137. Únete A Mi

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Abigail que no perdía detalle de reojo de lo que Andros hacía moviéndose por la habitación, estaba arrodillada junto a Lincoln que tenía la pierna extendida sobre un par de raídos almohadones.

—Tras la caída de la Montaña el negocio mermó, perdí muchas ganancias, tuve que desechar muchas bocas inútiles que ya nadie quería comprar. La Montaña siempre fue generosa con los míos, tú sabes. Los segadores eran la fuente principal de mis ingresos, ahora que esa puta acabó con ellos me encantaría rebanarle la garganta para agradecérselo —masculló con resentimiento Andros sirviéndose otra copa de la jarra.

Abigail que se tensó sabiendo que se refería a Wanheda al hacerlo jaló del grueso hilo con el que suturaba la pierna de Lincoln y este siseó compartiendo una secreta mirada con ella.

—He oído que Lexa la mantiene en la capital —se aventuró a decir él despacio.

—Si, yo también lo he oído. Lastima, podría haber disfrutado mucho de su compañía y su venta me habría ocasionado gran gozo.

Andros se llevó la copa a los labios bebiendo largamente mientras la amarga mezcla se derramaba por entre sus labios cayendo sobre su cuello. Lincoln que le contempló largamente en silencio vio a Andros lanzarse sobre sus mullidos almohadones que hacían a su vez de lecho y posar sus ojos sobre ellos con una grotesca sonrisa.

—Es cuidadosa —dijo observando como Abby suturaba con cuidado y dedicación la herida—. Tiene buenas manos, ¿quién sabe? Igual me quedo con ella.

Abby que se tensó ligeramente al oírle dirigió su mano al suelo cogiendo algunas gasas para limpiar la zona de la sangre que salía a consecuencia de la sutura.

—Ya te he dicho que es mi prisionera —repuso Lincoln escuetamente mirándole a los ojos con determinación—. No te quedarás con ella.

—¿Acaso no te estoy demostrando lo hospitalario que puedo llegar a ser Lincoln? —se sonrió él jugando con el borde de la copa antes de mirarle—. Una sanadora siempre es un bien preciado, especialmente para los pocos que nos dedicamos a esto. Mis hombres lo agradecerían.

—La hospitalidad es una cosa y el provecho es otra muy distinta, Andros. No puedo presentarme en Azgeda con las manos vacías, no después de haber traicionado a los míos como lo he hecho.

Andros que se le quedo viendo largamente se sonrió sabiendo que había cosas que le ocultaba.

—Tenemos un dilema aquí.

—No hay dilema alguno —sentenció Lincoln enfrentando sus ojos—. Son mías, las dos.

—Eres tan testarudo como Indra, ¿lo sabías? —barbotó él con gesto fastidioso—. Te propongo una cosa...

Abby que temió que fuese a atacarle se detuvo contemplándole de reojo.

—Únete a mi.

—¿Unirme a ti? —fue la clara respuesta de Lincoln que la sintió detenerse sin necesidad de mirarla.

—Eres uno de nosotros Lincoln, un paria, un descarriado, un natrona —complaciéndose en cada palabra pronunciada con deleite sin dejar de mirarle—. Cómo bien dices nada te espera al otro lado, entre los míos importarías. De hecho, hace muchos años que tengo deseos de reclutarte y de que te unas a mis filas.

Lincoln que guardó silencio al escucharle le sostuvo la mirada descubriendo la verdad en sus ojos. Abigail que tragó al oírle bajó la mirada al muslo herido de Lincoln comenzando a fajarlo con vendas limpias.

—No tienes porque ser un desterrado más, únete a mi y te prometo mucha más sangre y riquezas de las que podrías querer abarcar.

—Ni soy obediente —repuso Lincoln fijando su mirada decisiva en él—. Ni me inclino ante nadie.

—Eso ha quedado muy claro siempre —contestó Andros sonriéndose con saña—. Es la insubordinación y el inconformismo lo que te ha traído hasta aquí. Pero no te pido que te inclines ante mi, sólo que seas uno de mis hermanos. Un igual, un luchador. Garantizo que no serías un soldado más entre mis filas, serías un victorioso campeón. Un paladín entre paladines.

Lincoln que se le quedo viendo largamente en silencio sopeso sus palabras, no eran ninguna tentación para él. La clase de escoria sin honor e integridad, que eran Andros y sus hombres no era nada en lo que Lincoln tuviese deseos de convertirse pero no podía dejar de recordar que estaba herido y que por el momento no tenía más opción que pactar con él.

—Quiero una tienda como está —dejó claro Lincoln para sorpresa de Abby que no esperaba una respuesta así—. Quiero un buen porcentaje de todo cuánto saquemos y quiero ocupar un lugar privilegiado junto a ti.

—Eso es tener iniciativa —acordó Andros consigo mismo esbozando una satisfecha sonrisa al oírle.

Lincoln que no sonrió en absoluto enfrento la mirada de sus ojos con férrea determinación.

—Y las skykrus se quedan conmigo —sentenció por último viendo sus ojos vacilar—. Si alguien tiene que venderlas, castigarlas o despacharlas lo haré yo y solo yo, ¿queda claro?

Andros que le observó en la corta distancia largamente finalmente se sonrió cruel y complacido.

—Son tus capturas, me parece justo.

Abigail que tembló al terminar de vendar la pierna se volvió hacia la mesa sintiendo bruscamente la mano de Lincoln posarse sobre su brazo. En cuánto se volvió la frialdad en la mirada de él le heló la sangre.

—Ve a buscar más agua y limpia toda esta porquería, muestra algo de respeto por nuestro anfitrión.

Andros que se sonrió ante la rudeza de ese gesto la observó recoger rápidamente las gasas sucias en silencio y reunirlas todas para marcharse de allí.

—Me gustan dóciles y obedientes —dijo Andros dándole una miradita cómplice a Lincoln viéndole echarse hacia atrás para reposar—. Sé ve que está bien disciplinada.

—Lo está. No dará ningún problema —dijo Lincoln inclinándose hacia delante para coger a Abby bruscamente por el cuello y enfrentar sus ojos con dureza—. ¿Verdad que no?

Abby que sintió su amenazante presencia vislumbró en sus ojos un ápice de culpabilidad, sabía que trataba de protegerlas y de no colocarlas en un lugar aún más peligroso en manos de ellos.

—No, ninguno... —musitó ella apenas audible.

Lincoln la soltó hacia atrás y Abby cayó de golpe al suelo disponiéndose a recoger sus cosas sintiendo la risa de Andros resonar agriamente por todo el lugar.

—El agua está atrás en el viejo pozo —le indicó a Abby con gesto despota antes de sonreír despiadadamente a Lincoln enfrentando su figura—. Bienvenido a la Jauría...

Continuara...

Asumámoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 1. (#TheWrites)Where stories live. Discover now