Capítulo 40

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Punto de Partida.

Elaine

Mil y un anhelos son los que desbaratan los escrúpulos; avivado en un agresivo beso, en un orgasmo húmedo, que estremezca el cuerpo y te dure para toda la vida. Esos son los placeres que vale la pena probar, los que mantienen el sabor a prohibido. Una manzana roja, jugosa y afrodisíaca... Llamada tentación.

—¿Qué pasa? —jadeo.

—Esta mierda —saca la erección forrada en látex, se quita el preservativo y lo tira.

Me escupe el sexo, lo frota con sus dedos y vuelve a hundirse sacándome gemidos. No alcanzo a refutarle nada, ya que, silencia mi boca con un salvaje beso.

—Cabrón, no puedes hacer eso —murmuro entre besos.

—Contigo piel a piel es más rico...

Me saca una sonrisa traviesa, sonrisa que se esfuma al besarlo con ansias. Recuesto la espalda en la manta sobre la nieve y acomodo las piernas entorno a su cadera para darle el acceso completo a mi sexo. Quiero sentirlo todo, cada parte suya, aunque sea fugaz.

Queda una hora para el alba y en la madrugada Zaid se pasó a mi cama para coger. Como no pude negarme a su propuesta, salimos de la cabaña buscando un lugar lejos del orfanato.

Penetra de maravilla mi sexo, estoy muy mojada. Pasea sus dedos por los labios vaginales, sube hacia el clítoris y lo estimula suavemente. El clímax sacude mi cuerpo y clavo las uñas en sus brazos cuando encorvo la espalda, el placer me obliga a cerrar las piernas, pero impide que las cierre. Su boca se desliza de mi vientre hasta los pechos, los chupa mientras escucho quejidos viriles de su parte. Una sensación en mi pecho hace que alce su rostro. Tiene los ojos oscuros del deseo que emerge entre el sudor y algo más...

Termino corriéndome con nuestros sexos unidos y nuestras bocas danzando a la par. Lo acaricio desesperada, con ansias de más. Ese aroma está volviéndome loca. No tomo razón de lo que hago cuando lo tengo cerca, es como si cada parte suya descontrolará mi sistema. Me roba un beso intenso mientras lo empujo de sus hombros contra la nieve. Su espalda yace tumbada, al tiempo que reparto besos sobre su abdomen. Agarro su erección y jugueteo con el glande, impregnándolo de mi saliva, luego lo empiezo a mamar.

—Mételo todo a la boca, belleza...

Cuanto más abarco  su erección con la boca, más me excito, consiguiendo metérmelo de un todo para chuparlo. Lo deseo a tal punto de querer constatar el placer en lo malo y bueno. Es complejo razonar con la mente anestesiada del placer. Zaid presiona mi cabeza hacia abajo mientras uso la lengua para trazar círculos en la punta del glande. Sé que le encanta y ratifico eso al recibir fuertes nalgadas y una maliciosa risa jadeante en el oído.

Besa otra vez mis labios, como una riña de caricias que someten a nuestras lenguas a una lucha sobre quién invade más la boca del otro. Luego nos separamos, gira mi cuerpo y acomoda mis piernas y manos apoyadas sobre la manta. Comprendo la nueva pose, así que inclino los glúteos hacia él mientras recuesto las tetas y me apoyo sobre mis codos. Penetra sin rodeos mi sexo. Es duro y eso hace que reluzca mis impulsos sexuales creando en mí depravados hábitos.

Agarra mi cadera, jadea y gimo en su nombre. Sigue embistiendo, los testículos chocan contra mi periné mientras apretuja mis senos y presiona su pecho en mi espalda. La calentura excede la moralidad cuando somos ávidos y voraces por satisfacernos. Estoy tan excitada que, con sólo escucharlo respirar fuerte, ya estoy preparada para un nuevo orgasmo.

APARIENCIAS AFRODISÍACAS ©Where stories live. Discover now