Two

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HERMIONE

Los pies se me quedaron pegados al piso, no soy capaz de moverme, el miedo me invade y lo único que hago es tratar de calmar mi respiración al ver al hombre que entra por la lujosa puerta de la casa.

—Papi te estábamos esperando—corre abrazarlo, no sé a percatado de mi presencia. Los años lo hacen ver más maduro, la fina barba, los ojos verdosos, su altura de 1.92, el cabello castaño, su mirada transmite seriedad revuelta con algo que no logro captar—Llego mi nueva amiga, le enseñaba mi cuarto ¿Por qué tardaste? Le dije a la nueva empleada que seguro ya ibas a venir—le toca la frente como si quisiera saber si tiene fiebre—Papá me siento bien—ella se ríe mientras le quita la mano.

—¿No la vamos a...despedir porque a la señorita de la casa se le pega la gana?—la voz ronca y varonil se hace presente en la sala y eso empeora mis nervios.

—No Papá creo que esta vez no—lleva un dedo a su labio tratando de pensar—Le contaba un poco sobre mí y ella definitivamente no es como las demás—el chico está en la mesa sacando las cosas de la bolsa que traía. Me quedo observando cada cosa, la pequeña hace lo mismo y luego le entrega un tarro de pastillas ¿Por qué le da eso a una niña de 6 años?

—¿Cuántas veces tengo que decirte...—la acribilla con los ojos—...qué no me gusta que sea tan confiada?

—No seas exagerado, ¿Qué tienes allí?—le señala otra bolsa, él se la entrega—¿Para mí?—se le ensancha una sonrisa a la diminuta mujer que actúa como una joven de 15 años, me apoyo en la pared. Yo sé que él sabe que la empleada está aquí, pero no sabe de quién se trata y no creo que le importe, mientras no se dé cuenta de que soy yo, va a seguir ignorándome—Vamos a ver—chasquea los dientes y se le forma una O cuando saca la caja de un iPhone—¿No dijiste que no me ibas a premiar por hacerle bromas a las visitas?

—No es un premio mocosa—le recalca quitándole la caja—En realidad no te lo mereces por mal portada, pero si por las notas que has sacado y digamos que es un premio a medias.

—Como quieras—le entrega en la mano el celular rosado—Aunque siempre me premias hasta por respirar, pero bueno—confiesa soñadora.

—No me hagas cambiar de opinión—espeta viendo a la pequeña encender el teléfono—Esa cosa se la doy porque ya me tiene arto con sus berrinches y no tengo mucha paciencia, pero baja las calificaciones y eso...—le señala el aparato electrónico—Se va a la basura.

—Que pobrecito mi teléfono—él arruga el ceño.

—Pobrecito.

—Pobrecito mi teléfono—repite sacándome una sonrisa. La criaturita me vuelve a ver—Oh Papá ¿No quieres conocer a mi amiga? Mira ese serio y peleón que ves acá, es tu jefe—está concentrado leyendo los medicamentos que tiene en la mesa, me muerdo la lengua—Papi, ella es Hermione—el hombre pasa de tener la vista en el tarro de pastillas a los tacones que ando puestos, no necesita levantar la cabeza para saber de qué soy yo, arruga de nuevo el ceño y ve nuevamente a la pequeña.

—Madison ve a guardar todo esto a tu cuarto—le dice cambiando completamente el tono de voz, si se escuchaba antes tranquilo, ahora parece un volcán apunto de explotar.

—Como digas Papi—toma las pastillas, el teléfono y un lápiz que se había traído del cuarto, me muerdo el labio cuando desaparece de la sala, los nervios regresan revolviéndome todo por dentro.

—¿Qué...está...haciendo...aquí?—recalca cada palabra erizándome la piel, su atención sigue en uno de los tarros que dejó Maddy, trago grueso para no enredarme con mis mismas palabras.

Wabi Sabi [FI2]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora