☥ ‣ Capítulo 63

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Ojos Vendados.

Elaine 

Diciembre 24. Oslo, Noruega.

Aroma dulce, obsequios y espíritu navideño. La noche buena traerá bendiciones a todos los invitados de la cena. Sin embargo, no será noche buena si no obtengo lo que es mío.

Para la noche, me coloqué un vestido liso y alargado con abertura de muslo. El estilo acentúa mi cuerpo y el color esmerada resalta mi piel. Alisé mi cabello y delineé mis ojos. Por la tarde llamé a Erick y Nahia, el primero viajó a ver a sus padres a Phoenix y nini viajó con Izan a Bergen para conocer a sus suegros. Ambos regresaran a Los Ángeles antes de fin de año. 

—¿Puedo pasar? —golpea la puerta Charlie.

—Sí, pero cúbrete los ojos.

Pasa a la habitación y tropieza con los tacones que tengo tirados en el suelo. Debo tomarle la mano y dejarlo quito, de lo contrario caerá. Tomo su obsequio y le digo que abra los ojos. Frente a él, tengo una caja de rayas rojas y blancas. Tiene un listón grande con su nombre escrito. 

Tarde mucho tiempo en buscarle un obsequio, es difícil darle un detalle a alguien quién lo tiene todo. No obstante, los sentimientos no se puede comprar.

—Feliz navidad —le beso la mejilla.

—¿Es para mí?

—¡Obvio que sí! —carcajeo—. Ábrelo.

Desgarra el papel y lo abre. 

—Es hermoso... —murmura Charlie, y sus ojos lagrimean.

Saca el portarretrato que tiene fotografías de él y Roxanne. Lo ayudo a buscar más en la caja y saco la tira de fotos de Zaid y Kayden cuando bebés. Mandé a poner en una caja de cristal todos los recuerdos de sus hijos; los parches de nacimientos, biberones, zapatitos y ecografías.

—Mientras dormían, me puse a merodear por la casona —confieso—. Tienes todos estos recuerdos en tu despacho, pero estabas metidos en tu cajón. 

—Y tu empalagosa idea fue hacerme una colección de fotografías familiares —chilla, dándome un abrazo—. Detesto las cursilerías.

—Debes tenerlo cerca de ti siempre  —lo abrazo.

—Te adoro tanto, mi pequeña —besa mi frente.

—Y yo a ti —le sonrío.

—Iré a lavarme la cara —se seca las mejillas y guarda el obsequio en la caja—. Espérame abajo y ponte un abrigo. No quiero que te resfríes por el cambio de clima.

Se lleva la caja consigo cuando deja la habitación. 

Busco el abrigo y las pastillas para dormir. Meto todo en mi cartera junto con el móvil. Luego espero a Charlie en la sala. Aparece al poco rato y juntos abordamos uno de sus deportivos guardados en la extravagante galería. 

La cena navideña se realizará en la hacienda Manson, una propiedad ubicada a las afueras de la ciudad y comprada por los padres de Charlie. Él me comenta que usaban esta casona para las fiestas navideñas, solían venir a quedarse por unas semanas. Al estar retirada de la ciudad y rodeada por otras haciendas y una carretera cubierta de nieve, el silencio es sereno.

Charlie detiene el auto en el precioso antejardín. Me bajo del auto y observo la entrada iluminada por focos cálidos. El frontis es de diseño rústico y madera barnizada. Pasamos a la entrada de la propiedad, la antesala fue decorada de madre noble y adornos navideños. 

Un gran árbol de pino está a las afueras del jardín trasero. Es alto y tiene una estrella en su punta mientras las cincas de luces lo rodean. Se escuchan villancicos, también hay un ligero aroma a chocolate caliente y a comida recién preparada. Cruzo el ventanal, saliendo al jardín. 

APARIENCIAS AFRODISÍACAS ©Where stories live. Discover now