115. En El Olvido

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La intensa lluvia cae sobre las calles de Polis y arrastra la tierra colándose por debajo de la puerta que dan a los bajos dominios del Guardian de la Llama muy cerca de la explanada de la Torre de Polis.

Titus, el viejo maestro fleimkepa tiene las manos apoyadas sobre una arcaica mesa llena de pociones, pócimas, y otros remedios, cuyos secretos ha ido guardando con el poderoso paso del tiempo generación tras generación, tiene la mirada posada sobre la mesa.

El sonido de la lluvia azotando sin piedad fuera donde debería estar él consiguiendo el antídoto para lo que le ha dado a Halena, tal como Heda ha ordenado apenas le permite escuchar sus pensamientos con claridad.

El penumbroso e intrincado salón permanece iluminado solamente por las copiosas antorchas y velas que apostadas por todo el lugar aportan la tan necesaria luz que se necesita para poder ver en la oscuridad.

La espiritualidad y el misticismo que desprende el sagrado lugar hace que la atmósfera este cargada de sinuosa solemnidad en el instante en que el viejo fleimkepa se da cuenta de que no está solo.

—Esto es un santuario, tu presencia no es bienvenida aquí —murmuró claramente el maestro alzando lentamente la mirada de la mesa hacia la inmensidad de la habitación.

Ontari que ladeo ligeramente la cabeza al oírle contemplándole en silencio a sus espaldas descendió primero un escalón, y luego otro lenta y pesadamente sin dejar de mirarle. Respetaba ese lugar tanto como todos en Polis, y por eso derramar sangre en él no le entusiasmaba especialmente.

—Becca Pramheda fundó este lugar para preservar su legado en el tiempo y en el espacio —murmuró el maestro contemplando las húmedas y ruinosas paredes del lugar—. Su sagrada palabra transmitida de generación en generación, protegida, conservada con recelo... su bendito legado consagrado al servicio de su pueblo aquel que dejó tras de si hace ya tanto tiempo...

—Lo preguntaré una sola vez, ¿qué has utilizado con ella? —inquirió aterciopeladamente Ontari ignorando sus palabras.

—Lexa kom Trigeda ha sido mi mayor logro, mi alumna más aventajada y provechosa. Su potencial desde el principio siempre destacó por encima del resto de natblidas de su generación —siguió diciendo Titus con la mirada puesta en las llamas a lo lejos dándole la espalda—. El amor ha hecho de ella una persona descuidada y débil, negligente en sus decisiones. La ha apartado del buen camino y la ha convertido en la sombra de lo que alguna vez fue.

Ontari que paciente no era se paseo con cautela por la estancia en la cuál nunca antes había estado sin fijarse siquiera en ella tan solo en él.

—¿Qué has utilizado? —preguntó seca y lentamente ella endureciendo aún más si cabe su ya de por si amenazante expresión.

Titus que cerro los ojos por un segundo disfrutando de esa plácida sensación de calma antes de una tormenta, se volvió hacia Ontari con decisión.

—Soy Titus kom Trikru, Fleimkepa de Polis, Maestro de Natblidas y Guardían de la Llama y tú Ontari kom Azgeda, Reina de Nada no te enfrentarás a mi —sentenció amenazante el maestro clavando sus peligrosos ojos en los de ella.

Ontari que sostuvo con determinación su mirada casi sonrió para si al oírle.

—Confíaba en no tener que bañar con tu sangre las sagradas paredes de este lugar pero tú decrepito anciano no me das otra elección —repuso la renuente reina de Azgeda con complacencia deseando la contienda.

Titus que cambió súbitamente su rostro enmascarando la indignación, la desconfianza y el temor de su interior, endureció aún más su mirada y fue entonces cuando el verdadero horror se desencadenó.

Asumámoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 1. (#TheWrites)Where stories live. Discover now