☥ ‣ Capítulo 67

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En llamas: concepción.

La alarma resuena como martillazos contra mi cabeza, a duras penas levanto el brazo para apagarla. Perezosa, me levanto de la cálida cama hasta cruzar el baño. Tomo una ducha y me visto con atuendo casual; blazer con cuello de tortuga, vaqueros, botines y una chaqueta.

Bajo las escaleras y entro a la cocina, como de costumbre, enciendo la TV. Mientras preparo un desayuno abundante, observo el noticiero que enseña los titulares.

En últimas instancias internacionales; Hidden's atacó la Catedral Basílica Metropolitana de la Santa Cruz y Santa Eulalia ​en Barcelona —anuncia el presentador—. La Catedral gótica fue brutalmente atacada la noche del jueves. Múltiples adeptos del fanático culto fueron hasta el lugar y lanzaron bombas caseras que destruyó el recinto religioso en un feroz incendio. Los bomberos hicieron lo que estuvo a su alcance, lamentablemente contaron victimas letales.

Coloco la mesa mientras escucho atenta las noticias. Hidden's dejó de atacar en recintos religiosos en California, se han visto revueltas por distintos estados del país. Sin embargo, el condado de LA ha tenido una presunta y súbita calma de ataques. Tomo el control, le subo volumen a la TV y cambio el canal, otros trágicos titulares.

Joven desaparecida; fue vista por última vez a las afueras de su universidad —anuncia la presentadora—. A la lista se suman más de 36 jóvenes desaparecidos. La única pista que tiene el departamento policial son las registros de video, pero los rastros son difusos.

Apago la TV, abatida por los titulares.

Últimamente he estado más ansiosa de lo habitual, como demasiado y subí de peso. Me preocupa que deba volver a tomar antidepresivos, se supone que estaba bien. Con rapidez, devoro las frutas picadas, el pedazo de pastel que compré anoche y la leche fría. Mi voraz apetito me incita a preparar un sándwich antes de abandonar la casa.

Desactivo la alarma del jeep Chevrolet, un nuevo auto que compré el mes pasado. Abordo el vehículo, luego dejo mi cartera y emparedado en el copiloto. Parto el motor rumbo a la décima sexta comisaría del distritito céntrico. Gracias a mi rango como ex agente especial en una agencia subyacente a la CIA, también al buen merito y entrenamiento, asumí hace un mes y medio como detective en el Departamento Policial de Los Ángeles.

Pese a que mis expectativas no estuvieron en ser policía, ser parte del cuerpo investigativo de casos internos en el departamento policial, modificó en cierto punto ese pensamiento. Todos tuvimos puntos de inflexión, y para mí volver al campo policial fue un nuevo comienzo.

Conduzco por la autopista para cortar trayecto, detesto quedarme atascada en el tráfico. Me detengo el siguiente semáforo, así que aprovecho a darle un mordisco al sándwich. Retomo la concentración y llevo las manos puesta en el volante hasta llegar a la comisaría.

La comisaría es un edificio moderno de ocho pisos que está ubicado en el centro de Los Ángeles, está rodeado por dos departamentos empresariales y también una plaza ajardinada. Estaciono el jeep en el aparcamiento subterráneo del edificio, bajo con mis cosas y subo hasta el cuarto piso. Aquí están las múltiples oficinas cerradas de los detectives y sus respectivos compañeros.

Actualmente mi superior ahora no es un Director o Directora, sino que un Capitán. La Capitana Ciara Langdon. Una mujer morena de cabello rizado y carácter severo. Sus disciplinas son estrictas y no tolera ninguna pieza fuera del puzle. Tampoco soporta los pícaros, por lo que el detective Erick García fue reprendido en ocasiones consecutivas.

Entro a mi oficina , un vestíbulo de espacio necesario. Tiene un pequeño escritorio caoba, papeles revueltos encima y el computador con el logo del departamento policial. Tomo asiento, luego reviso las carpetas de casos pendientes e ingreso la contraseña en la computadora.

APARIENCIAS AFRODISÍACAS ©Where stories live. Discover now