☥ ‣ Capítulo 22

258 19 6
                                    

Ojo por ojo y el mundo acabará ciego.

Elaine

Llegan los primeros días de noviembre y la temperatura oscila entre los 15 y 22 grados. Esta mañana está cubierta por nubes grises y hace unas horas abastecieron al equipo investigativo con armamento. Por ello, nos encontramos en la Galería de Tiros revisando las múltiples armas.

Ajusto el silenciador de la semiautomática y disparo hacia la placa. El modelo del arma no me convence, así que regreso a la estantería por otra. Jason y Lourdes entran a la Galería, saludo a ambos y sigo mi camino hacia las columnas.

Reviso las repisas y casualmente me encuentro al agente, este observa los modelos de Pietro Beretta. Echo un vistazo a los fusiles compacto MAC-11 mientras reparo disimulada el buen trasero de ese hombre. 

En estos días he tenido los mejores orgasmos y tan sólo con manoseos y roces. No es fácil de creer que una mera caricia puede provocar tantas cosas, no hasta que te lo hacen. La peor resistencia es no besarlo, pero ese pago por su silencio es un equilibrio justo y placentero.

—Creí que irías por las Glock —paso por detrás de él hasta pararme a su lado. 

—No me gustan las Glock —toma una APX y la carga—. Las Beretta son fáciles de usar, además del control ambidiestro.

Mi atención está puesta en sus labios moviéndose, esa boca suya me tienta.

—Mis ojos están aquí, agente.

—Lo siento —huyo de ahí antes que termine de sacarle el alma a besos.

Regreso a la estantería para sacar la caja que me pidió traer Sharon y la llevo hasta la cabina donde se encuentra practicando.

—Una Magnum 44 —empuño el arma—. Su velocidad alcanza 450 metros por segundo.

—Podrías agujerar a una persona —se quita los audífonos protectores—. ¿Cuál prefieres tú?  

—Veré como me va con esta —agarro la Carabina M4 para cargarla.

—Detesto que no incluyan los cartuchos en las cajas —revisa la Magnum que traje—. Voy por más cartuchos, amorosa. Vengo al tiro.

—¿Al tiro? —la miro con el ceño fruncido.

—Es un modismo chileno  —se da un toque en la frente—. Me lo pegó mi amiga, ¡ya vengo!

La personalidad extrovertida de Sharon hace que su buena aura congenie increíble. Y eso que muy pocas veces suelo ser sociable, hay algo en ella que me agrada mucho. La agente Collins se va hasta la casilla mientras me aseguro los audífonos protectores.

Sublevo el fusil y apunto el círculo rojo en la placa. Ubico mis dedos en el gatillo y sostengo el mango con la otra mano. Enfoco y suelto la tunda de disparos que agujerea no sólo una, sino dos placas en un mismo punto.

Satisfecha con la precisión, me quito los audífonos. Mi cuerpo se acalora por las manos posarse sobre mis caderas. Ese perfume atrapa mi concentración, sé muy bien a quién pertenece.

—Me encanta verte disparar así —susurra, besándome el cuello.

—Veremos si sigue gustándote cuando te meta un par de disparos.

—Algo me dice que no tienes el coraje de hacerlo —sube las manos hacia mi cintura. 

—Me apuntaste con una pistola en la cara, lo justo es que te devuelva el amable gesto.

APARIENCIAS AFRODISÍACAS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora