103. Sangre No Tan Nocturna

542 61 38
                                    


Bien entrada la noche, en una de las estancias dedicadas especialmente a los natblidas, Halena y Aden están sentados sobre varios almohadones en el suelo mientras en una baja mesa hay dispuestas varias bandejas llenas de deliciosos manjares que han sido especialmente dispuestos para la cena.

Natshana, que ha despertado del todo apoya graciosamente sus patitas una delante de otra y salta entre ellos, deslizándose por entre los almohadones intentando captar la atención de ambos y que le proporcionen mimos y caricias igual que han estado haciendo antes.

Halena que aparta un poco la bandeja del borde de la mesa para que Natshana no la tire al suelo con sus saltos, se lleva a la boca una especie de pastelillo mientras escucha atentamente como Aden termina su historia.

—...y así es como la Primera Comandante descendió de los cielos y nos convirtió en su pueblo asegurando que su legado de sangre perdurase en el tiempo —explicó Aden con cierta emoción en la voz sentado frente a ella cogiendo otro pastelillo—. Por eso solo unos pocos heredamos la Sangre Nocturna en cada generación...

Halena que nunca había oído la verdadera historia de su gente contada de la mano de un autentico natblida estaba absolutamente inmersa en ella, conocer aquellos detalles había contestado a muchas de las preguntas que siempre se había planteado en secreto. En Azgeda nadie se preocupaba de esos temas, salvo Ontari jamás había escuchado hablar de una Sangre Nocturna que proviniese de aquellas heladas tierras y ahora sabía el porque y entendía mejor el funcionamiento de la sagrada llama para preservar el legado de la Primera Comandante.

—Vaya —murmuró Halena prendada de admiración y asombro.

—¿De verdad nunca antes habías escuchado nuestra historia? —preguntó Aden mientras veía a Natshana mordisquear su bota, sonriéndose al apartarla con la mano para que no se hiciese daño.

—No, nunca —negó ella al escucharle acercando la mano para coger a Natshana y colocarla en su regazo para que estuviese quieta—. En Azgeda las únicas historias que importaban eran aquellas que tenían que ver con la Ascensión de la Reina Nia al poder y con la afrenta del Pueblo Arbóreo a nuestra gente.

Aden que se fijó en ella hizo un débil gesto.

—Debió de ser muy duro criarse allí, si de algo tiene fama la Nación del Hielo es de ser despiadada y cruel.

Halena que bajó la mirada a la cría al oírle le acarició suavemente la aterciopelada piel.

—Lo es. Allí todo se basa en vivir o morir, no hay lugar para la esperanza o la indulgencia.

Aden que comprendió bien de lo que hablaba se la quedo viendo largos instantes.

—Aquí nunca más tendrás que vivir así. Heda no permitirá que ocurra tal cosa —aseguró él levantadose del suelo para ir a lavarse las manos.

—Lo sé, Heda es asombrosa —dijo Halena sonriendo para si mientras acunaba al cachorro que trataba de zafarse y mordisquear la manga de su largo vestido.

Ella se sonrió aún más al verla intentar hacer eso y alzó la mano en el aire, viendo a Natshana intentar alcanzar la manga con sus pequeñas patitas delanteras apoyada en las traseras.

Aden que se fijó en ellas dejó escapar una tenue risita.

—Me temo que pronto morderá todas aquellas cosas que te sean favoritas —volviéndose hacia la puerta viendo entrar a uno de los siervos dejando sobre la mesa otra bandeja con algo más de bebida y comida—. Me he manchado las manos, regreso enseguida.

—Aquí estaremos —dijo ella centrada en jugar con el cachorro agradeciendo lo que les habían servido.

Aden que esperó a que el siervo de la Torre saliese, cerró la puerta tras de si al salir dirigiéndose al baño que estaba más cercanamente.

Asumámoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 1. (#TheWrites)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin