SideStory VI: El futuro.

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Siete años después...

Los grandes ventanales de la casa, permitían que la ligera brisa rondara por las habitaciones. Le gustaba tocar los grabados de flores y animales que tenían los muebles; algunos eran sumamente antiguos y era graciosa la sensación. Con pequeñas pisadas, avanzaba a través del amplio pasillo. Su destino era el estudio, le gustaba estar ahí, era muy silencioso y había cosas muy bonitas con las cuales podía jugar, aunque el barandal de la escalera se veía más llamativo para deslizarse en él.

—Ni te atrevas. Lo haces y juro que tendrás un castigo inolvidable, Demian Agreste-Cheng.

La voz femenina que lo amenazó provenía de una mujer de cabellos negros y ojos azules, de pie en la base de la escalera con los brazos cruzados en pose retadora.

—No me iba a deslizar, mamá.

—Más te vale. Sube con cuidado, bebé zorro. Ve a tu alcoba, te ayudare a cambiarte, la comida estará lista en unos minutos.

—¿Y la abejita? —preguntó el pequeño de cabellos rubios y grandes ojos azules. Tratando de cambiar de tema al ver que su plan de jugar en la escalera se vino abajo.

—No cambies el tema; primero los deberes y luego podrás jugar cuanto quieras pero no en la escalera. Anda, sube a tu habitación.

El pequeño Demian Agreste-Cheng de cinco años, subió las escaleras de manera pausada al verse descubierto por su madre. Como acto seguido, su padre entró por el umbral de la puerta...

—¡Bridgette! ¡No deberías estar de pie! ¡Tienes que guardar reposo! —comentó alarmado Félix, al ver a su esposa en el recibidor, tomándola por la cintura.

—Zorrito, no tienes de que preocuparte, ya pasaron dos semanas. —comentó Bridgette al ver tan asustado a su marido.

—Acabas de dar a luz. Tengo todo el derecho de estar preocupado. Debes volver a la cama.

—¿Y crees que te voy a obedecer? Ve a lavarte las manos y ayuda a Demian a quitarse el uniforme, la comida esta lista.

—Nunca te voy a ganar ¿cierto? —preguntó Félix al ver que cualquier modo de protegerla era inútil si ella no caía en cuenta.

—Soy tu esposa, mi trabajo es amarte y enamorarte cada día, mi don es sacarte de tus casillas. —La mujer tomó del cuello a su esposo, atrayéndolo a ella para después depositar un beso en los labios de él, quien se resistió un poco al principio pero se dejó llevar por lo bien que se sentía introduciendo la lengua dentro de la cavidad de la pelinegra.

—Sip, este tipo de bienvenidas si me gustan. —Félix obedeció a su esposa, subiendo las escaleras para saludar al pequeño Demian.

Él era el primer hijo del matrimonio Agreste-Cheng, nacido dos años después de la boda de sus padres. Era un niño sumamente inteligente que a la edad de tres años sabía leer y escribir, y a los cinco sabía hacer sumas y restas sencillas, precoz por naturaleza, acostumbrado a salirse con la suya, menos con sus padres que siempre descubrían sus planes. Sumamente consentido por sus abuelos, tíos-abuelos y tíos.

Había vivido en Nueva York desde su primer año de vida, cuando la administración de Polarís necesitaba más atención pues para la salud de su abuelo Gabriel había sido imposible adaptarse a la Gran Manzana. Haciendo que sus abuelos regresaran a París y sus padres se fueran a Norteamérica con él en brazos. Sin embargo hacía unos meses, seis para ser exactos. Bridgette estaba feliz por la idea de volver a ser madre, hasta que una seria amenaza de aborto podría cortar la felicidad de la familia.

Detrás del antifaz #MlbAwards2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora