Fifty Eigth

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HERMIONE

Despierto con ganas de vomitar. Me levanto en silencio pero a la vez con rapidez para no despertarlos. Abro la puerta del servicio y me veo vomitando toda la cena de ayer, me agarró el estomagó mientras vomito, es asqueroso, ni siquiera aguanto la garganta. Es inevitable que no me salgan lagrimas y el dolor de cabeza me pone la situación todavía más difícil. Halo la cadena para que no me de más asco. 

Anoche comí burritos con Papas, tuve que comerlo lo más despacio posible y sin muchas salsas por la cirugía que tuve hace unos meses. Se que comimos tarde y por alguna razón me cayó pesado. Me levanto del suelo con la cabeza dándome vueltas, me siento fatal. Salgo del servicio después de lavarme los dientes y cuando cierro, no puedo evitar fijarme en los dos que duermen plácidamente, parecen dos angelitos. Abro la puerta y bajó las gradas, primero abro el grifo, luego agarró una pastilla para el dolor de cabeza. 

Apenas me tomo la pastilla, el timbre de la casa suena con fuerza, vuelvo a ver hacia el reloj y me sorprendo al ver que ya van a ser las tres de la tarde. Me termino el agua y camino rápidamente hacia la puerta antes de que vuelvan a hacer bulla con el timbre. 

—Hola—me saluda Uma. Atrás viene Abdón y toda la familia.

—Hola, pasen—le doy un beso en mejilla y dejó que los demás pasen. 

—¿Y mi hijo?—pregunta Collins con seriedad. 

—Están durmiendo. 

—¿A estás horas?—me vuelve a ver directamente—No son horas para que sigan durmiendo Hermione, se supone que quieres cambiar y ni eso sabes hacer bien—rueda los ojos y sigue caminando—Aprende a ser una buena mujer, ya es tiempo—me trago las ganas de mandarla a la mierda y lo hago más que todo por respeto y porque no me siento bien. Ulises es el último en entrar y se me queda viendo, más de uno lo hace para ver mi reacción. 

—Voy a despertarlos. 

—No, no, yo lo hago—se apresura Astrid. Empieza a subir las escaleras y me siento incómoda, porque no me llevo con ellos y se que su amabilidad no es algo del todo sincero.

—Hola Hermione—me saluda Marta. 

—Buenos d...tardes señorita Marta—Laila me sonríe y se va hacia la cocina. Los niños hablan entre ellos al mismo tiempo, la mayoría hace lo mismo y eso es peor para el dolor de cabeza. Collins abre las cortinas, logrando que toda la luz ingrese de golpe. Me doy la vuelta porque me encandila. 

Ando una pijama de seda rosada y una bata del mismo color que me cubre, junto con mis pantuflas, pero me siento muy incómoda porque no esperaba la visita. Camino hacia la cocina por otro baso de agua. El ruido me estresa demasiado, veo a Laila y Laura conversando. 

—O cielo estas muy pálida—la veo dejando a un lado las fresas y se acerca a tocarme la frente. 

—Tranquila Lau, estoy bien—miento. 

—No tienes fiebre, pero te vez apagada, ¿Dormiste bien?

—Si chicas tranquilas, gracias—las dos se vuelven a ver y me obligo a sonreír—¿Y eso que están hoy por aquí? 

—Es domingo nena—pelo los ojos. 

—Ah, cierto.

—Le dije a Laila que hoy te ayudamos a cocinar, debe de ser cansado que siempre cocines y hagas todo sola. 

—Oh, no se preocupen, Aydan me ayuda mucho. 

—¿En serio?—dice Laila con una sonrisa, pero no parece del todo sorprendida. 

Wabi Sabi [FI2]✔️Where stories live. Discover now