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— ¡Podés gritar, putear, no se, hace algo! — Exclamó mientras lo observaba con determinación.

— ¿Qué querés que haga Luz? — Preguntó, su voz no sonaba enojada ni nada por el estilo.

— ¡No sé, deci algo Paulo! El silencio en este momento no es buen augurio. — Emitio con tristeza en su voz y se levantó posando su vista en el ventanal de la habitación.

— ¡Luz! — Se acercó a ella e hizo que ella no mirara a nada más que a sus ojos. — ¡Yo en su lugar hubiese hecho exactamente lo mismo! Debe estar arrepentido, eso más que seguro. Lo que ustedes tuvieron no fue algo pasajero, es más, es un recuerdo fantasma con el que yo mismo tengo que luchar día a día, y no me molesta. Capaz el pensó que vos ibas a pasar tu vida esperando a que el regrese y no se imaginó que tal vez un día vos dirias basta, y empezarías de cero una vez más. — Era increíble la tranquilidad con la que emitía cada palabra a la vez que acariciaba suavemente el rostro de Luz.

Levantó su vista para decir algo pero Paulo negó con la cabeza dándole a entender que todavía no había terminando.

— Se debe sentir como un completo idiota y está en lo cierto, dejo ir a una persona excelente, ¿Porque? Es una pregunta que el solo puede responder y que de seguro ni el sabe cómo hacerlo.

Luz solo escuchaba cada palabra que Paulo emitía con toda la franqueza del mundo.

— ¿Que hice yo para merecer tanto? — Preguntó sin sacar la vista de los ojos del jugador.

El cordobés sonrió, produciendo que el interior de Luz realice una especie de descarga contra sus músculos.

— ¡El que se tiene que hacer esa pregunta, soy yo Luz! — Acarició la mejilla de la tucumana delicadamente sin apartar la vista de su rostro. — Me preguntó día a día que hice yo para merecer tanto, y la verdad que no se, pero vos llegaste a iluminar completamente mis días Luz, que lógico no; a mí no me modifica en nada que el te mandé un mensaje a vos diciéndote que si tiene oportunidad de luchar por vos lo va a hacer, a ver Luz, vos sos grande y sabes que es lo que querés y que es lo que no, yo no me voy a oponer si vos querés ser feliz con el, pero que conste que sí depende de mí, no te dejaría nunca.

— ¿Porque querría otra cosa cuando tengo la posibilidad de tocar el cielo con las manos en esta habitación? — Pregunto y se acercó a el, mientras dulcemente cortaba la distancia que había entre ellos dos.

– ¡Porque por más que tenés la posibilidad de tocar el cielo a vos te gusta tocar el infierno! – Pasó por si subconsciente y rápidamente sacudió su cabeza antes de volver a emitir palabra alguna.

— ¡De lo único que estoy segura, es que quiero seguir compartiendo mi vida con vos!

Lo que pasó después fue relativo, entre risas y caricias se entregaron al otro por primera vez en su relación, dejaron de ser dos para ser uno, podía estar todo mal a su alrededor, pero en ese momento y en ese instante nada era tan malo para arruinarlo.

Cuando despertó y escaneo su alrededor se asustó, nada es más feo que despertar y chocar con la realidad de que estás sola, de lo que creías que paso era tan solo un sueño.

— ¿Paulo? — Exclamó, por si se encontraba en el baño, pero no hubo respuesta.

Se levantó de la cama y comenzó a buscarlo.

— ¿Que estás haciendo? — Preguntó ingresando a la cocina mientras miraba a la espalda de Paulo.

— ¡La próxima vez tengo que ser más rápido! — Emitio y se corrió un poco para que ella pudiera ver los que planeaba.

Sobre la isla de la cocina había una bandeja que contenía las cosas necesarias para el mate, su inducción favorita, en un costado había una cantidad de golosinas y chocolates de todo tipo, un plato con las facturas favoritas de Luz y debajo de la bandeja había una caja rosa terciopeloda con un moño.

— ¡Vos me querés matar! — Exclamó mientras examinaba cada parte de la bandeja. — ¿Y esto? — Preguntó mirando la caja.

— Esto es para que no vayas más a la cancha con la camiseta espatonsa de Gonzalo. — Saco la tapa de la caja dejando ver un juego de camisetas de la Juve. — Una es personalizada y la otra es común, obviamente que vos vas a usar la que más atenta guste.

Luz miró la personalizada, y por más que encantó la camiseta diez de la Juventus con el apellido Dybala abajo era mucho más fuerte, rápidamente la colocó sobre su torso y abrazo a Paulo con una sonrisa en su rostro.

— Creo que no hay nada más que decir. — Emitio la tucumana y el cordobés la abrazo por la cintura.

— ¡Te queda hermosa!

— ¡Cómo vos! — Respondió y beso sus labios hasta que tuvo que sonar el maldito timbre e interrumpir el momento.

— ¡Yo voy! — Emitio Luz y salió de la cocina con la camiseta de la Juventus.

— ¿Amor, quien es? — Preguntó Paulo acercándose al living, encontrándose a Luz totalmente estática parada en la puerta, y del otro lado nada más ni nada menos que Joaquín con una sonrisa en su rostro.



Hola, como están? Perdonena ausencia, pero estoy en época de parciales y tengo tiempos resumidos. Espero que les guste, si alguno tienen alguna duda puede preguntarme que yo respondo.

La idea de esta novela es ver como el amor fluye mientras cada uno sigue con su vida, como a muchos nos debe pasar. No voy a decir más nada, para no spoilear.

Les mando un abrazo enorme.

PERFECTA • Joaquín Correa • [Wattys 2018]Where stories live. Discover now