33 (I)

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— ¿Estás segura que te querés quedar? — Preguntó Paulo examinando que no le falte nada para el vuelo.

— Si Pau, prefiero quedarme acá unos días. — Respondió con una sonrisa. — Además no quiero dejarla sola a Lara con Alma.

— ¿No querés ir a Argentina a ver tu familia? — No quería dejarla sola en Italia pero tampoco iba a obligarla a irse.

— No estoy lista para volver a Tucumán amor. — La sinceridad en su voz se hacia notar. — Prefiero quedarme además es más fácil viajar de acá a Rusia que de Argentina.

Entendió que no iba a hacerla cambiar de opinión y suspirando comenzó a cerrar la valija.

— ¿Van a estar bien? — Luz asintió con una sonrisa.

— Si Pau, igual vamos a estar en contacto todo el tiempo. — Se levantó del sillón y comenzó a ordenar un poco la casa.

Una bocina saco a ambos de sus pensamientos.

— ¡Cuidense, por favor Luz! — La abrazo y dejó un beso en sus labios. — Cualquier cosa me llamas.

— Si Paulo. Ahora anda, dale que se te va a ir avión. — Volvió a despedirlo de un beso y luego se quedó observándolo como subía sus cosas al auto que el aeropuerto había enviado. Antes de que el auto se marchará levantó su mano y la saludo a lo lejos con una sonrisa, que tenía mezcla de nostalgia y felicidad.

Cuando volvió a ingresar a la casa había un silencio en cada rincón, tenía que buscar la forma en la que la casa no se sienta tan silenciosa aún con tanto ruido.

De fondo sonaba beautiful de Christina Aguilera tratando de romper el silencio. Se puso a hacer cosas para que las horas pasen más rápido hasta que su celular sonó, sin siquiera ver las notificaciones atendió la llamada.

– ¡Hola! ¿Cómo andas Larita?

– ¡Cansada! ¿Vos sos sorda?

– No que yo recuerde. ¿Porque?

– ¡Porque estoy afuera de tu departamento tocando timbre hace media hora más o menos.

– ¡Ahí te abro, perdón!

Se paró y corrió a la puerta para abrirla y ahí estaba ella acompañada de bolsas y de un carrito de bebe en el que yacía Alma durmiendo. 

  — ¡No me avisaste que venías y Gonzalo tampoco me dijo nada! — Recrimino tomando las bolsas que tenía en sus manos. — ¿Trajiste todo el supermercado o que?

  — Gonzalo no te dijo nada que venia, porque ni a el le dije que venia.  — Dejo sus pertenencias sobre el sillón y se dirigió a carrito de bebe que tenía enfrente de ella. — Compre para hacer tacos, leí el mensaje que me dejaste ayer. 

Luz rió al recordar que la noche de ayer cuando estaban cenando los cuatro juntos menciono que tenía ganas de comer tacos pero nadie lo había notado, en si, si lo notaron pero ninguno accedió a cumplir el antojo que tenía. 

  — ¡Sos la mejor amiga que existe no se si lo sabias!  — Emitió y se acerco a abrazarla con una sonrisa en su rostro. Cuando la muestra de afecto termino se dirigió a donde se encontraba Alma y la tomo en sus brazos. — ¿Como esta la reina hermosa de la tía?

Y comenzó una emotiva charla con la pequeña Higuaín mientras la alimentaba a la par que su madre preparaba el almuerzo. 

  — ¿Se durmió otra vez?  — Pregunto cuando Luz apareció en la cocina sin Alma en sus brazos. La tucumana solo asintió y se sentó en la banqueta de la isla de frente a Lara. — ¿Estas bien? ¡No tenes muy buena cara!

  — Si, solo que tengo un presentimiento un poco raro.  — Respondió con desazón mientras se sumergía en sus pensamientos. 

  — ¿Presentimiento? La última vez que tuviste uno Joaquín volvió con la estúpida.  — Luz levanto la vista. —  Bueno perdón, con la estúpida de Derise. — Luz negó con la cabeza y sonrío no había caso, el odio que Lara le tenía a la actual novia de su ex no lo podía ocultar. 

  — Seguramente es paranoia, no te hagas problema.  — Exclamo y comenzó a poner la mesa para almorzar, ya que Lara estaba terminando de cocinar. — ¿Lari?

  — ¿Que te pasa?  — Se acerco a ella con preocupación.

  — ¿Pensas que Paulo se puede mandar alguna cagada?  — Su vista se encontraba triste y perdida.

  — ¿Ese es tu presentimiento?  — Asintió. — Mira Luz, si hay algo que yo se es que Paulo te quiere demasiado como para lastimarte o para mandarse alguna cagada.

  — ¡Tenes razón!  — Respondió con una sonrisa. — Deben ser las hormonas del embarazo que me ponen muy paranoica.

Dicen que la intuición de una mujer nunca falla, ya que es el sexto sentido, pero tal vez esta vez si estaba fallando, tal vez esta era la primera vez que se equivocaba con las jugadas que su cabeza le jugaba, tal vez era solo eso... Paranoia. 

Y obviamente lo bueno, nunca dura para siempre.

PERFECTA • Joaquín Correa • [Wattys 2018]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ