☥ ‣ Capítulo 51

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Turistas encubierto.

Elaine

Hace unos días un respaldo de agentes especiales se trasladó a Cabo Cañaveral para encubrirse en el crucero. Esta mañana, a las cinco en punto el equipo partió rumbo a Orlando. Las primeras horas de vuelo las pasé dormida y las últimas dos hablé con Nahia por Skype. Estamos a un par de horas de aterrizar y el resto de mis compañeros juegan cartas en la otra cabina, alcanzo a oír festejos al igual que las risas de Erick y Sharon. No tuve ánimo para jugar un partida.

Desde hace días Zaid se ha distanciado, no escupe sarcasmos y tampoco se ha quejado de mí en presencia del equipo. Extraño, pero no le doy relevancia. Las ganas se saciaron, la tensión sexual acabó y simplemente cada uno decidió continuar por su lado y eso es un alivio. No corresponde seguir viéndonos cuando ambos tenemos una vida aparte que reconstruir.

En los próximos minutos el avión aterriza en el aeropuerto internacional de Orlando, aquí el equipo investigativo simula ser turistas. Por lo que, cada uno se va por separado en taxis, la tarifa es accesible y tarda cerca de una hora en llegar al hotel. Estoy como niña después de comer tantos dulces, porque la sonrisa de la cara no se me borra. Siempre me ha fascinado visitar una nueva ciudad y eso es lo que amo también de mi trabajo; los constantes viajes.

Hay muchos sitios turísticos y torres que deslumbran, observo estas maravillas con la cara media asomada por la ventana. El taxi se detiene en el hotel Hilton Garden, un edificio blanco de cristales grisáceos y columnas de balcón. Está ubicado en International Drive, una zona comercial concurrida por las múltiples convenciones y populares parques temáticos.

Al hotel llego a las ocho y cinco de la tarde. El frente es un jardín con palmeras y una pasarela de piedras grisáceas que conducen a la entrada iluminada. Pago el taxi y bajo emocionada, luego jalo las maletas por la pasarela y un par de encargados me dan la bienvenida.

—Sea bienvenida a Hilton Garden —dice la recepcionista—. ¿Suite o alcoba?

—Alcoba —entrego mis documentos falsificados y pago la primera cuota de la estadía por los siguientes tres días.

—Alcoba 181 —tiende el sobre con la tarjeta como llave de habitación.

Recibo la tarjeta y los documentos, de la emoción olvido darle las gracias y me faltan piernas para correr hasta el elevador. Subo al sexto piso topándome a Sharon y Erick que fingen ser una pareja recién casada, según su historia falsificada están de luna de miel.

—Oh, señorita que hermosa es —Sharon entra en papel de "desconocerme"—. ¿Es americana?

—Sí —es inevitable no reírme, se ven extraño juntos.

—¿Y viajó sola o trajo algún amante en la maleta? —expresa pícaro Erick.

—¡Dormirás en el sillón, Aurelio! — su esposa de mentira se ofende y lo empuja para entrar a su alcoba que está un par de puertas más allá.

—Vecino compórtese —me le burlo—. No querrá divorciarse de tan hermosa mujer.

—¿Por qué tuve que casarme? —suspira y se persigna antes de entrar a su habitación.

Entro a mi alcoba de espacio promedio; sala con balcón y un televisor plasma suspendido en la pared, alfombra de pelillos anaranjados, un pequeño sillón gris y una mini nevera en la esquina del ventanal. Cierro la puerta y tiro las maletas por ahí, corro hacia la cama de cobertor suave y blanco. Me lanzo tal como lo hacen en las películas.

APARIENCIAS AFRODISÍACAS ©Where stories live. Discover now