bromeaba, descubrió que no existía ni una pizca de burla en sus palabras y le devolvió la mirada confusa.

—Hablas en serio —musitó Clarke casi para si en voz alta.

—Muy en serio —dijo Ontari con sus ojos fijos sobre los de ella—. No estarías respirando ahora si no lo hiciese.

Asumámoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 1. (#TheWrites)Where stories live. Discover now