☥ ‣ Capítulo 68

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Brisas de Malibú.

Elaine

Las revisiones investigativas están resueltas, el último caso está en tribunales y el cabecilla de una red criminal organizada tras las rejas. Estamos libre de trabajo, así que para el esfuerzo arduo de estas semanas se amerita un merecido descanso a las orillas de la playa.

Para el fin de semana, Erick rentó una casa a las orillas de Malibú. La capitana está satisfecha con nuestro desempeño, así que nos dio sábado y domingo libre. Sin embargo, y por ley, hay que estar atentos, ya que en emergencias es nuestro deber policial cooperar.

—¡Estaremos en las tumbonas! —avisa Nahia desde el primer piso—. ¡¿Si escuchaste?!

—¡Ya te escuché! —le grito.

—¡Ven rápido, que tomaremos el sol! —grita más fuerte.

Abro el armario y saco el tapado. La tela tiene bordados de rosas y combina con el bikini. Me cubro los hombros desnudos y observo mi reflejo frente al espejo. Hace unos días ya confirmé las buenas noticias. Tengo ocho semanas y nueve días de embarazo. La barriga apenas se nota, pero estoy muy emocionada por ver cómo crecerá.

Agarro el sombrero veraniego y bajo al primer piso. Voy a la cocina por un pote de frutas y luego cruzo el ventanal para salir a la playa. Hay una columna de tumbonas con quitasoles verdes en el jardín trasero de la casa, la vista al mar es magnífica y el oleaje sereno.

Erick está sentado en la primera tumbona y lee una revista mientras Nahia se broncea. Camino a pies descalzos, me recuesto en la segunda tumbona y acomodo el pote de frutas para comer.

—Aquí dice... —comenta Erick—, que a las ocho semanas el útero aumenta de tamaño, lo que causa la sensación de pinchazos. Todavía no se perciben cambios en vientre, pero se puede notar el abdomen más ensanchado y los muslos ligeramente hinchados.

—Yo me veo las piernas normales —echo un vistazo, por si las dudas.

—Están más esbeltas —opina Nahia—. Con el biquini se percibe más.

—También se le hincharon los brazos —secunda Erick—. Tiene la cara más redonda, el cuello más flácido y los pechos hinchados. ¿Ya se habrán desarrollado sus glándulas mamarias?

—Aún no —le contesta Nahia—. Antes de ser vaca lechera, Elaine engordará más.

—Ajá —murmura Erick—. Con tanta comida, veremos cambios físicos muy pronto...

Juzgada, me reparo el cuerpo detenidamente. De repente, siento los brazos flácidos, las piernas hinchadas y los pechos pequeños. Un impulso emocional me provoca el llanto.

—¿Me pondré fea? —sollozo.

—¡Ay, no! —se levanta y viene abrazarme—. Nini, no te pondrás fea. El embarazo es lo más lindo.

—Y traumático —sigue leyendo Erick—. El 15% de la incidencia mundial, presentan trastorno depresivo durante el período perinatal. Las mujeres suelen tener...

—¡¿Y qué carajos significa eso?! —le pregunto llorando.

—Significa que...

—¡Ya cállate! —le quita la revista Nahia—. ¿Qué no ves? Hiciste llorar a Elaine.

Me seco los ojos y agarro el pote de frutas. No correspondo los mimos de Erick y tampoco escucho sus preocupantes opiniones sacadas de esa estúpida revista. Nahia va por jugos tropicales mientras Erick me persuade irnos a chapotear a la orilla. 

Su insistencia me convence y paso un rato grato nadando en las aguas saladas. Nini regresa al poco tiempo y se nos suma. El radiante sol de mediodía tiene mi cara ruborizada, pero pasar este tipo de momento con mis mejores amigos, hace que cada quemadura valga la pena.

APARIENCIAS AFRODISÍACAS ©Where stories live. Discover now