☥ ‣ Capítulo 64

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Horas contadas.

Elaine

El sol radiante mantiene la mañana fresca y agradable. Creí que pasaría los días bajo decenas de abrigos, pero Noruega tiene un clima templado que no hay necesidad. Mi reloj de muñeca marca las 6:37 de la mañana. Y decidí disfrutar este 25 de diciembre al máximo, por lo que salí a trotar al barrio.

Llevo una hora, me falta completar otra vuelta al pasaje y ya. Mantengo el ritmo del trote, le subo volumen a la lista de reproducción de Indila y continúo trotando. Entretanto, miro lo impecable que son las casas en este barrio.

Los jardines son limpios, pastos verdosos y hay contenedores de reciclaje en cada casona. La hilera de propiedades destilan esplendor, opulencia y elegancia. No me había percatado de lo maravilloso que son los diseños noruegos.

Detengo el trote cuando veo a una cuadra la casona Manson. Saludo y acaricio a un perrito que encuentro merodeando por el jardín de los vecinos. Es un bulldog. Me mueve la cola y lame las manos juguetón hasta que su dueño lo manda a llamar en acento nórdico.

«¿Le irá a entender el perro?», me pregunto.

Continuó mi camino, cruzo el jardín y entro a la casona. En la antesala saludo a la mucama, luego subo las escaleras y toco en la puerta de la habitación de Charlie.

—¿Ya despertaste? —le pregunto susurrante.

—Una alarma andante acaba de interrumpir mis maravillosos sueños —dice desde dentro.

—Anoche dijiste que me ibas acompañar a trotar —le recuerdo—. ¿Cómo planeas llegar a la edad dorada sin hacer ejercicios?

—¡Que no estoy viejo, Elaine!

—No dije eso —contengo la risa—. Te haré tu desayuno navideño, así que espera aquí.

—¡Volveré a dormir! —exclama.

Lo dejo dormir mientras voy al cuarto donde estoy quedándome. Aseo mi cuerpo y me cambio por un buzo. Bajo a la cocina, las sirvientas se encuentran limpiando la sala, por lo que estoy a mis anchas para prepararle el desayuno al "joven" que duerme arriba.

Preparo huevos revueltos y los pongo en un platillo. Mientras tanto, caliento el pan molde en la tostadora. Sirvo café colombiano «El favorito de Charlie y Kayden» También corto algunas rodajas de naranja y mango; echo los trozos de fruta picada en la jarra y logro tantear un exquisito jugo natural.

Agrego los dulces que compré esta mañana en una pastelería noruega. Terminaré frustrada y llorando si planeo hacer recetas. Son pocas las veces que me surge el impulso culinario.

La bandeja queda bien decorada y servida. Con sumo cuidado la cargo hasta la habitación de Charlie. Él me abre la puerta y ya está aseado y vestido con una bata de seda.

—Buenos días —le digo—. Feliz navidad.

—Feliz navidad, pequeña —deja un beso en mi frente—. Qué rico, un desayuno de campeones.

—Y con servicio a la habitación —ubico la bandeja en la cama.

—Lo mejor para el mejor —expresa airoso sentándose en la cama—. Ven, come conmigo.

Niego rápidamente.

—Es tu desayuno, además comeré frutas.

—¿Me diste calorías para que el único gordo sea yo? —frunce el ceño—. Siéntate.

—No son tantas calorías —insisto—. Come tú solo, mientras iré a preparar las maletas...

Agarra mi brazo y me sienta a un lado de la cama mientras él se acomoda en el otro.

APARIENCIAS AFRODISÍACAS ©Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt