130. Libertad De Movimiento

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Octavia que está de pie en la sala de mandos observa junto a Kane uno de los mapas, no ha tenido noticias de Clarke, Lincoln o Abby en las últimas horas desde que partieron hacia Arcadia y está algo preocupada.

La cabeza le duele un poco por la resaca de la noche anterior y apenas ha pegado ojo pero no hay tiempo para lamentaciones ahora.

—La radio cortó toda comunicación esta mañana —dijo Kane haciendo un gesto al mirarla—. Sinclair cree que no ha sido por la tormenta.

—¿No ha habido interferencias?

—Si, las ha habido hasta apróximadamente las seis o siete de la mañana que la señal de ha cortado de golpe —advirtió Kane con un cansado gesto—. Ahora que la tormenta ha amainado un poco, podríamos enviar a unos pocos a Polis para comprobar que hayan llegado bien.

Octavia que se le quedo mirando unos instantes tragó.

—Preferiría ir yo...

—Pues no debes, ahora eres Canciller Octavia —repuso Kane devolviéndole la mirada—. Tienes asuntos mucho más importantes que tratar aquí. Deja que el equipo se ocupe de esto.

Octavia que supo ahora que iba a arrepentirse más de una vez de ostentar el cargo le costó un poco pero al final asintió.

—Está bien, pero llevarán radios quiero saber dónde se encuentran en todo momento y que está pasando en Polis.

—Dare la orden enseguida —dijo Kane asintiendo antes de marcharse por la puerta.

Octavia que se pasó las manos un tanto agobiada por la larga melena oscura cerro los ojos respirando hondo antes de pasearse por la habitación.

Bellamy que se disponía a entrar en ese momento se la quedo viendo.

—Se habrán agotado las baterías —dijo advirtiendo su angustia y su preocupación al entrar—. Estarán bien, Octavia.

—Ya, ya... —dijo ella fastidiada sin detenerse a mirarle antes de volverse hacia él—. ¿Y si no?

—Ahora estamos bajo la protección de Lexa, nadie osaría desafiarnos sin pretender desafiarla a ella y ahora mismo no conozco a nadie tan loco como para ello.

Octavia que se paso las manos por la cara nerviosamente las llevo después a la parte trasera de sus pantalones.

—No me has hecho llamar por eso, ¿no? —preguntó Bellamy con preocupación al mirarla así.

—No —admitió Octavia acercándose a la mesa—. Necesito tu ayuda con algo.

—Tú dirás...

Octavia que guardo silencio durante largos instantes sabiendo de antemano que Bellamy pondría el grito en el cielo alzó la mirada para verle a los ojos.

—Quiero echar abajo los muros de Arcadia —declaró Octavia viendo el rostro de Bellamy palidecer y cambiar súbitamente—. Quiero negociar nuevas tierras con Lexa que nos permitan cultivar, pactar con los terrestres, que podamos comerciar con ellos.

—¿Lo dices en serio? —mirándola completamente desconcertado.

—Completamente en serio, Bellamy —repuso ella con un gesto señalando el mapa con los distintos sectores—. Estos somos nosotros, estamos aquí solo porque Lexa nos lo permite, lo que quiero hacer es demostrar que nos estamos ganando el derecho a permanecer en estas tierras, que podemos serles de utilidad al resto de clanes. Tienen que saber que ya no somos foráneos, esta tierra es nuestra y vamos a luchar por quedarnos en ella.

—Abrir Arcadia a los terrestres es una locura Octavia, ellos no son como nosotros, muchos aprovecharan la oportunidad.

—Y si lo hacen estaremos preparados para ello —le aseguró Octavia mirándole a los ojos con determinación—. La Nación Trigeda es orgullosa, es guerrera pero necesitan alimentarse tanto como lo necesitamos nosotros. Necesitan medicinas, necesitan sanadores como los que nosotros tenemos, jugaremos con esa ventaja y a cambio, Skykru permanecerá en paz aquí.

Bellamy que no lo había visto de esa manera antes dudó un poco ante aquellas palabras.

—Octavia...

—Toda alianza conlleva sus riesgos, Bell, todas... —expusó Octavia quedándosele viendo a los ojos—. No se trata de confianza, no se trata de credulidad, se trata de integración y no podremos integrarnos si seguimos manteniéndonos aislados del resto de clanes. Ahora somos uno, el decimotercer clan. La gente del cielo sigue sin desear ser vistos como una amenaza para ellos, esta es la única manera en que nos vean como sus iguales —insistió la joven Canciller—. Sin libertad de transito para nuestro pueblo, sin libertad para comerciar, escoger o amistar con otros terrestres no tenemos nada. Nada, Bellamy...

Bellamy que se la quedo viendo bajó la mirada al mapa, Octavia tenía razón. Hasta ahora incluso perteneciendo a la Coalición habían permanecido aislados del resto de clanes, aún habiendo sido invitados de honor en la unión de sangre entre la Heda de los Trece Clanes y el Príncipe Roan de Azgeda, los trikrus seguían viéndoles como simples foráneos. Gente que había caído del cielo y se había apropiado de sus tierras allí. Si querían realmente mantener la paz con los terrestres, si querían integrarse en su nación lo que Octavia proponía era lo más sensato y aunque conllevaba un grave riesgo, ¿qué alianza no?

—Está bien —acertó a decir Bellamy levantando la mirada para verla—. Te apoyaré en esto, pero tomaremos toda clase de precaución antes. No arriesgaremos la vida de nuestra gente sin saber que los terrestres están dispuestos a aceptar la presencia Skykru en su forma de vida. Lexa debe garantizarnos eso al menos.

—De acuerdo —asintió ella al escucharle mirando a Bellamy—. Hablare con ella sobre esto.

—Octavia —titubeó Bellamy unos instantes sin apartar sus ojos de los suyos—. Si te equivocas en esto...

—Conozco las consecuencias, Bellamy —contestó Octavia sosteniéndole la mirada.

—Bien, solo deseo que no lo hagas...

—Procuraré no hacerlo —prometió su hermana sabiendo que esa clase de error sería nefasto y no solo para ella.

Arcadia debía ser un pueblo libre, uno al que poder acceder, uno que poder tener acceso al resto de los pueblos. Sin libertad no habría paz ni prosperidad, sin libertad no habría absolutamente nada en el futuro. Esta avenencia debía ir bien...

Continuara...

Asumámoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 1. (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora