☥ ‣ Capítulo 42

142 10 0
                                    

ULTIMÁTUM.

Elaine

Cierro el grifo, luego alcanzo la toalla y envuelvo mi cuerpo. Espero que la ducha reduzca el estrés y recomponga el ánimo. Se dice que el agua purifica males y cargas emocionales. Salgo del baño y me cambio en la habitación. Como suelo hacerlo, me pongo un pijama holgado, enrollo el cabello en una toalla de algodón y voy hasta la sala.

La reciente plática telefónica con Kayden me dejó desanimada. Trato de evadir ese momento y veo una película, TAU. Llamé a Nahia hace un rato, quería que me acompañase esta noche debido al temor que tuve después de recibir ese obsequio. Sin embargo, me comentó que Izan la necesitaba, comprendí su explicación, así que será mejor no interrumpirlos.

La medianoche culmina y me levanto a cerrar el ventanal. Regreso al sillón y apago todo antes de irme a la cama. Consigo conciliar el sueño, pero no logro descansar del todo. 

"Despierto en una habitación de techo blanco y paredes forradas en tapiz floreado. En lo alto cuelga una lámpara apagada, parecen pequeñas gotas de cristal suspendidas en el aire. Estoy acostada al borde de una cama. Es muy cómoda, pero estoy dos personas yacen a mi lado. 

Es una mujer que gime agitada mientras el hombre está encima suyo. Los ojos se me llenan de lágrimas cuando ese hombre descubre mi camisón tocándome. ¿Qué hace? ¿Por qué me toca? le pregunto molesta y recibo una sonora cachetada de la mujer."

Un intenso retorcijón el estómago me despierta de golpe. Corro hacia el baño y caigo de rodillas al piso cuando regurgito la comida en el escusado. Rompo llanto mientras paso las manos por mi cara, asqueada. No puedo más, no puedo bloquear esos recuerdos del subconsciente.

Tiro la cadena y enjuago la boca. Del pequeño compartimiento superior, abro la puerta-espejo para sacar el frasco de píldoras. No me agrada medicarme, pero también deseo recuperarme por voluntad propia. «¡No quiero estas a cuestas de pastillas para la salud mental!» Sin embargo, en puntos desbordados, se necesita.

Agarro el frasco y lo llevo conmigo a la cocina. Sé que no es recomendable tomar antidepresivos con licor, pero... Necesito un trago. Dejo las píldoras en la encimera, volteo hacia el mueble y saco del último compartimiento, un vino. 

La botella se resbala de mis manos cuando el pánico me paraliza. Un grupo de hombres encapuchados están parados en la sala. Rápidamente corro hacia el pasillo, pero otro sujeto me intercepta atrapándome por la espalda. Cubre mi boca con un trapo, mientras hago el mayor esfuerzo por soltarme. Lo logró mediante técnicas de defensa, pero vuelven atacarme. 

Entre los cinco hombres encapuchados restringen la entrada. Me inmovilizan en plena sala, al tiempo que revuelcan mis cosas y esparcen gasolina mediante bidones. Las taquicardias van en aumento a medida que pierdo las posibilidades de soltarme. Siete contra una, es mucho e incluso para una agente especial entrenada.

—Vendrá con nosotros, agente LaVey —el hombre me agarra del cabello y marca un perfecto francés dejándome fría—. Caerá a los pies de él, muy pronto. 

Una súbita sensación de desvanecimiento se propaga por todo mi cuerpo, debo reaccionar antes que sea demasiado tarde.  Agarran mi cuerpo entre dos y se preparan para amarrarme mediante sogas. Bajo la mirada por sus uniformes, en busca de algún arma o navaja que... 

Zafo las manos de las esposas y sustraigo el revólver del primer sujeto. Empuño el arma y suelto disparos sin sobre pensarlo demasiado. Recibo golpes en la cara, luego caigo a piso debido a los intensos golpes. Otro de los hombres vuelve agarrarme, pero no se la dejo fácil. Huyo de sus agarres gateando hacia atrás hasta que me interceptan. 

APARIENCIAS AFRODISÍACAS ©Where stories live. Discover now