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— ¿Sabes que no hay chance no? — Le recriminó mirando el regalo que había traído para el futuro bebe. — Con uno ya es suficiente, los dos no hay chance.

— ¡Sabes que no me vas a ganar! — Dejo un beso en la frente de su novia y se levantó. — ¡Va a ser de Estudiantes y lo sabes! — Musitó y de fue dejándola sola.

Luz miraba los dos bodys que estaban sobre la mesa y negaba con la cabeza. Todavía no había nacido y ya estaba en disputa sin que el lo supiera.

— ¡Matías no te la va a hacer tan fácil! — Emitio desde el marco de la puerta mientras el se preparaba para el primer partido de la temporada. — ¿Lo sabes no?

Joaquín sonrió y solo la miró.

— ¡Que el sea el padrino no significa mucho! — Exclamó con malicia. — Va a ser de Estudiantes al menos hasta que decida por su cuenta.

— ¡Va a terminar siendo de Gimnasia! — Emitió sabiendo que esa palabra nunca debía relacionarse a Joaquín.

— ¡O capaz que es es de Boca quien te dice! — Luz se agarró el pecho como si fuera que eso le había dolido.

— CON ESO NO SE JODE. — Le gritó atajando el almohadón que Joaquín había arrojado. — ¿No te es suficiente con Federico? — El jugador negó. — ¡No te la voy a hacer fácil! — Exclamó y se fue a preparar Federico quien estaba corriendo por la casa en pañal.

Cuando Joaquín abandonó la habitación para buscar a Luz la encontró en el sillón de habitación de Federico sentada, completamente estática.

— ¿Que te pasa? — Le pregunto desde la puerta con el bolso colgado de su hombro. — ¿Estás bien?

— La última vez que fui a la cancha. — Hizo una pausa y lo miro. — Fue acá en Italia, todavía jugabas en la Sampdoria. Cuando te fuiste a España, renuncie a esa vida por completo y no volví a pisar una cancha de fútbol. — Dejo el bolso en el borde de la puerta y se acercó a ella. — ¡No recuerdo lo que se siente ir a la cancha, tampoco recuerdo el ir al monumental o ver al pincha en el único, no recuerdo nada relacionado a eso Joaquín. — El la abrazo y ella apoyo su cabeza en el hombro del jugador. — Hoy vuelvo a una de las últimas canchas que visite, vuelvo a las canchas por la misma razón por la que las dejé. Es raro.

Joaquín solo la miraba sin decir nada, todavía se sentía culpable por haberla hecho sentir de esta manera, porque en cierto modo gran parte de la culpa le correspondía.

— No te sientas culpable, no es todo culpa tuya. — Emitio de repente acariciando su mano con cariño. — La culpa en gran parte es mía Joaquín, yo no me tendría que haber alejado de algo que me hacía tan bien como las canchas, el fútbol, de mis amigos h mi familia. Pero necesitaba tiempo, necesitaba reencontrarme a mi misma, poder perdonarte para seguir adelante.

— Si me decís que no sienta culpa, más culpa siento. — Musitó con su voz entrecortada. — Dejaste todo lo que te gusta y lo que te hace bien por mi culpa, yo me fui de Italia sin darte una explicación, no te espere cuando llegue a España, fui una completa mierda con vos, así y todo seguís estando a mi lado.

— ¡Y lo voy a estar para siempre! — Exclamó levantando la mano derecha.  — En toda relación hay malos momentos, donde se grita, se pelea, se tiran cosas. — Joaquín sonrió al recordar. — ¡Pero jamás, jamás se huye! Nosotros nos distanciamos, aprendimos y ahora estamos juntos una vez más.

Joaquín asintió, con una sonrisa y beso con suavidad los labios de Luz quien respondió al gesto.

Federico era quien interrumpía el momento, ingresando a la habitación a los gritos.

— ¡Deja de gritar Dybala! — Le recriminó al pequeño de casi dos años. Federico le saco la lengua y corrió a los brazos de Joaquín que se mordía el labio para no reírse. — ¡No sé lo festejas!

— ¡No sé lo estoy festejando Luz! — Levantó los brazos y comenzó a caminar hacia ella dejando a Fede en sus brazos. — Se hace tarde. — Advirtió dejando un beso en la frente de Luz y se fue tomando el bolso que había dejado en la puerta hace unos minutos.

Cuando llegaron al estadio Luz podía percibir lo nervioso que Joaquín se encontraba.

— ¡Amor, va a salir todo bien! —  Musitó ella acariciando su mano. Otra las imágenes de hace dos años atrás volvía a aparecer en su mente. — ¡No dejes que los nervios te manipulen, vos sos quien tiene que manipularlos!

Joaquín le regaló una sonrisa y beso con dulzura su mejilla.

— Te amo. — Exclamó con felicidad y paz en su rostro.

— Yo también te amo. — Le respondió sin sacar la vista de su rostro. — Solo te pido una cosa. — Joaquín la miró con atención. — Si por esas casualidades de la vida llegas a meter un gol, por favor no te lleves la pelota debajo de la camiseta, al menos no hasta que hable con Matías.

— No prometo nada. — Musitó con malicia y la ayudo a bajar del auto junto con el pequeño, mientras que los fotógrafos que estaban en el estadio retrataban la llegada de la pareja. — ¿Van a estar bien? — Pregunto una vez adentro, dejándolos cerca de la tribuna. — Luz asintió con una sonrisa.

Durante todo el partido Luz se preocupó por cuidar de Federico pero en el minuto setenta y seis cuando en tablero indicaba el ingreso del tucumano quien era su pareja pudo sentir como la invadía una onda de paz y felicidad, que a la vez también le transmitía nerviosismo.

— Siamo in questo insieme. — Musitó con una sonrisa mirando a Joaquín que ingresaba al campo con la camiseta número once, tal como indicaba la camiseta que tenía puesto su hijo.

— ¡Papi! — Grito Federico al ver a Joaquín en la pantalla provocando que sus mamá se emocioné más de lo que ya estaba. Lo tomo en sus brazos y ambos se dedicaron a mirar el partido con una sonrisa en su rostro.

Cuando el partido terminó todavía le temblaban las piernas y seguía con Federico en brazos observando el estadio vaciarse tal como lo había hecho muchas veces.

— ¿Sabes que estás sola mirando el estadio vacío no? — Emitieron a sus espaldas llamando su atención. Luz asintió sin darse vuelta.

— ¡Paulo! — Gritó Federico al ver al diez bianconero a sus espaldas, rápidamente se bajó de los brazos de su madre y corrió a los de el.

— Y para el siglo siendo Paulo. — Exclamó con una sonrisa. — ¿Estás bien? — Le pregunto a Luz quien sólo miraba la escena. Asintió con la cabeza.

— Estás son las cosas de Fede. — Le tendió la mochila de Mickey. — Adentro están las indicaciones de los medicamentos, está con algo de fiebre y tiene mocos, si van a salir que no tome frío. — Musitó con algo de nostalgia al sabes que iba a pasar unos días lejos de su hijo.

— No es la primera vez que me lo llevo. — Exclamó el sin dejarla terminar. — Ya sé cómo cuidarlo, podés tranquilizarte. ¿Te acompaño a la puerta? — Luz asintió tomando sus cosas y avisándole a Joaquín que lo esperaba en el auto.

— Chau Papi. — Musitó Federico de repente llamando la atención de Paulo, al notar que le acababa de decir "Papi" a Joaquín.

Luz tragó saliva y se quedó mirando a Paulo que fulminaba con la mirada a Joaquín, el diez bianconero se despidió y se fue con Federico sin decir absolutamente nada.

— Ahí se va la poca paz que logramos conseguir. — Joaquín la abrazo por la espalda y beso su cabello sabiendo que tenía razón, la cara de Paulo bastó para que ellos sepan que tal vez los problemas iban a comenzar a llegar.

Hola, no me maten. ¿Cómo están? ¡Perdonen la ausencia! No dije el sexo del bebé pero di pistas. Hagan memoria.

¡Y SI EN ALGÚN MOMENTO SE IBA A ACABAR LA PAZ!

Disfruten🙆

PERFECTA • Joaquín Correa • [Wattys 2018]Where stories live. Discover now