☥ ‣ Capítulo 39

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Infierno blanco.

Parte II

Elaine

Siete y veinticinco de la mañana. La estrategia fue estructurada en menos de noventa minutos con el tiempo contado y nuestras vidas bajo un riesgo inminente. Takehiro, la gran cantidad de escoltas y los prisioneros como objetivo. El desierto nevado, las bajas temperaturas y una resbaladiza autopista como peligrosas desventajas.

Un error sin prever es una vida pérdida. Todo dependerá de la eficiente coordinación del equipo investigativo y algo más místico, la fe.

—¿Crees que los rescatistas cooperen? —le pregunto, intranquila.

—Están obligados por ley —contesta Erick, con la vista en el Tablet—. Sólo espero que Zaid llegue a tiempo o...

—Lo hará —interrumpe Carla—. Mantengamos el optimismo o el plan saldrá mal.

—Planea, visualiza y ejecuta —Sharon se ajusta dos armas—. Y la victoria será tuya. 

Me ajusto el intercomunicador en el oído izquierdo mientras salgo de la cabaña. A las afueras están las tres camionetas blindadas, que en lugar de ruedas normales, funcionan mediante un sistema de oruga a base de cauchos y raquetas de nieves. Esto será útil para prever accidentes por exceso de velocidad.

El equipo se dividió; Oscar y Carla van en la primera camioneta, Jason y Lourdes en la siguiente, Zaid partió hace media hora hasta el centro de rescatistas. Por ende, voy junto a Sharon y Erick en la tercera camioneta.

Tomamos rumbo hacia la remota carretera del norte, el monte Rainer se aprecia en esplendor con los primeros rayos del alba. Los árboles para este sector comienzan a ser abundantes y muy altos. Las camionetas del equipo deben apilarse una tras la otra debido a lo angosta que es la carretera. Entretanto, doy las indicaciones del mapa a Erick y a los demás a través del radio.

Sharon sostiene los binoculares en alto ante posibles amenazas. Carla y Lourdes confirman por interno que mantiene los francotiradores sublevados. Atravesamos la compleja curva y el paisaje se observa desde considerables metros de altura. Los riesgos aumentan.

Manténgase alerta —comunica Oscar por interno—. Estamos en el mismo destino.

—Entramos a la carretera —hablo por el radio —. Zaid, comunica tus coordenadas.

Pasan varios segundos y no obtengo respuesta.

—Seguro ya está en el helicóptero —me reconforta Erick—. Esperemos un poco.

¡Atentos! —avisa Lourdes—. ¡Tenemos al objetivo detectado!

Erick hace una seña y me cruzo el cinturón de tal manera que pueda asomar medio cuerpo por la ventana. Empuño el fusil con Sharon, Carla y Lourdes repiten la acción. Son los hombres los que se ocupan de mantener las camionetas bajo control, mientras suelto disparos certeros contra la comitiva . Hay tres por detrás y otras cuatro por delante del bus.

Recargo el cartucho en segundos y suelto la segunda tunda contra el primer vehículo que es volcado por Oscar. Una mancha de fuego se expande a mis espaldas cuando Erick acelera la camioneta. La comitiva de seguridad contraataca soltando disparos. El tambaleo me arroja contra la guantera, me golpeo la cara, pero rápidamente me quito el cinturón. Paso hacia los asientos traseros, abro la puerta corrediza y le grito a Erick que acelere. Sharon patea la puerta paralela cuando ésta tiene fallos en abrirse.

Con el fusil cargado en mano, suelto una tunda de tiros hacia los hombres. En un zigzag, la camioneta tambalea tras la persecución. Sé que el destino de esta carretera es un acantilado y la nieve solamente es la ilusión de aquellas ásperas rocas, que aguardan una caída mortal.

APARIENCIAS AFRODISÍACAS ©Where stories live. Discover now