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Hemos llegado al final del recorrido, ciudad de Turín, Italia. Gracias por elegir aerolíneas argentinas.

Luego de veinticuatro horas aproximadas arriba de un avión, tomó sus cosas e inició el descenso en el aeropuerto internacional de Turín, tan solo veinte minutos la separaba de la comodidad de su casa.

Cuando terminó de realizar todos los papeles de migraciones levantó su vista y ahí se encontraba el con la almohada todavía pegada en su rostro, Luz tomó sus valijas y se comenzó a dirigir hacia el con una sonrisa en su rostro.

— ¡Si no te mandé el horario de llegada fue justamente por este motivo Paulo! — Recriminó antes de saludarlo.

— Te vengo a buscar, te quejas, si no lo hacía también te ibas a quejar. ¡Yo ya no entiendo nada! — Emitio con su acento cordobés, cruzándose de brazos enojado. Luz rió y lo abrazo, provocando que su "enojó" se esfume.

— ¡Te extrañe Pautonto! — Emitio mientras lo abrazaba, el pozo sus brazos en la cintura de la rubia y respondió con una sonrisa en su rostro.

— ¡Yo también te extrañe Lu! — Emitio sin soltarla. — Está haciendo un poquito de frío para quedarnos abrazados en el aeropuerto.

— A vos solamente se te ocurre venir a buscarme en short y buzo, ¡Sos villero cuando querés! — Emitio tomando la valija, que rápidamente Paulo saco de sus brazos. — Quería dejarte que duermas por eso no te avise a qué hora llegaba. — Emitio colgándose del brazo que el jugador tenía libre. — ¿Cómo supiste?

— ¡Que estupidez! Si te pedí que me avisarás a qué hora llegabas fue por algo, ¿No te parece, tonta? — Preguntó desactivando la alarma de su auto y subiendo las valijas al mismo. — No te voy a mentir, hice todo un cálculo para llegar a esta conclusión.

Luz solo lo miraba con cara de "¿Y vos te pensas que yo voy a creer eso?

— ¡Está bien, fue Dolo! — Emitio abriendo la puerta del acompañante para que Luz subiera.

— Le dije explícitamente que no te dijera, ¡Y que te dejará descansar! — Emitio una vez que el la acompaño en el interior del auto.

Paulo solo la miraba mientras su rostro se distorsionaba y sonreía sin querer hacerlo.

— ¿Que tengo en la cara que me miras? — Preguntó al notar la acción del jugador.

— ¡Nada Luz, no tenes nada! Pero es divertido mirarte mientras haces muecas con tu cara. — Emitio con una sonrisa de por medio.

Luz sonrió y golpeó tiernamente a Paulo en el hombro. — ¡Basta Paulo! ¡Me das miedo!

El jugador rió y comenzó a manejar mientras ella se dedicaba a poner diferentes temas en el estéreo para que no se haga tan denso el viaje.

— ¡Dejo las cosas y voy a buscar a Simba! — Emitio poniendo la llave en la cerradura. — ¡Prepara el mate!

— ¡Si capitan, como usted diga! — Emitio Paulo ingresando a su departamento y dejando la puerta abierta para que Luz pudiera ingresar sin la necesidad de tocar el timbre tan temprano.

Apenas ingreso a casa la invadió una onda de paz y relajación.

— ¡Hogar, dulce, hogar! — Emitio dirigiéndose a su habitación.

Tomó algo cómodo para ingresar al baño y sacarse el cansancio del vuelo, abrió la canilla de agua caliente para que empiece a mermarse, pero nunca ocurrió.

— ¡Tiene que ser una joda! — Emitio al contacto con el agua, rápidamente tomó su celular.

— ¿Que paso? — Preguntó del otro lado del aparato.

— ¡Paulo, decime por favor que tenés agua caliente!

— Eso no sono como pregunta.

— Es que no lo fue, fue una orden.

— ¿Te cortaron el agua? — Preguntó gracioso mientras se escuchaba como abría la ducha.

— ¡Naaaaa! Te estoy preguntando porque tengo ganas de bañarme en tu casa, imbécil.

— Si seguís con esa agresividad voy a decirte que no tengo agua caliente.

— ¿Tenés si o no?

— Si pobre, yo pago las expensas del departamento.

— Bueno cállate.

Corto la llamada, tomó la ropa que había dejado sobre el lavabo y también tomó sus cosas para poder higenisarce en la casa de su amigo.

— ¡Es increíble la suerte que me rodea! — Dijo ingresando al departamento que era más grande y lujuso que el suyo. — ¿Y Simba? — Preguntó al notar que no vino a saludarla.

— Está durmiendo con mi mamá, en su habitación. — Emitio recostado en la mesada de la cocina. — Estamos reconsiderando adoptarlo.

— ¡No está en adopción! — Emitio y lo fulminó con la mirada.

— ¡Tranquila fiera! — Emitio con una sonrisa maliciosa. — ¡Anda bañarte dale, yo me encargo del desayuno!

Luz rió y se dirigió rápidamente al baño, en otras situaciones le hubiese molestado tener que pedirle a un vecino suyo que la dejara bañarse en su casa, pero con Paulo era diferente, tenía una confianza que no tenía hace mucho tiempo con una persona.

Cómo están? Espero que les guste, cualquier cosa ya sabe.

PERFECTA • Joaquín Correa • [Wattys 2018]Where stories live. Discover now