☥ ‣ Capítulo 27

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Como veneno.

Elaine

Son las cuatro de la madrugada y aún doy vueltas por la cama intentando dormir. Las últimas horas tienen mi mente abatida por la nefasta masacre de anoche. Creí que una ducha sería suficiente para aliviarme, pero ni mil duchas arrancarían de mi consciencia tantas muertes.

Me levanto de la cama y voy hasta el baño para llenar la tina. Mientras espero, pongo el móvil sobre la repisa donde guardo toallas y útiles de aseo personal. Reproduzco canciones, luego me deshago del pijama e ingreso a la tina sumergiéndome. Paso un agradable rato bajo el agua tibia, mis músculos se alivian y mi mente se calma gracias a las canciones.

Chapoteo y hago una mueca por el timbre de llamada. Ofuscada, me inclino a secarme las manos, pero en cuanto leo el nombre en pantalla mi molestia se esfuma.

—Todavía despierta, ojitos de mar —me reprende.

—No llamaste a la hora que acordamos, así que quise esperar —salgo de la tina y me envuelvo con la toalla—. ¿Cómo estuvo tu día? ¿Todo va bien en Oslo? ¿Ya puedes regresarte?

Deberé quedarme por unos días, pero ya estoy ocupándome de eso —contesta—. ¿Puedo llamarte por Facetime? Deseo verte.

Vale, te llamaré en cinco minutos —cuelgo y tiro el móvil a la cama.

Seco mi cuerpo mientras voy hasta el armario para sacar el primer camisón blanco. Me pongo ropa interior y el pijama «¿Dónde se supone que dejé el cepillo?» Opto por no peinarme y dejar mi cabello enrollado con la toalla. Busco el portátil en la sala y me acomodo en el sillón.

Contacto a Kayden por Facetime y la imagen se expande por la pantalla. Con los nervios haciéndome estragos, quedo absorta al ver al hombre que sonríe en cuanto contesta la videollamada. Trae un elegante esmoquin, bien peinado y afeitado.

—Estás hermoso —le lanzo besitos.

—Me sonrojas —cubre su mejilla con su mano, disimulando timidez—. Te extraño, ya quiero atravesar la pantalla y abrazarte.

—Los días pasarán rápido, ya verás.

—Espero que así sea —duda por un momento en hablar—. Supe sobre la masacre en Death Valley, lamento no haber estado ahí para consolarte. Tienes mis condolencias.

—Fue nefasto, nunca había visto tantas muertes... —murmuro—. Prefiero no hablar de eso, siento agobio cuando lo recuerdo —cambio de tema—. ¿Vas a cenar o tienes algún evento?

Un matrimonio —me afirma y su vista se alza por encima del portátil—. La henne passere —le contesta a alguien en acento noruego.

—Había olvidado oírte hablar en noruego. Creo que deberías enseñarme, no entiendo ni una mierda de lo que... —cierro la boca cuando una mujer se inclina a besarle la mejilla, Kayden le corresponde mirándola.

Jeg sa jeg skulle gå gjennom deg —le habla a la abogada sueca que luce un vestido azul. Ingrid le contesta en el mismo acento y segundos más tarde desaparece de la cámara.

Toda mi sangre hierve. Kayden pone su mirada en mí mientras hace el ademán de hablar, pero concluyo la llamada y cierro el portátil.

Mi móvil suena desde la habitación, lo dejo sonar. Me hago un ovillo bajo las sábanas y las lágrimas me hacen sentir más estúpida. A la quinta vez, declino su llamada y le envío un mensaje "Voy a dormir". Contesta a los segundos con un mero "Descansa". 

APARIENCIAS AFRODISÍACAS ©Where stories live. Discover now