76. Todos Cometemos Errores

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El suave sonido de unos nudillos golpeando la puerta a esas horas de la madrugada no interrumpió en absoluto los pensamientos de Clarke. Llevaba desde esa misma tarde sentada sobre la manchada alfombra en el atestado suelo. La ropa, los cajones, los cristales, el candelabro y los pedazos de madera rota continuaban desperdigados a su alrededor sobre el suelo.

Clarke tenía el rostro empapado por las lágrimas y parte de la cara y el rubio cabello manchados de sangre ahora algo más seca. Sus manos temblaban apoyadas una sobre la flexionada rodilla y la otra sujetando su cabeza. Sus ojos estaban cerrados y estaba completamente sumida en sus introspecciones.

La Heda de los Trece Clanes no se dio por vencida y creyendo que estaba durmiendo apoyo la mano de la manilla de la puerta abriéndola suavemente hacia dentro. Nada más hacerlo su rostro cambió, palideció ante tal escena.

El panorama era desolador.

—¿Qué ha ocurrido aquí? —preguntó casi para si Lexa entrando directamente en la habitación mirando todo el destrozo a su alrededor—. ¿Quién ha hecho esto?

Su primera intención fue volverse para amonestar a los centinelas apostados en los pasillos. Alguien había atacado a una de sus embajadoras y nadie parecía haber hecho nada para impedir eso, pero la voz de Clarke apagada y extinta se lo impidió.

—He sido yo —susurró con débil voz ronca.

La expresión en el rostro de Heda cambió súbitamente al escucharla. ¿Clarke había hecho todo eso? ¿Lo había ocasionado ella?

Lexa que se acercó de inmediato a ella se agachó quedando a su altura, viendo la sangre manchar su rostro y escurrirse muy lentamente por entre sus dedos formando un pequeño charco sobre la alfombra.

—Clarke, mirame —le pidió ella fijándose en sus ensombrecidos ojos—. ¿Qué ha ocurrido?

Clarke que tembló al escuchar su voz sintió sus ojos llenarse de lágrimas al tiempo que era incapaz de alzar la vista para enfrentarla.

—Soy una estafa —repuso tras unos instantes intentando reunir fuerzas mientras las lágrimas rodaban nuevamente por su cara—. Un fraude, Lexa.

La Heda de los Trece Clanes no entendió bien de qué hablaba.

—Quise aparentar que era mucho más fuerte que todo esto, que podía con ello —murmuró afligida mirando al suelo—. Que nada me afectaba, y me ha superado...

—Clarke...

—Creí que con el tiempo se volvería más fácil hacerlo, ocultarlo —cerrando los ojos intentando reprimir el lamento—. Simular que era cómo ellos, pero ya nunca volveré a ser como ellos...

Lexa que se preocupó mucho al verla así llevo la mano suavemente a la muñeca herida apartándosela del rostro antes de levantarle la cabeza suavemente por el mentón para que la mirase.

—Nadie espera que seas perfecta, Clarke —repuso ella sincera viendo el dolor reflejarse de aquella devastadora manera en sus ojos—. Nadie.

Al oír sus palabras los ojos de Clarke se llenaron aún más de lágrimas y su corazón terminó por romperse.

—Bellamy si...

Lexa que supo entonces qué había provocado todo aquello en ella endureció por un segundo la expresión de su cara, pero no fueron sus deseos de venganza los que se impusieron sino confortarla a ella.

—Bellamy debe darse cuenta de que almas tan valientes y acorazadas como la tuya, tienen ciertos limites a la hora de expresar apropiadamente lo que sienten. Estoy segura de que su intención no era lastimarte.

—Pues lo ha hecho —reconoció Clarke entre lágrimas al mirarla.

La Heda de los Trece Clanes se la quedo viendo largamente a los ojos y repuso sincera a ello.

—Lamento oír eso.

Clarke que tembló aún más no pudo evitar irrumpir en sollozos llevándose la mano herida al rostro para ocultar su vergüenza ante ella.

—Clarke, las personas cometen errores, todas ellas. El coraje se muestra asumiéndolos, aprendiendo de ellos y no repitiéndolos —repuso Lexa serena doliéndole en el alma verla tan expuesta—. Sé fuerte para que nadie te derrote, noble para que nadie logre doblegarte, humilde para que nadie logre lastimarte. Admite lo que sientes, reconoce tu dolor, familiarízate con él y solo así podrás dominarlo.

—El amor es debilidad —murmuró Clarke reconociéndose en aquellas palabras que representaban su pueblo.

—Así es, el amor es debilidad —repitió Lexa serena contemplando sus afligidos ojos frente a ella antes de acercar el dorso de la mano a su rostro llevándose consigo sus lágrimas—. Pero el amor es un mal necesario para sobrevivir a esta vida de desdicha.

Clarke que se la quedo viendo a los ojos escuchándola hablarle de esa manera tan honesta evocó esos sentimientos que la hacían sentirse tan desgraciada y sin saber como, Clarke se inclino capturando los labios de Lexa en un lento y necesitado beso.

Lexa que se vio completamente tomada por sorpresa cerro los ojos al sentir los suaves labios de Clarke sobre los suyos pero en cuanto la mano de Clarke se poso sobre su rostro Lexa no pudo evitar apartarse un poco de ella con la respiración un poco entrecortada por el momento.

—No, Clarke, no... —murmuró ella costándole rechazar los sentimientos que en ella había despertado, aunque no era ninguna ingenua sabía que Clarke solo buscaba resarcirse con ella—. Tú no quieres esto. Solo me estás utilizando para sentirte menos vacía.

Eso hizo que Clarke temblase más enfrentando sus ojos con cierto resentimiento.

—¿No lo hacen todos?

Lexa que cambió la expresión de su rostro al escucharla, apartó la mirada visiblemente dolida tratando de encajar ese bajo golpe en cierta manera. Sabía que Clarke, solo pretendía descargar su irá con alguien, y que su rechazo había sido la excusa perfecta para tomarla contra ella. No por eso, dejaba de sentirse menos herida por ella.

En cuánto Clarke la vió así se arrepintió al instante de haber proferido esas palabras contra ella. Lexa no se merecía aquello.

—Lexa perdona, yo... —titubeó ella afectada llevándose las manos a la cabeza completamente azorada por todas esas emociones y sentimientos—. No se lo que digo, no se qué estoy diciendo...

Las lágrimas escaparon a su control mientras Clarke se sumía nuevamente en llanto y Lexa que se la quedo viendo respiro hondo disimuladamente mirando al techo para no derrumbarse ella también.

—Ven, vamos —repuso Lexa ayudándola a levantarse del suelo dejando a un lado esos sentimientos viendo aún su mano sangrar—. Debemos curar eso...

Clarke que consiguió ponerse en pie con su ayuda apenas sintió las piernas, y tuvo que apoyarse de ella para poder andar aún entumecida.

Lexa se estaba portando tan bien con ella, tan bien aún cuando no se lo merecía, que sintió verdadera lastima de no ser capaz advertir eso tan especial que Lexa parecía ver en ella.

La Heda de los Trece Clanes otra cosa no, pero era una persona muy especial. Muy auténtica. Y debía sentirse muy agradecida por tener la suerte de que la Comandante accediese aún a formar parte de su vida y de ella.

Continuara...

Asumámoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 1. (#TheWrites)Where stories live. Discover now