☥ ‣ Capítulo 48

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RÉQUIEM; la amenaza.

Kayden

La ropa arrugada en el suelo, las sábanas medio arrancadas y nuestros cuerpos desnudos sobre la cama. La excitación toma el control del desesperado beso, al tiempo que la temperatura sube y se condesa en sudor aroma a sexo. Alcanzo la cima del cielo cuando beso su boca y presiono su delicado cuerpo al mío, las ganas me piden más... Ella tan sensual y yo tan devoto a la tentación que escurre por su boca, deslizándose entre sus senos y vientre, aquel cauce de obscenidades que empapa su vulva, como manantial de deseos eróticos y sublimes.

Saco el miembro y me acomodo en una nueva pose. Elaine se abre de piernas, las ubica entorno a mi pelvis y encorva un poco la espalda hacia atrás mientras me siento debajo de ella y posiciono la erección que se desliza fácil debido a la contundente presencia de fluidos. Los jadeos toman más fuerza, se aferra a mi cuello y atrapo su cadera para intensificar los embates que nos pone al borde de la gloria. Entre pesadas exhalaciones, la excitación nos exiges más.

—Cambiemos de posición —se sale de encima—. Quiero que me pongas a montar.  

—Me tienes como marioneta porno —devoro su boca y le aprieto las nalgas.

—¿Y te quejas? —reclama jadeante.

Detengo el beso, acuno su rostro y le acaricio las mejillas.

—Nunca me queje.

Los carnosos y pequeños labios engancha la sonrisa que pone a latir mi pecho y miembro. Es indescriptible cuando coexisten deseos carnales y sentimientos que se desatan en un mismo instante y con la misma persona. Esta mujer me hace querer invadirle la boca con un beso que pone arder corazones, y a su vez cogerla como si no hubiese mañana.

Vuelvo a sacar la erección y me recuesto en la cama, Elaine se acomoda a horcajadas mientras pongo las almohadas en el espaldar. Hemos pasado las últimas seis horas de polvo en polvo, he notado que tiene un nuevo fetiche de probar posiciones nuevas. Yo encantado me ofrezco para proveerle las miles de posiciones eróticas que existen.

De su cintura, la balanceo de atrás hacia adelante para frotarnos los sexos como previa a la máxima penetración que ocasiona la siguiente posición.

A horcajadas de mi regazo, abre las piernas de cada lado como apoyo. Por sí misma, mete la lábil erección a su vulva estrecha, rosada y dotada de exquisito sabor. Me da una vista perfecta de nuestros sexos uniéndose una y otra vez. Acelero los embates con la pelvis e impulso su cadera hacia abajo para metérsela entera, quiero que gima con más ganas.

—No quiero correrme todavía —urgida hunde sus uñas en el colchón—. Kayden...

—Sí quieres —inclino la boca en busca de la suya—. No me mientas o te dejo sin orgasmo.

—Hazlo y te arranco la polla —habla desesperada y agitada.

Se cubre la boca cuando empiezo a estimularle el clítoris, hago masajes en círculos en esa perla hinchada que clama mi lengua. Por tercera vez en la madrugada, quiero que se siente en mi cara para lamerle su sexo como un maldito sediento. Le pellizco los muslos mientras meto y saco la erección rápido. Su delicado cuerpo provoca que desarrolle el gusto de marcarla como mía.

—Córrete y empámpela de ti —le digo, deseoso porque termine.

—No todavía.

APARIENCIAS AFRODISÍACAS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora