☥ ‣ CAPÍTULO 16

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Mentiras Verdaderas

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Mentiras Verdaderas

Elaine

«¿Un encuentro placentero?» Hace pocos días atrás discutimos frente a los demás y ahora estoy entre el aceptar o rechazar. La tensión es evidente, pero siento que, al ceder a su invitación, le fallaría no sólo a Charlie.

«Pero, ¿Qué quiero yo?», me cuestiono «Sexo» y la contraparte «¿A cuestas de qué?».

—¡Elaine! —Erick chasquea los dedos frente a mi cara—. Reacciona.

Quito su mano y miro a Zaid entrar junto a una pelirroja. La mujer es alta y viste un conjunto formal matices azul rey, el color le resalta la piel blanca y el cabello cobrizo.

El agente Manson la sigue mirando y no sólo él, sino que Oscar, Jason y hasta Erick.

—Buenos días —se presenta—. Soy Deborah Hill, la recién asumida como subdirectora en la agencia central de la SAC.

Los hombres se la devoran con los ojos.

—Mis funciones se desempeñan en los operativos que realicen —prosigue—. Más que su superior, soy quien velará por el buen trato y su seguridad durante el procedimiento.

—Sea bienvenida —Erick la saluda, caballeroso—. Un gusto tenerla como superior.

—Le agradezco la cálida bienvenida, agente García —le sonríe Deborah.

Sharon tose y la miro de reojo. Me señala con la cabeza a Carla, que está aniquilando con la mirada a Oscar, pero parece que mi compañero está ocupado viendo a otra.

—¿Y éste por qué la mira tanto? —Carla se nos acerca a susurrarnos.

—Eso es karma —susurra Sharon—. Andabas muy embobada viendo a los gemelos Manson cuando llegaron a la agencia.

—Tú estabas igual —le recuerdo.

—Sí, pero fue porque... —explica, pero mi atención recae en otras dos personas.

Zaid y Deborah no han dejado de mirarse, es más hasta pensaría que se conocen. Mi saliva se convierte en lava cuando el agente le habla simpático «¿Desde cuándo es amor y paz con el mundo?» Siento ácido en mis ojos.

—Agente Lourdes Lucaferri  —saluda a la subdirectora con un apretón de manos.

—Un placer, Lourdes — le contesta afable.

Se acerca a nosotras y las chicas se levanta para saludarla. De reojo, veo que Zaid le mira el culo a Deborah. «Maldito mirón». Me levanto de la silla, adquiero una faceta de amabilidad y extiendo la mano hacia la subdirectora.

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