128. Proposito De Vida

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En el exterior de la Torre de Polis hay mucho alboroto, mucho jaleo mientras el maltrecho cuerpo de Titus es recuperado de entre los restos de las ruinas y desatado para colgarlo como ofrenda a la heredera de Heda regalo del Pueblo Arbóreo a su futura mandataria.

Aden que ha pedido permiso a la Heda de los Trece Clanes llama suavemente a la habitación de Halena aguardando en silencio en la puerta. Al no recibir respuesta alguna mira a ambos guardias y abre despació colándose dentro con Natshana entre los brazos.

Nada más cerrar tras de si viendo a Halena tumbada sobre la cama deja al pequeño cachorro en el suelo y se acerca lentamente. Su respiración es costosa, pesada. Su pálida piel parece haber recuperado algo de color y en su rostro ya apenas hay rastro de sangre. Halena parece dormir plácidamente pero en cuanto la madera del suelo cruje un poco bajo la bota de Aden, ella se tensa.

—¿Quién anda ahí? —pregunta quedamente ella con cierta inquietud en la voz sin abrir sus ojos.

—Soy Aden —responde él aliviado al volver a escuchar su voz acercándose a la cama despacio—. Heda me concedió permiso para venir aquí, quería verte.

—Aden —murmura Halena débilmente con una imperceptible sonrisa.

—Lamento mucho lo ocurrido —admitió él apenado bajando la mirada hacia la cama—. No debí dejarte sola en ningún momento. Si tan solo hubiese sabido que el maestro Titus sería capaz de hacer una cosa así, yo...

—Tranquilo —le consoló ella en apenas un murmullo—. Lo sé... sé que no tuviste nada que ver...

—Halena, lo siento mucho —se lamentó él al escucharla apesadumbrado.

—Parece mucho peor de lo que es —intentó consolarle ella de nuevo levantando la mano temblorosa para llevársela al rostro y apartarse una roja lágrima que escapaba del rabillo de sus ojos—. Ontari dice que me pondré bien pero que no he de abrir los ojos de momento, la luz podría hacerme más daño...

Aden que trago bajo la mirada sintiendo al cachorro pasearse entre sus piernas.

—Aquí hay alguien que también estaba preocupada por ti —dijo agachándose para cogerla en brazos escuchándola ronronear y estirarse entre sus brazos mimosa y adormilada—. Natshana, di hola a Halena...

—Natshana... —murmuró sonriéndose ella al escuchar que la tenía en brazos.

—Te ha echado mucho de menos, pero ha sido muy buena —le aseguró Aden acariciando al cachorrito con cariño—. Apenas ha llorado por ti.

Halena que por su voz sabía que mentía se sonrió débilmente con cierta tristeza.

—No te ha dejado dormir, ¿eh?

Aden dejó escapar una leve risita bajando la mirada a la panterita sabiéndose pillado en falta.

—Ni un poco siquiera... —se sonrió Aden en broma mirándola ahora. Parecía tan vulnerable, tan frágil que daría cuanto tuviese ahora mismo por no verla sufrir así.

—Que fastidio —se sonrió vagamente Halena también en broma.

Una nueva oleada de clamores y gritos estalló en el exterior y Aden volvió la cabeza tragando al saber lo que estaba pasando fuera.

—Aden —murmuró Halena en un susurro—. ¿Tú sabes lo que está ocurriendo ahí fuera?

Aden que tragó con fuerza volviéndose hacia ella negó imperceptiblemente aunque Halena no pudiese verle.

—No...

—Espero que luches mejor de lo que mientes —se sonrió ella con débilidad sintiendo de nuevo lentas y rojizas lágrimas escapar de sus cerrados ojos—. Porque serías un pésimo luchador sino...

Aden que torció el gesto puso una cara.

—¿Quién sabe? Quizás cuando te recuperes pueda demostrártelo...

Halena se sonrió dejando escapar una fatigada risita.

—Te machacaría —alardeó ella con un gesto.

Aden se sentó en la orilla de la cama riendo suavemente al escucharla reir así.

—Hazlo, recupérate —la retó él para alentarla a recuperarse mucho más que a pelear—. Y tendrás ocasión de demostrarme lo buena luchadora que eres.

—Lo haré —repuso ella sintiendo una nueva oleada de sopor invadirla y extenuarla por el esfuerzo.

Aden que se preocupó mucho al verla así dejo a Natshana en el suelo y se inclinó colocando la mano en el brazo de ella para ayudarla a incorporarse un poco y que mejorase su postura.

—¿Te duele? —preguntó con angustia él sujetándola entre sus brazos.

—No demasiado —mintió Halena cerrando sus ojos con fuerza sintiendo esa sensación de dolor agarrotar de nuevo su interior soportando una nueva oleada de dolor—. Pasará...

Aden que tragó apretó contra su pecho instintivamente a Halena como si quisiese quedarse él con todo su dolor. ¿Cómo podía haber hecho el maestro Titus algo tan horrible a ella?

Carecía de derecho.

Titus merecía cuanto le estuviesen haciendo. Halena era cándida, hermosa e inocente, mucho más que cualquiera de los que estaban allí. Mucho más cordial y honesta de lo que a Titus le gustaría admitir. Y al igual que a Heda, Aden le consagraría su vida.

Protegerla se iba a convertir en su mayor propósito en la vida, más que convertirse en Heda alguna vez. Más que alcanzar la gloria como Comandante ante su pueblo. Aden aspiraba a un cometido mucho más valioso con ella.

—Esto también pasará... —murmuró Halena casi para si sintiendo el calor de su cuerpo contra el de ella y la protección que la envolvía en aquellos instantes gracias a él.

Continuara...

Asumámoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 1. (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora