☥ ‣ CAPÍTULO 6

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El Sicario de Dios

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El Sicario de Dios.

Zaid Manson

Carolina del Norte, EEUU.

Viajé rumbo a Los Ángeles luego de recibir la propuesta de Adam Stewart, el comisionado del FBI. Según comentó, seré parte de la brigada investigadora conformado por el comité de seguridad. Desconozco a los agentes especiales involucrados debido a lo ocupado que estuve en el caso anterior. Pero siendo honesto, no me interesa revisar expedientes.

—¿Qué debería ponerme? —muestra dos camisetas.

—Una bolsa en la cara.

—¿Amaneciste de buen humor? —alega Lourdes.

—Sí.

—Creo que el azul resalta mis ojos —parlotea, causándome molestia auditiva—. Pero la morada resalta mi piel. ¡Ah vamos, ayúdame!

La ignoro centrado en lo mío.

Hace cuatro años soy parte del FBI, después de haberme enlistado en la USAF. En las fuerzas aéreas más sofisticada de los Estados Unidos, que opera misiones en territorio extranjero, adquirí experiencia en operaciones de alto riesgo; rescate, asesoría bélica, logística, mando y control de cualquier tipo de aviones.

Gran parte de mi vida estuvo cerca del peligro o la muerte. Al retirarme de la USAF a los 23 años, postulé como agente del FBI en NY. Pasé cada misión con honores hasta ascender. El área de las investigaciones es un trabajo que me hastío en las primeras semanas.

Aposté mi vida para entrar en la brigada en homicidios con tan sólo 26 años. Soy el segundo más joven que posee el cargo de jefe de brigada. Llevé mi carrera a un punto en el que debo hacer lo necesario para ascender, no está en mis principios guardarme la ambición.

Indagué sobre la propuesta, las investigaciones se tratarían de fanáticos religiosos. El grupo está siendo señalando como causa del alza en desapariciones y vandalismos. Necesitan desvincular anexos con un bioquímico, y así obtener información sobre los fundadores de dicha secta satánica, es decir religiosa. 

Paso las horas de la tarde sumido en investigar sobre el culto, debo asesorarme. He tenido casos maquiavélicos, pero este en particular me causa recelo. No acostumbro capturar a creyentes con el fanatismo de purificar a la humanidad mediante ataques terroristas.

A la medianoche descanso del trabajo, pude dormir por un par de horas hasta que las turbulencias me despertaron.

Por la mañana, las azafatas traen el desayuno a los treinta agentes federales a bordo. Mi migraña empeora más cuando Lourdes parlotea desde el asiento adjunto.

Durante la tarde, reviso antecedentes y archivos que obtuvo el FBI de los últimos ataques que ha estado envuelto el culto. Veo autopsias e imágenes de mutilaciones y envenenamientos. Hubo una protesta en la Santa Capilla de Richmond hace una semana, según las declaraciones que realizó el jefe del departamento policial a la prensa.

APARIENCIAS AFRODISÍACAS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora