☥ ‣ Capítulo 70

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Latidos.

Elaine

Yo sé que las palabras se las llevan el viento, que por jugar con amor, herí un sentimiento y quede varada en un dilema. Sin embargo, cada vez que miro otros ojos o beso otra boca no encuentro la pasión que habita en esos dos hombres. Las caricias de los gemelos son narcóticas y sus aromas rocío afrodisíaco que adormece mi piel estremeciéndome el corazón.

"¿Habrá un destino para estas pasiones cruzadas?", me cuestiono. Apoyo los codos en el escritorio mientras tengo la mirada perdida. Estoy sumida en los recuerdos de ayer.

—Elaine —entra a la oficina Erick—. La Capitana mandó a llamarnos.

Sonrío a la nada. Pase toda la noche recapitulando el vuelo, la colisión y la caída libre. Fue inefable cuando estuve sostenida de la mano de ambos. Jamás creí volver a sentir este tipo de sentimientos poderosos, divinos e intensos. Hasta que conocí a los gemelos Manson.

—¡Hey! —chasquea los dedos en mi cara—. ¡Espabila, Elaine!

—¿Qué quieres? —pregunto irritada.

—Otro caso —sale de la oficina—. Mi intuición dice que trata sobre Hidden's.

Pienso que haber pertenecido al equipo investigativo condenó mi carrera como investigadora anti-fanáticos religiosos. De mal humor, me levanto de la silla y salgo de la oficina junto a Erick. Solicito la entrada, la Capitana concede el pedido y entro acompañada de mi compañero.

—Buenos días, ¿Mando a llamarnos, capitana?

—Efectivamente —se sienta en el borde de su escritorio—. No pretendo incomodarlos, pero trabajo es trabajo. Hace días un grupo hizo un ritual a las afueras de un club nocturno para la comunidad LGBTIQ. Sospecho que son de Hidden's, ya que estaban exorcizando el lugar.

La Capitana Langdon entrega las carpeta del caso. Son documentaciones de demandas o avisos vecinales previos. En el documento aparece imágenes de las cámaras de seguridad, en ésta muestra a los fanáticos devotos a las afueras del club. Hay adeptos que fueron procesados, pero ninguno se encuentra en prisión debido a la falta de acciones ilícitas.

—Revisen el lugar y detengan a los que causen alboroto —ordena—. Detective LaVey, usted llevará a cabo los interrogatorios. Necesito evidencias ante un presunto crimen organizado.

—¿Con que base los acusa de ser una banda criminal? —interpela Erick—. Disculpe, capitana. Pero no somos investigadores religiosos o algo que se asemeje a ello. Nos ha dado casos que involucran netamente a adeptos o creyentes.

—Usted cumpla con mis ordenes, detective —espeta—. De eso dependerá sus placas como tenientes. O cumplen con lo ordenado o me dejan las placas encima del escritorio.

Comparto una fugaz mirada con Erick. Sin chistear salimos de ahí.

De camino al estacionamiento, intento darle ánimos para procesar este nuevo caso. Nuestras carreras se han visto afectadas, pero no hay que echarse a morir. Es nuestro deber policial ser un apoyo para la cuidad, aunque eso involucre a extremistas religiosos. Abordo mi jeep y conduzco hacia el distrito sur e ingreso la ubicación exacta del club en cuestión.

—Estoy harto de investigar a religiosos —se queja con el codo apoyado en la ventana y la cabeza cargada en su mano.

—Sé paciente —lo aconsejo—. Cuando asumamos más rango, tendremos nuevas funciones.

—Pienso que sería mejor el patrullaje —suspira—. Era divertido quedarse en el auto.

Sobo su hombro para darle buenos ánimos.

APARIENCIAS AFRODISÍACAS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora