Capítulo 26: Perdiendo el control.

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A Adrien le gustaba estar con la diseñadora, en serio le gustaba; habían hablado de sus preferencias en comida, música, cine, arte... casi en todo eran compatibles. Bridgette le había regalado un reloj diseñado exclusivamente para él, era costoso por estar hecho con diamantes, oro, plata y algunas esmeraldas, pero valía aún más por llevar el nombre de Lady Julianne.

- ¿Por qué cambiar tu nombre? –le preguntó alguna vez el modelo.

- Yo no lo cambié, me lo dieron y no me negué en usarlo. –Dijo la diseñadora con tono serio tal vez recordando algo. –Debes entender que el talento no es nada, a veces debes renunciar hasta a tu vida con tal de ser reconocida.

Al ojiverde le interesaba mucho saber cómo Bridgette había llegado a ser quien era, según Marinette, su prima sonreía todo el tiempo, veía la vida de manera positiva, todos a su alrededor la estimaban, el dinero jamás le importaba, era más de las que los pequeños gustos la hacían feliz; en vez de un collar fino era feliz con un sencillo helado. Ahora parecía lo contrario, vestida con sus propios diseños, envuelta en las telas más finas y exclusivas que se hubieran creado, adornada con joyas de valor incalculable, restaurantes y centro nocturnos para socialités, dónde ella ya se había coronado como la reina.

Era inteligente, sabía cómo desenvolverse en el medio; él lo notaba y podía ver cómo ser regocijaba al ser vista como una gran adquisición para la sociedad francesa. Pero era diferente a lo que él quería, ¿Por qué está conmigo? ¿Qué quiere exactamente de mí? ¿En verdad quiere ser mi amiga? Tenía miedo de preguntarle todo aquello, si eso llegaba a oídos de la diseñadora tal vez se alejaría y tenía miedo, miedo de perder a la primera persona que lo veía a él y lo ponían sobre su hermano o su padre. No, definitivamente, no haría algo que la alejara.

- Te sientes muy cómodo con ella, ¿verdad? –preguntó el kwami llevándose un gran trozo de queso a la boca.

- Sí, me gusta mucho estar con ella. –Dijo Adrien mientras se preparaba para su clase de esgrima.

- No lo sé, a veces siento que hasta ella disfruta estar contigo. –contestó Plagg echando varios quesos a la maleta de Adrien.

- ¿Tú también lo notaste? Siento que esta tan acostumbrada a tener ese antifaz de dueña del mundo de la moda, como si fuera un papel bien aprendido.

- Y cuando está contigo se le olvida, tal vez un lugar diferente... -interrumpió la criatura.

- ¡¡Tienes razón!! Usualmente vamos a los lugares exclusivos, la próxima vez iremos a donde yo quiera...

El modelo tenía una larga lista de lugares a los que quería ir, pero no se atrevía a pedírselo a Nino, aún no tenía la suficiente confianza para solicitárselo a Marinette y esos sitios no quería compartirlos con su hermano, para que los demás lo ignoraran y fueran a rendirle pleitesía a él.

Sólo habían pasado nueve meses desde que su padre le había permitido asistir a la escuela, su instrucción siempre había sido en casa; "las escuelas jamás te darán la instrucción que yo puedo pagar" aunque Charlotte Agreste le había rogado que le permitiera asistir al colegio para tener amigos, Gabriel lo tenía prohibido pues nadie tendría el mismo estatus o por lo menos lo más cercano para rozarse con ellos. Chloé había entrado en ese círculo, sólo por ser hija del alcalde y a Gabriel le convenía tener contactos políticos.

Félix fue quien intercedió con Gabriel para que Adrien pudiera ir al colegio, sus argumentos fueron: "Necesita aprender a relacionarse con la gente y sobre todo a poder manipularlos para su beneficio". Lo que le dijo a Adrien fue: "Necesitas aprender a juzgar a la gente y entregarle tu amistad, podrás conocer grandes personas". Dos lados de la moneda, dos argumentos distintos, ¿cuál era el verdadero?

Detrás del antifaz #MlbAwards2018Where stories live. Discover now