☥ ‣ Capítulo 81 ‣ RECTA FINAL

79 9 0
                                    

STASIS: Matar o Morir

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

STASIS: Matar o Morir.

Kayden

Días después. Berlín, Alemania.

¡Loco! La palabra retumba en mi mente, como si cuatro letras subieran los decibelios de mis impulsos. Por años conviví con personas acostumbradas a las fachadas políticamente correctas. Caí bajo al igualarme a esa gente.

Sin embargo, tenía mis razones para ostentar. Necesitaba proyectar la imagen de éxito para conseguirlo. Durante los últimos meses me enfrasqué en un complejo juego. Gracias a mi hermano, he podido renacer de los errores y darme una nueva oportunidad de evolución.

Me paro frente al espejo. Visto traje entallado, recién duchado y afeitado. Pero las secuelas de mis malas decisiones deterioraron lo que tanto cuide; mi apariencia.

El corte de Jeremiah fue en el ojo, casi pierdo la vista y la cicatriz diagonal empieza de mi ceja hasta la zona inferior del ojo; parte de la pupila heterocromática también fue lastimada.

Cometí tantos errores, que quiero enmendarlo todo. Asusta saber que aquello que más quieres, lo puedes perder. Temí que mi vida se derrumbará, y por mi culpa también cayera Zaid. Me daba pánico pensar que mi fuerza podría poseer una letalidad desconocida.

Me alejo del espejo. Ajusto el Rolex en mi muñeca y abandono la suite.

Salgo del hotel a las ocho de la mañana y en recepción solicito mi auto. Parto en el Porsche hasta la avenida Unter den Linden. Conduzco hacia la acera aledaña, aparco el auto y apago el motor. Me quedo en el interior, teniendo presente una intención.

Reviso el móvil, «¿Y si...?» Descarto la idea y lo guardo.

Camino hacia el emblemático Arco del Triunfo. Un monumento de piedra arenisca y relieves al estilo neoclásico. En la parte superior, está la Diosa de la Victoria tirando de cuatros caballos en dirección a la ciudad. Alemanes y turistas se pasean por el entorno.

Me acerco al solitario hombre apoyado en el pilar. Zaid está de camisa negra y vaqueros oscuros, además del cigarro entre sus dedos.

—Muy temprano para intoxicarse los pulmones.

—Aconsejó el drogadicto —suelta sin más.

Meto las manos en el bolsillo.

—Me disculpo  —reconoce en mal tono—. Estoy corto de genio.

—¿Cuándo no? —replico—. ¿Qué te pasa?

—Nada relevante... —duda por un momento—. Simples supersticiones.

—Llámala —entonces lo comprendo—. Estás preocupado y yo también. Contigo no tendrá problemas en hablar.

—Elaine es lo menos que me importa —escupe indolente—. El que se fuese a la mierda, me dio a entender el valor que se merece.

APARIENCIAS AFRODISÍACAS ©Where stories live. Discover now