52. Reclámale

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Amanece y las primeras luces del día se cuelan a través de las traslucidas cortinas. Clarke que esta de pie junto a la ventana apenas ha dormido mientras contempla como la capital de la Coalición despierta.

—¿Has estado todo el tiempo ahí? —preguntó Lexa apaciblemente pasándose la mano por el rostro algo adormilada.

Clarke que se volvió al oírla se apartó un poco de la ventana mirándola.

—¿Cómo te encuentras?

Lexa que se la quedo viendo en silencio finalmente confeso.

—Duele menos ahora.

Clarke que se acercó al oírla se sentó sobre la pequeña mesa frente a ella.

—Necesito que hablemos sobre algo.

Lexa que ahora mismo no estaba en posición de deberle nada hizo un débil gesto.

—Tú dirás.

Clarke que se la quedo viendo pensó en no importunarla en aquellos momentos, darle tiempo para que se recuperase pero en un asunto tan delicado como lo era ese el tiempo apremiaba y mucho.

—Es sobre Ontari.

Lexa que cambió súbitamente su expresión se llevó la mano al costado incorporándose un poco en el sofa.

—¿Ha hecho algo? —quiso saber Lexa al instante temiendo lo peor.

—No, no —dijo Clarke llevando sus manos hacia ella para que volviese a tumbarse y se tranquilizase—. No ha hecho nada, tranquila.

Lexa que la miró con desconcierto quiso saber.

—Quería hablar conmigo.

—¿Ha estado aquí? —preguntó Lexa haciendo un leve gesto de preocupación disponiéndose a levantarse de nuevo.

Clarke se apresuro a pararla nuevamente con su mano.

—Lexa está todo bien, no ha hecho nada. No ha pasado nada, solo necesitaba mi ayuda.

Lexa que la miró sin comprender no imaginaba que clase de ayuda podía requerir alguien como Ontari de ella.

—No debes confiar en alguien como ella —dijo Lexa al instante mirándola.

—No lo hago —dijo Clarke segura viendola a los ojos—. Pero este asunto es más importante para ella de lo que lo es para ti.

Lexa ladeo la cabeza prestándole ahora toda su atención. Clarke se tomó unos segundos pensando en cómo contarselo y al final que lo más conveniente sería ser clara en todo eso.

—Ontari tiene un hijo —dijo Clarke haciendo un gesto al mirarla—. Ella y Roan.

Lexa que cambió la expresión de su cara no pudo disimular su asombro al oírla. Era la Heda de los Trece Clanes, la Comandante de la Sangre. ¿Cómo no estaba al tanto de eso?

—Tiene solo dos años, y Nia amenaza con hacerle daño si Roan o ella la desobedecen.

Lexa que enmudeció al escucharla se sentó con esfuerzo sujetando el vendaje de su costado antes de poder procesarlo.

—Sé que Azgeda te ha causado mucho daño Lexa, pero no podemos permitir que un niño tan pequeño pague las consecuencias —le dijo Clarke mirando sus ojos con cautela—. No es justo que lo haga.

—Azgeda traicionó mi Coalición, Clarke... —comenzó diciendo Lexa cerrando por un momento los ojos no queríendo alterarse en aquellos momentos—. Asesinó vilmente a Costia y me amenazó con provocar una guerra que diezmase a mi pueblo.

—Tienes toda la razón, Lexa. Azgeda lo hizo, Nia lo hizo —intentó razonar Clarke con ella mirándola consciente de lo mucho que le pedía—. Pero no ese niño. Él es inocente. Culpable tan solo de haber nacido en el clan equivocado.

Lexa que desvió orgullosa la mirada tragó al escuchar la verdad en aquellas palabras.

—Si le reclamas como has hecho con Ontari, si rompes ese vinculo que tiene con Nia y se lo devuelves a sus padres, ellos jurarán lealtad al Pueblo Arbóreo, a la Coalición y a ti, su Heda. No volverás a temer represalias por parte de ellos, de ninguno de los dos y ganarás dos poderosos aliados.

—Clarke...

—No, escúchame Lexa —le pidió ella inclinándose hacia delante para que la viese mejor—. Te conviene hacerlo, nos conviene a todos. Sin un natblida en la Nación del Hielo la ventaja de Nia se desvanecerá y no tendrías porque pasar por todo esto. La Coalición tendría su heredero y todos aceptarían eso.

Lexa que tenía muchas cosas que considerar al respecto y más haciendo un movimiento así contra la Nación del Hielo se encontró en una autentica encrucijada. Estratégicamente era una decisión peligrosa, moralmente era demasiado cuestionable reclamar a un niño de esa forma para convertirlo en el heredero de la Coalición pero lo que era aún peor era saber que ese niño representaba a dos de tres de sus peores enemigos de Azgeda.

Que el pequeño no era culpable por los crímenes de sus padres era evidente. Incuestionable a los ojos de cualquiera de ellos. Más le preocupaba qué clase de consecuencias tendría acoger bajo su protección a un niño así.

Podría aprovechar eso a su favor. Podría aprovecharse de su poder y quitarselo por completo a Ontari y a Roan por todo aquello que habían hecho contra ella pero ella no era de esa manera. Esa era la diferencia latente entre el Pueblo Arbóreo y Azgeda. Entre Nia y ella.

—Lexa, una vez dijiste que Titus era tu súbdito. Que todos eramos tus súbditos, sé que no se lo merecen pero se implacable en esto. Reclama a ese pequeño y demuestra que no has perdido ese poder ante Azgeda ni ante Nia. Demuestra a todos que eres una líder justa y compasiva, demuestra que eres la clase de líder que los Trece Clanes merecen.

Lexa que mantuvo su mirada en ella mientras hablaba fue viendo la luz al final del túnel ante aquellas palabras. Posibles soluciones a posibles respuestas ya existentes.

—Hazlo y los Trece Clanes se rendirán a ti. Tienes la oportunidad de forjar un nuevo futuro con ese pequeño como guía de su pueblo. Azgeda, necesita a alguien mejor que Nia para gobernar, tú misma has podido comprobarlo mil veces —la alentó Clarke para que sucumbiese—. Reclama a ese niño, reclámalo y el mundo será tuyo de nuevo...

El rostro de Lexa al oírla enmascaro su decisión, pura determinación.

Continuara...

Asumámoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 1. (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora